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Encuentro con los voluntarios de Caritas con ocasión de la Jornada Formativa (Casa Diocesana-Málaga)

Publicado: 01/12/2012: 1964

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo del Encuentro con los voluntarios de Caritas con ocasión de la Jornada Formativa en la Casa Diocesana de Málaga el 1 de diciembre de 2012

ENCUENTRO CON LOS VOLUNTARIOS DE CARITAS

CON OCASIÓN DE LA JORNADA FORMATIVA

 (Seminario-Málaga, 1 diciembre 2012)

Lecturas: Jr 33,14-16; Sal 24. 1Tes 3,12- 4,2; Lc 21,25-28.34-36.

1.- Quiero saludaros con estas palabras del apóstol Pablo que dirigió a los cristianos de Tesalónica: «Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros» (1Tes 3,12)

Habéis trabajado hoy el tema de la relación entre la fe y el amor. No voy a desarrollar más porque ya se os ha explicado por parte de D. Fernando. No se pueden separar la fe y el amor. Y en este Año de la Fe el tema del amor ha de estar si cabe igual de profundizado y tenido en cuenta. Por tanto, la fe os empuja a la actitud del voluntariado de Cáritas. La fe os empuja a amar.

Pido al Señor que el amor de Dios rebose en vosotros, que estéis repletos de amor como consecuencia de creer en el Dios amor. Es una consecuencia que nos e puede separar.

Pido al Señor que os haga santos, que os trasforme. Empezamos un nuevo año litúrgico con este primer domingo de Adviento y es un tiempo de renovación, esto es como una primavera. La naturaleza tiene sus ciclos, la sociedad tiene sus cursos, sus años naturales que empezamos en enero; pero la liturgia tiene otro ritmo que no coincide ni con la primavera ni con el inicio del año natural o civil. Con la primavera coincide la Pascua de la Resurrección, ¡eso sí que es una primavera! Pero esto es una primavera que nos prepara a la otra.

2.- Iniciar el año litúrgico, este primer domingo de Adviento es una inyección de esperanza y de gozo, de renovación, vamos a renovarnos. El Señor nos pide que estemos atentos. Hemos escuchado en el texto de Lucas (cf. Lc 21,34-36) que nos llama a la atención, al despertar, a que no se nos embote la mente, a que estemos despiertos, iluminados por su Palabra.

Nos encontramos en un momento entre dos venidas. La venida primera de Cristo que vino en pobreza, en limitación, en pequeñez, se hace hombre, sufrió lo mismo que los hombres, enfermedades y muerte, muerte en cruz. Y una segunda venida que no vendrá como vino en la primera. Una segunda que va a venir de otra manera. Una segunda en la que va a venir glorioso, potente, va a venir como Juez, apoteósico.

Dicen los Santos Padres que quien acepta a Jesús en su primera venida no tendrá miedo de su segunda venida. Si nosotros le aceptamos en la primera: pobre, niño, limitado, pequeño, hermano nuestro; y si lo reconocemos en los hermanos pobres, pequeños, despojados, enfermos, ancianos, necesitados; si lo reconocemos en esos, en los necesitados, esa es la característica típica de nuestra Cáritas, de la Cáritas católica, de la Cáritas de la Iglesia, no tendremos por qué preocuparnos de la venida del Señor, que pueda venir como Juez glorioso a determinar ya, a poner a unos a la izquierda, a otros a la derecha, en la imagen que nos dan los Evangelios. En la segunda venida vendrá a dejar claras las cosas, ya no habrá ambigüedades, será claridad, quién está con Él y quien no está con Él, quién quiere vivir en el Amor y el que no quiera vivir en el Amor. Ahí se clarificará todo.

En la presente situación nuestra del mundo actual y de vida humana cabe que un día le digamos una cosa, que otro día fallemos, o que unos vivan con ambigüedades de decir un sí, pero es un no, es un querer hacer, pero después hago mi voluntad. A partir de ese momento, al final de la Historia, ya no habrá ambigüedades, habrá una definición clara: o sí o no.

Es bueno que le aceptemos al Señor en esta primera venida y que nos acerquemos al hermano, sobre todo al necesitado en quien Él está presente para acogerle en nuestra vida.

3.- En el tiempo de Adviento la Iglesia nos invita a prepararnos para la venida de Jesús. A celebrar la primera venida y a prepararnos para la segunda. Éste es el tiempo litúrgico de Adviento. Y eso es lo que nos invita la Iglesia que hagamos. Hagámoslo con gozo, con esperanza. Los textos de Lucas que dice cómo hemos de hacerlo son preciosos, no porque caigamos en esas actitudes, pero dice: «Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida –hay mucha gente agobiada con las cosas de la vida, no hace falta agobiarse, la providencia de Dios es muy grande– y se os echa encima de repente aquel día» (Lc 21, 34).

