Marisa, era una niña cuando Francisco González recién ordenado llegó a Jubrique y recuerda cómo «se involucró con las personas mayores, los niños y los jóvenes. Creó la asociación de vecinos, donde se exponían los problemas que existían en el pueblo y se trataban de solucionar».

Además, asegura que «ayudó a mucha gente mayor con pocos recursos. Solía ir a las distintas administraciones de la capital para tramitarles documentos y arreglarles algunas ayudas económicas».

Por aquellos años, el colegio no tenía Segunda Etapa, como se llamaba entonces, y explica Marisa que «los alumnos se tenían que desplazar a otras localidades para estudiar sexto, séptimo y octavo de la Educación General Básica (EGB). Pero Paco consiguió hacer esta Segunda Etapa en Jubrique. También trajo al pueblo unas máquinas de coser industriales para poner en marcha un taller de costura, con el objetivo de que las jóvenes tuvieran una ocupación. Vendían bolsos, cojines y hasta hacían juguetes».

Paco, continúa esta vecina, «revolucionó Jubrique. Cuando llegaba al pueblo con su Renault 4, decenas de niños salía corriendo detrás del coche llamándolo: “Paco, Paco… que ha llegado Paco”. Y en diez minutos tenía la casa llena de gente. Es un ser maravilloso, que transmitía paz y serenidad».

Francisco González creó también en el pueblo un grupo de Misioneros de la Esperanza (Mies) y esta jubriqueña recuerda con especial cariño «una obra de teatro en la que representamos Jesucristo Superstar. Participamos decenas de jóvenes y fue muy divertido. Todo en un clima cristiano de amistad, unión y de mucha alegría. Sacaba tiempo para todo, nos escuchaba, nos animaba y siempre nos ponía como ejemplo la vida de Jesús de Nazaret».

El párroco actual de estas localidades de la Serranía de Ronda, Juan Manuel Caracuel, afirma que «en estos momentos en los que necesitamos reforzar la figura del párroco, del sacerdote en el corazón de un pueblo de Dios, vamos a visitar a Francisco González a su parroquia de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza de Cártama Estación en un acto de cariño, de cercanía y de reconocimiento de la labor que hizo en estos pueblos. Ojalá algún día yo pueda servir a estas comunidades como él las sirvió».