DiócesisSemblanzas

Semblanza de José María González Ruiz

Publicado: 28/01/2005: 6384

 

El Beato Manuel González escribe en su libro “Un Sueño Pastoral”, “Jesús se hizo en el Sagrario Evangelio vivo para alumbrar con su luz los pasos de los hombres sobre la tierra...” y, en otro lugar, dejará esta afirmación: “El Evangelio y el Sagrario no se pueden separar”. A D. José María, su sobrino muy querido, le ha servido a modo de herencia. Siempre ha contado con alegría y orgullo que fue el primer bautizo que hizo su tío como obispo y el último ordenado de sacerdote por el entonces obispo de Palencia.

Dn. José María, acogido esta mañana a nuestra oración, cariño y memoria agradecida, descubre para su vida de sacerdote el servicio que tanto apremiaba su “tío Manolo” como a él gustaba decir, el Evangelio, la Palabra de Dios. Estudiarla, reflexionarla y darla a conocer de tal forma que iluminara la vida concreta de las personas y de los pueblos ha sido el gran trabajo, el primero, donde más sobresalió.

Porque la existencia sacerdotal del bueno de José María González Ruiz, con su ración añadida de niño que le hacía entrañable y desconcertante en alguna ocasión, se puede dividir en tres grandes capítulos.

Su servicio como coadjutor y como párroco en Sevilla, en las parroquias de la Palma del Condado, de Huelva, que entonces era de la archidiócesis hispalense y de Nuestra Señora de la O en la capital. Cercano a las gentes, especialmente pobres, fue recordado en la parroquia sevillana por su actuación después de una tromba de agua que dejó anegada parte de la feligresía. Allí estuvo el párroco con su gente procurando el remedio posible ante tanta carencia.

Después su quehacer como investigador bíblico y profesor en el Seminario de Málaga y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Muchas obras estrictamente escriturísticas ha publicado y reeditados. Especialmente conocido en el mundo bíblico por su aportación al estudio de San Pablo y más concretamente a su exégesis de las cartas a los Romanos y a los Gálatas que aún tiene vigencia.

Recuerdo que el P. Leal, jesuita, profesor de Escritura en la Facultad de Cartuja, en Granada, me dijo en cierta ocasión: “No estoy de acuerdo con artículos y comentarios de José María. Pero he de reconocer que en San Pablo es una de las autoridades mundiales. No se puede estudiar a San Pablo sin conocer los estudios de González Ruiz”

Como profesor fue claro y adelantado, por lo menos para un amplio abanico de generaciones de sacerdotes. San Pablo y el Evangelio de San Juan y los demás escritos, eran ofrecidos con mezcla de profundidad y actualidad. Aun recordamos su interpretación del Logos y del Sermón del Pan de Vida y el conocimiento de los géneros literarios que en aquellos años llamaba la atención y que después ha sido interpretación reconocida y aceptada.

Un último capítulo de su servicio, comprendido y alabado por unos y criticado por otros con exceso de superficialidad, han sido sus años dedicados a reflexiones más teológicas que bíblicas, sus conferencias, su ayuda intelectual a muchas personas que le buscaban.

Libros como “La teologìa de Antonio Machado”, “Marxismo y cristianismo frente la hombre nuevo”, “Iglesia a la intemperie”, “El cristianismo no es un humanismo” y aquella obra del año 1967, “Creer es comprometerse”, que tanto ilusionó a los lectores que fueron muchos y que en tres años agotaron tres ediciones.

Con un estilo claro, atrayente, -escribía mejor que hablaba-, sus imágenes, sus metáforas son famosas. Ningún libro de González Ruiz, el “cheuá”, se hace pesado, intratable. Invitan a ser leídos. Conceptos y estilo claro que siempre han procurado iluminar los problemas del hombre y de la sociedad ilusionado por la utopía del Reino de Dios.

Con el deseo de divulgar, de iluminar a cualquier persona con inquietud, en muchas ocasiones sugiriendo o definiendo posturas fronterizas que en más de una ocasión le ocasionaron vivir en tensiones y también provocarlas lo que fue causa de que sufriera e hiciera sufrir.

En este capítulo recordamos sus dificultades con el Cardenal Herrera que le hizo trasladarse, con autorización del obispo, a Madrid. Allí en calle Galileo se estableció y su casa era lugar de peregrinación de muchos. Con los jesuitas . José María Llanos y Diez Alegría formó un trío, distintos en temperamentos pero identificados en fe y en visión del presente y del futuro. Volvió a Málaga y se sintió muy acogido por el obispo Ramón Buxarrais que le había visitado ya en Madrid y a quien siempre manifestó gratitud inmensa, igual que ha reconocido la amistad y la cercanía del obispo D. Antonio Dorado.

