Año 1578, Felipe II puede afirmar que sobre sus territorios “no se pone el sol”. 1939; el ejército nazi usando técnicas de guerra relámpago entra en, Polonia, Francia, Dinamarca, Países Bajos…, y nadie es capaz de plantarle cara. ¿Qué queda hoy de todo aquel “espacio”? Parece que el tiempo ha vencido.

Es bien fácil dejarse tentar por lo grande y deslumbrante; elevadas audiencias televisivas, mayorías absolutas, publicaciones de gran tirada, número de manifestantes, voto útil… y en el plano evangelizador; misas multitudinarias,
grandes peregrinaciones, grandiosos templos…El beato Juan Pablo II describía certeramente nuestra época al decir que en ella “dominan diversas formas de imperialismo” (SRS, 36) económico, cultural, político… Algunos afirman
que, doscientas empresas dirigen la política, la economía y la cultura, a nivel mundial.

Cuidado, no es que lo grande y espacioso sea malo en sí mismo, pero, continúa S.S. Francisco; “Darle prioridad al espacio, lleva a enloquecerse por tener todo resuelto en el presente”. Obsesionarse con encuestas, el seguimiento
de una huelga, o el número de bautismos y comuniones, margina el trabajo a largo plazo. El Santo Padre da prioridad a la gota de agua que de forma continua y tozuda horada la roca, antes que a la tromba, que va devastando a su alrededor. En sus palabras; “nada de ansiedad, pero sí convicciones claras y tenacidad”. (n. 223)

Hace un par de navidades, pregunté a mis hijos por qué creían que Jesús había nacido pequeño y pobre, en vez de rico y poderoso. Respuesta; “Para dejarnos sitio”. Y es que, como se dice en la Vigilia Pascual; “suyos son, el tiempo y la eternidad”.