NoticiaParroquias Antonio Burgos: «Recuerdo con cariño el abrazo que me dio el Obispo» Antonio Burgos recibe la medalla de manos del Obispo y el párroco, Antonio Sosa Publicado: 03/10/2018: 15930 Antonio Burgos nació en Alhaurín el Grande y, en 1971 se trasladó a vivir a Málaga. Primero se integró en la que era la parroquia de la Luz y después en la parroquia María Madre de Dios. Durante la Visita Pastoral a dicha parroquia, D. Jesús Catalá le hizo entrega de la Medalla Pro Ecclesia Malacitana junto a otros dos feligreses de la comunidad parroquial: Antonia Orta y María Calero. «Mi parroquia es la Iglesia de Málaga presente en mi barrio, el lugar desde el que se lleva el Evangelio al barrio» ¿Qué significó para usted recibir este reconocimiento, de manos de Mons. Catalá? Fue una sorpresa tremenda, no he tenido sorpresa más grande en mi vida. Me quedé perplejo. Recuerdo, con especial cariño, el abrazo que me dio el Obispo. ¿Desde cuándo está usted integrado en la parroquia María Madre de Dios? Yo soy de Alhaurín el Grande y me vine a vivir a Málaga en el año 71. Entonces comencé a participar en la parroquia de la Luz y después me incorporé en María Madre de Dios, con más intensidad cuando eran párrocos Manuel Márquez Córdoba y Pepe Planas. Me pidieron que acompañara a los grupos prebautismales y formamos un equipo. Cuando las parroquias de la zona se unieron en la que ahora es María Madre de Dios, el Consejo Parroquial me pidió que pusiera en marcha un análisis sociológico de los barrios de la zona. Formamos un equipo con representantes de todas las realidades de la parroquia y, en colaboración con un grupo de estudiantes de la Escuela de Trabajo Social, se hizo el estudio del barrio, en 1997. Después he acompañado también grupos de preparación de adultos para recibir la confirmación, de Acción Católica, etc. ¿A qué conclusiones llegaron con el estudio sociológico que hicieron? Intentamos conocer la realidad de nuestros barrios. Uno de los grandes retos de nuestra parroquia es la enorme dificultad de llegar a las periferias, como nos dice el papa Francisco. Es un reto permanente. Teníamos que dar respuesta a los que llegaban al barrio y a los que vivían ya en él. Una de las conclusiones concretas fue conocer la presencia de un grupo numeroso de inmigrantes y formar un grupo de Pastoral de Migraciones que diera respuesta. ¿Qué es para usted su parroquia? Es la Iglesia de Málaga presente en mi barrio, el lugar desde el que se lleva el Evangelio al barrio, donde celebramos la fe y la caridad. La parroquia tiene que estar articulada desde la Eucaristía, como el centro de su vida y, desde ahí, ayudar a profundizar en la fe y enviar a la misión, a proclamar la fe a todos los rincones. ¿Cuál es su acción de gracias a Dios? Le doy gracias porque, a pesar de las dificultades de la vida, permanezco fiel a la Iglesia. Esta medalla es un gran reconocimiento que creo que no merezco y se lo agradezco de corazón a D. Jesús Catalá. También le doy las gracias por mis tres hijos y tres nietos y, por supuesto, por mi esposa María, que realmente es la merecedora de la Medalla, por aguantarme a mí y a todas las tareas en las que me he sumergido. Detrás de una persona entregada siempre hay otra de igual entrega. Y también le doy las gracias por la parroquia y por todos los feligreses con los que he compartido vida y misión. Yo no soy más que un humilde servidor, un instrumento imperfecto en manos del Señor.