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Afronta de manera positiva la pérdida de empleo

Publicado: 01/03/2014: 5366

Perder el trabajo trae consigo una serie de emociones negativas que se ven incrementadas cuando dicho despido es inesperado. La psicóloga, mediadora y coach Inmaculada Benítez Piaya da pistas para afrontar esta situación vital. Un puesto de trabajo, concretado en un contrato laboral, tiene unas connotaciones simbólicas mucho más allá de la parte tangible que supone la compensación económica y legal de asegurarnos las necesidades básicas. También repercute en la valoración personal del individuo, de sus capacidades, del trabajo, la inversión y el esfuerzo realizados en su formación, favoreciendo el optimismo basado en percepciones como la autoeficacia, así como los beneficios que suponen el reconocimiento personal y el estatus social adquirido gracias a las retribuciones percibidas.

Es por ello, que su pérdida, especialmente cuando esta es inesperada, no justificada, o no aceptada por el sujeto produce una serie de emociones negativas que impiden una respuesta efectiva a la nueva situación, entre las que se encuentran: estados depresivos; de ansiedad; sintomatología psicosomática; deterioro de la autoestima, que pueden llevar al individuo a descuidar su aseo y apariencia personal, y en casos más graves, al abuso del alcohol o consumo de otras drogas.

Otras consecuencias que puede acarrear un despido laboral son el deterioro en las relaciones familiares, tanto con el cónyuge como con los hijos, especialmente si quien pierde el trabajo asumía el rol de protector y proveedor de la familia.

También pueden verse afectadas las relaciones con iguales, especialmente si se mantenía una vida social muy activa. Por todo ello, la pérdida del trabajo puede llegar a ser uno de los acontecimientos más traumáticos en la vida de una persona.

Alguien a quien despiden de su trabajo, pasa por distintas fases en su estado de ánimo, que puede empezar con un sentimiento de inutilidad o negación de la pérdida, seguir con la búsqueda obsesiva de un nuevo empleo, invirtiendo en ello todo su esfuerzo y energías, para después de constatar que no resulta tan sencillo como esperaba, entrar en la fase más difícil del desempleo, donde empieza a hacer su aparición el desanimo, que termina minando los esfuerzos del sujeto obstaculizándolo para aprovechar oportunidades de trabajo.

Pero también es cierto que, la mayoría de las veces, perder un trabajo no resulta tan perturbador, y es afrontado por quien lo vive de una manera eficiente y adaptativa. Para quienes no lo logran, la psicología industrial ha desarrollado programas de ayuda conocidos como desvinculación asistida, cuyo objetivo es facilitar, dentro del menor tiempo posible, la búsqueda eficiente de empleo. Para lo cual, se llevan a cabo valoraciones del desarrollo personal, con evaluaciones de las competencias intelectuales, emocionales, técnicas, y sociales. También incluyen orientación laboral, estrategias para el manejo de entrevistas, o asesoramiento en imagen profesional entre otros programas.

No obstante, pasaré a dar algunos consejos que podrán ser útiles para mantener a raya el desánimo y los estados depresivos que pudieran presentarse tras la pérdida inesperada del trabajo: El primero sería comprender la relevancia de mantener ocupada la mente en buscar una nueva ocupación, pero debe hacerse de una manera eficiente para no producir desánimos, por tanto planificaremos las actividades y acciones concretas en periodos de tiempo previamente programados. También se pueden elaborar listados con contactos telefónicos, empresas, y tareas, así como preparar las presentaciones y entrevistas de trabajo para saber “vender” bien los conocimientos, experiencias y habilidades adquiridas a lo largo de nuestra vida laboral. Otro aspecto importante es tener preparada toda la documentación que se pudiera necesitar.

Es fundamental mantener una actitud abierta, que ayude a detectar las oportunidades que trae todo proceso de cambio, haciéndonos conscientes de nuestros puntos fuertes y débiles, para poder potenciarlos o corregirlos y así competir eficientemente en el mercado laboral, aceptando la carga negativa que conlleva la pérdida del trabajo, cuyo proceso se asemeja a un duelo, donde se siente dolor y pena, con expresión de emociones y sentimientos acordes con nuestro estado, pero que debe dar paso a una racionalización de la situación para actuar en consecuencia, en vez de negarla o minimizarla como si no existiera, lo que acarrearía un retraso en la reacción y la consiguiente pérdida de oportunidades y de tiempo, a demás de debilitar y confundir nuestras capacidades.

Por otra parte sería aconsejable que la persona que busca empleo se asesore por especialistas en orientación laboral, evaluación de competencias y entrenamiento en búsqueda efectiva de empleo, para evitar en las entrevistas de trabajo a las que acuda ir cargado de la negatividad del trabajo perdido, dejando en evidencia el desanimo, rencor, frustración o rabia contra sus pasados contratantes, perdiendo la oportunidad de mostrar sus competencias y aportes para el trabajo objeto de la entrevista.
 

Autor: Inmaculada Benítez-Piaya

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