Cuando dice “estad despiertos” (cf. Lc 21, 36), la actitud de estar despierto y dormido está muy en relación con el tema de la fe. Los dormidos, los que están en la oscuridad y las tinieblas son los que no están iluminados por la fe, los que no viven el amor y la esperanza cristiana. Los que están despiertos, desvelados, a la espera de lo que viene, de quien viene, de quien llega y de lo que suceda es el que está viviendo a la luz de la fe, en el ámbito del amor y de la esperanza cristiana.

Os invito a seguir viviendo despiertos, despertad. Si estamos con un cierto sopor en este sentido, animémonos unos a otros a despertar, a estar vigilantes, a mirar a nuestro lado: ¿dónde está el rostro de Cristo?

Decía antes que hemos de pedir perdón porque en más de una ocasión no hemos descubierto la presencia de Jesús que ha pasado a nuestro lado y no nos hemos dado cuenta que era Jesús.

La actitud de estar despierto va también en ese sentido. Un buen cristiano, y más un voluntario de Cáritas, sí que sabe descubrir dónde descubrir a Jesús. Y sabe descubrir si pasa por su lado, porque es todo hijo de hombre necesitado.

4.- La oración colecta de hoy nos invita a esperar a Cristo que viene, a tener una actitud de esperanza. Pero esperarle acompañándolo, dice la oración, de buenas obras. Le pedimos al Señor que nos ayude a estar en esa actitud vigilante de espera y de esperanza, pero acompañado de buenas obras. No sólo con una actitud teórica que después no se concreta en nada. El Señor quiere esa actitud de espera y confianza, pero con hechos, con obras.

Le pedimos, pues, al Señor que nos ayude, que nos renueve en este tiempo de Adviento, que nos preparemos a celebrar la primera venida y la segunda, más importante porque la primera ya vino, y que nos haga también felices. Es cierto, que la situación, lo habéis analizado hoy en diversos talleres, no es fácil, no vivimos en un momento fácil, de problemas, de dificultades, de crisis, de falta de trabajo, de enfermedad, la muerte nos rodea, de muchas cosas. Pero eso es la vida de siempre. Habrá momentos más boyantes o más de bienestar sociopolítico y habrá momentos peores de guerras, de catástrofes, de sufrimientos. El Señor reparte suerte. En estos momentos hay gente que lo está pasando mucho peor que nosotros o que nuestra sociedad.

En todo momento, si tenemos en cuenta todos los hijos de Dios, todo el globo terráqueo, hay necesidades de tipo de catástrofes naturales y de tipo de catástrofes provocadas por el hombre, que es peor aún, en plan de guerra o de manipulaciones o de pisoteo de los Derechos Humanos. En todo momento, lo que pasa es que cuando uno no los sufre piensa que no los hay.

Aquí también es importante que nos acordemos siempre, estemos bien, estemos mejor o estemos peor, de que hay gente que sigue pasándolo mal, aunque no esté cerca de nosotros. Y esos también son hermanos nuestros e hijos de Dios, y esos también esperan la llegada de Jesús a sus vidas.

Desde la oración, desde la Eucaristía podemos llegar a todas esas personas que estamos diciendo, incluso sin conocerlas. En estos momentos hay gente sin techo, sufriendo, con enfermedad, muriendo, ahora hay gente muriendo entregando su vida al Padre.

5.- Vamos a rezar por todas esas necesidades de los hermanos que no lo están pasando bien, pero que pueden disfrutar de una mano cercana que es la mano de Dios mediatizada con una mano humana y descubrir la presencia de la providencia de Dios, descubrir a Dios Padre providente. Es importante que nosotros recemos también por esa intención, nos unamos a esa gente, para que vivan la experiencia sanante de Jesús y la misericordia y la providencia divina.

Le pedimos a Alguien que ha sabido estar, que ha sabido descubrir a Jesús en su vida, que ha sabido cambiar sus planes por Él, le pedimos a María Virgen, la de Nazaret, que nos acompañe en este tiempo. Es la figura preciosa del Adviento, lo es también Juan Bautista, lo es antes en plan profético Isaías, son las tres grandes figuras del Adviento; pero la Virgen María es la más cercana a nosotros, la que nos ofrece su maternidad, su cercanía de Madre, eso las madres los entendéis muy bien que significa esa presencia. Pues esa presencia materna de la Virgen que la sintamos porque es de veras, está con nosotros. Y esa misma presencia que podamos transmitirla también a los demás.

Por tanto, vivamos este tiempo de esperanza con gozo, con alegría, como una nueva primavera de la presencia de Cristo en nuestras vidas. Y eso nos animará a participar a los demás de nuestra alegría, de nuestra fe, de nuestro amor y de nuestro afecto. Que así sea.

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