Sus grandes pasiones han sido Jesucristo y San Pablo y las ha sabido transmitir. Con su apertura ecuménica, fácil para el diálogo. Tanto que fue invitado a trabajar en los encuentros “Marxismo y cristianismo” que durante años de celebraron. También se incorporó al IDOC, centro de reflexión de la Iglesia holandesa, establecido durante los años de celebración del Concilio en Roma. Su aportación fue muy válida especialmente en los temas que confluyeron a propósito de la Constitución Gaudium et Spes y del Decreto sobre Libertad Religiosa. José María gozaba y después le faltaba tiempo para transmitirlo en sus clases, en sus charlas, anécdotas incluidas que provocaban el asombro y las curiosas de sus alumnos.

Dialogante pero con tendencia a ser contraste. A los de dentro de la iglesia denunciaba, a los de fuera también. Una anécdota manifiesta su peculiariedad. Habla con Santiago Carrillo y le dice después que en España se establece un régimen de libertad. “Santiago, no aguantaréis en el partido a los curas -recordar el caso del P. García Salve- ni a muchos laicos creyentes. Porque si son fieles a su creencia siempre serán profetas que denuncien, son inconformistas.”

Mas hay un capítulo de su personalidad que es permanente. Ha sido un hombre cordial para el que se acercaba a el. Cualquiera que charlaba un rato era después valorado con generosidad. Para el todos sus alumnos teníamos muchas cualidades y cuando no encontraba adjetivos decía: “Es bueno, es un tío honesto”

Había nacido el 5 de Mayo de 1916. La familia estaba constituida por el matrimonio y por nueve hijos. Aquí están Elisa, Teresa y Martín, a quienes les queremos significar nuestro testimonio de cercanía y de gratitud por lo que ha sido la vida de D. José María. Fue ordenado de presbítero en Palencia el día 16 de Agosto de 1939.

Distinto a su hermano, el querido y no olvidado D. Manuel, supieron complementarse. En cierta ocasión un sacerdote castrense, capitán en aquél momento, es detenido por tener en su vivienda propaganda de un partido político. Fue condenado a 8 años en el penal militar de Cádiz. En un momento determinado manifiesta que quiere hablar con José María, porque ha leido uno de sus libros y le ha interesado.

José María le visita. Cuando el sacerdote inicia el capítulo más personal de su vida, José María le dice, “Es mejor que hables con mi hermano, que te comprenderá y ayudará mejor que yo” Así lo hizo y D. Manuel González se desplazó durante las Navidades a Cádiz. Cuando el sacerdote salió en libertad provisional, estableció su domicilio en la casa de los hermanos González Ruiz, en el Camino de Antequera.

José María, Doctor en el Instituto Bíblico de Roma, que hablaba varios idiomas, que se había relacionado con personas eminentes de la Iglesia y de la sociedad civil,.ha sido profundamente sensible. Se hundía con facilidad, es el precio de las grandes personas, su lado débil o, más bien, humano que acerca a la gente común. Que mal lo pasó cuando la multa de 20.000 pesetas que le impuso el gobernador civil con motivo de una homilía en esta Catedral.

Canónigo Lectoral desde el día 1 de Junio de 1948 ha gozado durante años celebrando la Misa de 11 de la mañana los domingos. Su homilía era esperada. Unos para alabarlo y otros para criticarlo. En más de una ocasión alguno entró en la sacristía y le dio un mal rato. Pero el, constante, repartía fotocopia de las homilías a quien se la pidiera.

En aquellos años muy buscado por los jóvenes de los que fue Consiliario. Sus retiros animaban a aquella juventud de Acción Católica. Por ahí ha aparecido fotografía de él y de un grupo de jóvenes, muchos fallecidos, algunos sacerdotes e incluso un trapense y los más abuelos. El con su sotana, más tarde sotana y bicicleta, sotana y moto, en vespa que condujo desde Roma. El primer impermeable de plástico encima de la sotana. Así subía hasta el Seminario los días de lluvia.

Acogió y acompañó a un grupo de seminaristas que dejaron el Seminario. Ha sido amistad entrañable y de ayuda mutua. Por su especial cercanía y generosidad quiero hacer presente nuestra gratitud a Mauricio Santos y a un grupo de amigos incondicionales. Mauricio lo ha hecho con José María como si fuera su hijo. Y también el Cabildo representado en el Deán que ha querido ayudar con el máximo respeto y en el difícil equilibrio de cercanía y distancia.

Enfermo desde hace tiempo, hemos vivido su especial pobreza. Se nos ha ido poco a poco. En los últimos días ha rezado reiteradamente el salmo 21. “Dios mío, Dios mío...” Hemos querido recordar su existencia, de forma incompleta pero que nos puede ayudar a dar gracias a Dios por su servicio, por su vida y a unir nuestra personal oración a la oración de la Iglesia. DALE SEÑOR, EL DESCANSO ETERNO. Ahora ha comprendido definitivamente el sentido de las páginas bíblicas. “El Espíritu y la novia, -que es la Iglesia- dicen, VEN, SEÑOR JESÚS".

Francisco Parrilla Gómez

Autor: diocesismalaga.es

Más artículos de: Semblanzas
Compartir artículo