Pío IX dio una gran importancia a las misiones, creó en esos territorios 206 nuevas diócesis y vicariatos apostólicos. Alentó la renovación de las órdenes religiosas, como la de los benedictinos con Don Guéranger, o la de los dominicos con Lacordaire. Se fundaron nuevas congregaciones religiosas, entre

ellas la Sociedad del Verbo Divino, la del Inmaculado Corazón de María, la de los Padres Blancos y la más popular del ellas, la de los Salesianos de Don Bosco.

Se impulsó la reorganización del laicado católico por medio de Congresos, como el de Malinas de 1864 y aparecieron nuevas iniciativas benéficas y apostólicas como las “Conferencias de San Vicente” de Ozanam. Protegió de una manera especial la “Arqueología sacra” con Juan B. De Rossi y la Música Sacra y la Liturgia (Solesmes, María Laach). Impulsó la prensa católica y favoreció la Neoescolástica. En
el seno del anglicanismo surgió el “Movimiento de Oxford” que condujo a grandes intelectuales a franquear el umbral del catolicismo, como Newman y Manning, posteriormente cardenales.

Al hacer el balance de este pontificado, el historiador que solo contempla los aspectos temporales y materiales del mismo, quizás obtenga un resultado negativo. Los últimos años de este papa se vieron obscurecidos por un violento anticlericalismo. Pero, desde una dimensión religiosa, el balance final fue positivo, como pudo comprobarse en el cariño y devoción del pueblo sencillo hacia el Papa. Sus infortunios y sufrimientos lo acercaron al corazón de los creyentes. Recientemente, la Iglesia lo ha beatificado.