NoticiaStma. Virgen «"Madre del Hijo de Dios", este es el título más importante» Publicado: 11/06/2016: 16358 Mons. Jesús Catalá ha presidido en la mañana de este sábado la Eucaristía en la que se ha coronado canónicamente la imagen de la Soledad de Mena. En la homilía, D. Jesús se ha referido a la coronación de la imagen y ha señalado que «la Santísima Virgen María tiene sobrados títulos para que su imagen sea coronada: Ella es la Virgen que concibió y dio a luz un Hijo, cuyo nombre es Emmanuel, es decir, «Dios con nosotros» (cf. Is 7, 14; Mq 5, 2-3; Mt 1, 22-23). Ella es, pues, la Madre del Hijo de Dios; éste es el título más importante de la Virgen» El prelado ha pedido a los asistentes fijar sus ojos en la talla coronada: «¡Contemplemos su imagen! Su fino rostro ovalado presenta pequeñas facciones de dolor. La mirada baja, los ojos rasgados y las manos cruzadas en actitud orante expresan el sufrimiento de ver a su Hijo muerto por nuestros pecados; y ella nos pregunta: ¿qué habéis hecho con el Amor de mi vida? Vuestros pecados lo han convertido en un rostro «despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros, despreciado y desestimado», como lo describía el profeta Isaías seiscientos años antes de Cristo (Is 53,3)». «Coronar la imagen de Nuestra Señora de la Soledad –continuó el obispo– exige renovar nuestros compromisos como cristianos y como cofrades. Tengamos en cuenta que la coronación no le añade nada a la Virgen, no le aporta nada; ella ya vive gozosa en el cielo. La coronación es un motivo para que nosotros la amemos más, la honremos y la veneremos» Asimismo, ha señalado que «La coronación nos impulsa a una misión importante: promover la devoción a la Virgen entre los cofrades y también entre todos los demás fieles. La fe debe impregnar la vida, o de lo contrario no es fe. La fe, además de un don de Dios, es una actitud vital; creer implica conocer, amar y confiar en Dios; la devoción a la Virgen debe tocar el corazón y la vida; de lo contrario, esa devoción no sirve y no es auténtica» Lea aquí la homilía íntegra