NoticiaBlanco sobre Negro «¿Pequeños placeres? Bailar a Jesús unas bulerías» Pepe Planas, junto a Inés, señora que pide limosna en la puerta de la parroquia Publicado: 25/03/2020: 18044 Entrevista al sacerdote diocesano José Planas Moreno, nacido en Málaga en 1948 y ordenado en Antequera en 1991. »Nadie me puede quitar lo bailado» ¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida? Buscar dónde te quieren y sentirte querido. ¿A vivir se aprende? ¿Y a ser sacerdote? A vivir se aprende mirando y viviendo en una familia, amigos y comunidad donde te quieren como eres y vas aprendiendo. A ser sacerdote lo mismo, se aprende viendo a tantos sacerdotes y acompañado por ellos… ¿Crees que sabes vivir? Sí, creo que sé vivir, porque busco todo aquello que me hace bien y feliz, pero una felicidad duradera. También haciendo aquello que me hace darme a los demás, pues en la medida que me busco menos soy más feliz. ¿Has sufrido alguna crisis vital? ¿En qué o en quién te apoyaste cuando la sufriste? Sí, una crisis fuerte en mi vida fue la muerte de mi madre. Mi apoyo fue mi familia, mis hermanos, mi amigo Manolo Córdoba, mi comunidad Mies, mi parroquia, nunca estuve solo. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Soy distinto, ninguno somos iguales, todos sacerdotes, pero diferentes gracias a Dios, de ahí tanta riqueza en el presbiterio y en la diócesis. ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra Iglesia local hoy? Estar al servicio de los pobres, y ser una Iglesia pobre, hacernos presentes donde nadie se hace y todo sabemos dónde. Una pastoral evangelizadora, que nuestra diócesis vea que la queremos y no que la utilizamos. ¿El peor pecado con el que has tenido que lidiar? Mi egoísmo, mis miedos, mis complejos, el no aceptarme como Dios me ha hecho y querer ser otro. Esto me llevó a envidias, a no hacer lo que quería hacer. ¿Qué cosas te importan de verdad y qué cosas no te importan nada? Me importa de verdad el ser humano, pero cuando lo miro desde Dios, cuando soy libre. Y lo soy cuando no busco la imagen o el beneplácito de los demás, sino el último puesto. Y no me importa nada la imagen, los aplausos o ser reconocido. En definitiva, lo que piensen de mí. Nadie me puede quitar lo bailado. ¿Quién es Jesucristo para ti? Todo (silencio). Él me sondea y me conoce, hay está todo. ¿Quién dice la gente que eres tú? El cura gitano, el que baila, el alegre, pero también dicen, el que quiere a la gente. ¿Te gusta complicarte la vida? No, soy muy simple. ¿Cómo te gustaría morir? En la cuneta, caminando al servicio de los demás, sin molestar a nadie. ¿Qué le dirías a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura? Primero que ame a la humanidad y segundo que se lo plantee desde el servicio y la entrega a los demás. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? Para eso nos ha creado Dios, y tenemos derecho a serlo, pero tenemos que saber buscarlo. ¿Qué te preguntas? Tarde te amé, como dice San Agustín. ¿Cómo te ves con el paso del tiempo? ¿Has mejorado como los buenos vinos? No lo sé, lo que sí sé, es que amo al ser humano. Y si he mejorado, pues sí, soy más benévolo, compasivo, misericordioso, tengo más paciencia conmigo y con los demás. ¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote? Tanta burocracia, tantas normas, con lo sencillo que es todo... ¿Qué preguntarías a un joven que se plantea su vocación sacerdotal? ¿Te has planteado tu vocación desde el servicio y ser pastor hoy tan olvidado en muchos de nosotros? ¿Dónde encuentras la felicidad? Estando a solas con Dios, pero también con mis hermanos/as, escuchándolo y conociendo sus necesidades, igual que Jesús me escuchó a mí. ¿Rezas para tener éxito? No; rezo, contemplo, miro, descubro a solas con Él cómo me ama y lo amo. El éxito es Él. ¿Te preocupa cómo vive la gente? ¿Por qué? Sí, me preocupa, yo diría que me duele, tienen derecho a ser felices, y tener la alegría de conocer y saber a qué sabe el Señor. Tener la suerte que yo he tenido, encontrándome con mediaciones que me señalaron a Jesús. ¿Eres un sacerdote dócil? No lo sé, depende, me revelo ante cosas. Me cuesta ser dócil ante cosas tan poco evangélicas. ¿Qué es para ti el tiempo? Es lo que queda en cada momento que toca vivir, procuro vivirlo a tope y con mucha alegría, pues este momento no volverá a venir. ¿De qué te arrepientes o tiene remordimientos? De todo lo que he vivido como una pura comedia. Pero pedí perdón, ni me acuerdo si tengo ningún remordimiento. No tengo heridas y creo que no tengo ni señales. ¿Cuál consideras la virtud más sobrevalorada? La humildad, que es vivir en la verdad. ¿Cuál es tu viaje favorito? Cuando me pongo en camino para sentarme en el sagrario y procuro ponerme debajo de Él, para que Él me broncee. ¿Pequeños placeres? El baile y el cante flamenco, y bailar a Jesús unas bulerías. Hablar de Dios y escuchar hablar de Él. Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿has vivido la soledad como un calvario alguna vez? Si es así ¿qué hiciste para abrazarlo? Nunca he vivido la soledad como un calvario. He vivido la soledad buscada. Todos los días busco momentos de soledad, pero no para estar solo, como dice san Juan de la Cruz: “Para estar con el Amado, donde me deja llagado, pero es no es soledad”. Y esa llaga del Amado, la busco y la encuentro que mana y corre, aunque es de noche, en mis hermanos, la humanidad donde tampoco hay soledad sino otra forma de encuentro. Pero eso nunca se abraza a mí la soledad, sino que yo me abrazo a ella, qué es diferente, no es calvario, sino estancias. ¿Un olor que recuerdes? El puchero de mi madre en familia. ¿Un perfume que te cautive? La albahaca, olor gitano, alegría, olor del campo, de personas de sencillas. ¿Tu flor favorita? Una mata de jazmín, una biznaga puesta en el coco de una mujer o metida en el pecho. ¿La palabra más hermosa del diccionario? Perdón o perdóname, palabras de personas que se aman o se quieren. ¿El regalo más bello que te ha hecho ser presbítero? Poder dar a Cristo en la Eucaristía, en el perdón, el hacerlo presente en los sacramentos. A estas alturas del partido ¿volverías a ser sacerdote? Sí, pero no como párroco, sino trabajando con los demás, viviendo en fraternidad de vida con otros sacerdotes, matrimonios, laicos, etc. En el mundo, cerca de los que creen que están lejos de Jesús y de la Iglesia, haciéndolo presente. Sería sacerdote de otra manera, lo deseo y no pierdo la esperanza, varias veces se lo he pedido al Obispo, y sé que hay sacerdotes y personas que lo quieren. Chaplin, como casi todos, empezó diciendo que la vida era maravillosa y acabó diciendo que no tenía ninguna gracia. ¿Qué le responderías? La vida es bonita, todo lo creado por Dios es bonito. Y hay que vivirla con alegría y pasión, pero siempre con Él y con los hermanos. Esta vida de tantos coloridos es bonita y diferente, cómo no vivirla y ser feliz. Soy feliz.