NoticiaTestimonios María Fernanda Díaz: «Dios me renueva cada día» Publicado: 20/05/2013: 5701 Testimonio de fe de María Fernanda Díaz, malagueña y miembro de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX). María Fernanda Díaz no es un personaje anónimo. Su rostro es habitual en las calles de Málaga, y seguro que muchos de los que leen estas líneas la han saludado en algún que otro momento. Su afición a pasear haría imposible cifrar los kilómetros que lleva recorridos a sus 44 años. Allá donde tiene que ir, lo hace andando, y ese tiempo lo aprovecha para reflexionar e, incluso, orar al Señor. Marifer, que es como la conocen sus amigos, comenzó su amistad con Dios en la infancia. «Creo que fue alguien de mi familia, probablemente mi madre, la primera en hablarme de Dios. Y así fue como empezó todo». Y lleva razón, porque todo en la vida de Marifer está en las manos del Señor. Ella asegura que trata de vivir su fe en su familia y en su trabajo, que desempeña diligentemente como administrativa en una empresa de alquiler de apartamentos. «Por allí por donde paso procuro dejar, sin que se note, mi granito de arena en lo más cotidiano, como es el trato con la gente». Desde muy joven vive su fe en comunidad dentro de la CVX (Comunidad de Vida Cristiana), y los medios ignacianos le ayudan en su camino hacia la santidad a la que todos estamos llamados. DEVOCIÓN A LA VIRGEN Su devoción a la Virgen es también muy profunda. «De pequeña, mi hermana y yo teníamos un corcho en el dormitorio con una imagen de la Virgen, y bajábamos o subíamos estrellitas según nos portáramos bien o mal» confiesa sonriendo. Aún ahora el mes de mayo es especial para Marifer, que sigue rezando diariamente a María con las oraciones de un librito heredado de su bisabuela al que tiene mucho cariño. En su madurez, también ha crecido su amor a María, a la que encomienda su jornada desde por la mañana. «La siento como madre y amiga, tenemos una relación muy sencilla». Dentro de la labor apostólica de su comunidad, Marifer colabora en el equipo de Espiritualidad Ignaciana, que se encarga de ofrecer a parroquias y movimientos las herramientas del santo de Loyola: ejercicios, oración y un itinerario ignaciano para grupos de adultos. Para ella, los Ejercicios Espirituales son algo fundamental y le ayudan a estar en la vida en actitud de discernimiento, para tratar de hacer siempre la voluntad de Dios. «Los voy haciendo de verano en verano, y tampoco dejo de lado el acompañamiento personal, que me ayuda mucho». Con intercambiar un par de palabras con ella, uno se da cuenta de que está habitada por la paz del Señor. Su hablar es dulce, pausado, y su mirada fija y serena. En sus propias palabras: «Dios me renueva cada día, a pesar de las caídas». Autor: Ana María Medina