DiócesisHomilías

Apertura de la Visita Pastoral en el arciprestazgo de Ronda (Parroquia de Santa María-Ronda)

Publicado: 17/01/2013: 7958

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Apertura de la Visita Pastoral en el arciprestazgo de Ronda, celebrada en la parroquia de Santa María, de Ronda, el 17 de enero de 2013.

APERTURA DE LA VISITA PASTORAL

EN EL ARCIPRESTAZGO DE RONDA

(Parroquia de Santa María-Ronda, 17 enero 2013)

                                                                   

Lecturas: Hb 3, 7-14; Sal 94; Mc 1, 40-45.

 

1.- Enmarque de la Novena

La Novena a la Virgen está marcada en este año por dos acontecimientos importantes. El primero, es un acontecimiento a nivel de Iglesia universal: el Año de la Fe. El papa Benedicto XVI nos ha invitado a vivir un año para profundizar especialmente en la realidad más importante de la vida del hombre, lo que se llama la religación, que decían los filósofos; una religación que tiene el hombre con Dios, y por la que este entiende que sus raíces y su fundamento están en Dios; Él es la realidad en la que encuentra el hombre su sentido. Sobre el Año de la Fe ya vuestros párrocos en diversas ocasiones os han informado, formado.

El segundo acontecimiento, que es más nuestro, más local, de nuestra Diócesis y concretamente del arciprestazgo de Ronda y de la Serranía, es, como se nos ha dicho en la monición de entrada, la Visita Pastoral. La visita del Pastor de la Diócesis a todas y cada una de las comunidades que forman este arciprestazgo.

Quiero saludar de una manera muy fraternal y afectuosa a mis hermanos sacerdotes. Están aquí al completo los sacerdotes del arciprestazgo, a quienes agradezco su preocupación, su dedicación y su apoyo en esta tarea pastoral que el Señor nos ha dado a todos, y su gran disponibilidad para celebrar esta Visita Pastoral de la que hoy hacemos el acto de apertura.

Un saludo al Hermano Mayor, Junta directiva y demás miembros de la Hermandad de la Patrona, la Virgen de la Paz de Ronda; a las Hermanas Carmelitas que nos acompañan; a las distintas Congregaciones religiosas que veo que están entre los fieles, y a todos vosotros devotos y fieles, no sólo de Ronda, sino de las comunidades cristianas de la ciudad y de los demás pueblos.

Todos juntos hacemos este acto junto al Señor pidiéndole su luz y su gracia para que esta Visita Pastoral sea un acontecimiento fecundo en frutos espirituales.

2.- Escuchar a Dios

En este Año de la Fe y en este tercer día de la Novena, la liturgia nos ha ofrecido la carta a los Hebreos. Esta carta tiene dos grandes temas: el sacerdocio de Jesucristo, que lo desarrolla ampliamente, y el tema de la fe.

Y Dios nos ha dicho a través de su Palabra: «como dice el Espíritu Santo: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la Querella, el día de la provocación en el desierto» (Hb 3, 7-8). El pueblo de Israel se rebeló en el desierto contra Dios. A nosotros este texto nos dice también: si escuchamos la voz de Dios no endurezcamos nuestros corazones, nuestros oídos; sobre todo nuestros corazones.

3.- Año de la Fe

En este Año de la Fe se nos invita a abrirnos al Dios trascendente, a esa realidad que es amor pleno. Se nos invita a que escuchemos esa voz y a que no cerremos el corazón. Uno puede escuchar, y, sin embargo, resbalarle las palabras de Dios. El Señor nos pide dos cosas: escuchar su voz y abrirle el corazón.

Eso fue lo que hizo la Virgen de la Paz, eso lo hizo María, escuchó la voz de Dios y la aceptó después en su corazón. Escuchó el mensaje del Ángel y acogió a Jesús en su seno. Pero escuchó internamente la voz y los planes de Dios, que no eran los suyos; cambió sus planes, renunció a ellos para que se hiciera realidad en su vida lo que Dios le pedía.

La Virgen se abrió al Espíritu Santo, se dejó llenar de Él y quedó encinta de Jesús. Y eso es lo que vamos a pedir a través de su intercesión, que abramos nuestro espíritu a la voz de Dios, que dejemos que penetre dentro de nosotros y llegue a nuestro corazón, que le haga dar frutos de amor, de fe y de esperanza cristiana.

Abrámonos a ese Espíritu que quiere transformarnos por dentro, quiere iluminar nuestra vida con el don de la fe. La fe que recibimos en el bautismo es una gracia, no es fundamentalmente unos contenidos que hay que conocer, que también; no es sólo conocimientos que debemos aprender. La fe es, ante todo, una relación vital con Dios.

En este Año de la Fe nos hemos de replantear cómo vivimos la fe, mirando siempre a María, que es modelo de fe, la fiel oyente de la Palabra. La fe implica una relación personalísima de cada uno con el Señor, implica confianza, implica hacer un hueco en el corazón a Dios que quiere venir a estar con nosotros, a llenarnos de su presencia, a divinizarnos. Eso es a lo que la Virgen en este año de la Fe nos invita: a vivir así con el Señor.

4.- Pedir a Dios que nos limpie de nuestras “lepras”:

En la lectura del evangelio hemos escuchado el pasaje del leproso que suplica de rodillas al Señor: «“Si quieres, puedes limpiarme”. Compadecido de él, -dice el texto de Marcos- extendió su mano, le tocó y le dijo: “Quiero; queda limpio”» (Mc 1, 40-41). El Señor también quiere limpiarnos a nosotros.

La Virgen de la Paz fue concebida sin mancha de pecado, no tuvo mancha de “lepra” alguna, fue intacta, inmaculada, llena de gracia y de luz, no había en Ella ni una mota de pecado o de sombra en su vida por privilegio especial de Dios.

Pero nosotros, el resto de los humanos, sí que hemos ensuciado nuestra alma, sí que hemos embadurnado la vestidura blanca que se nos regaló en el bautismo. Y sí que necesitamos ser limpiados por el Señor, porque no podemos limpiarnos nosotros. Uno a sí mismo se puede lavar, puede lavar su cuerpo, puede limpiar sus manos; pero no puede limpiar su alma, la tiene que limpiar el Señor, la tiene que tocar el Señor. Y él nos toca con el gesto del sacramento de la penitencia. El Señor «compadecido del leproso, extendió su mano, le tocó y lo limpió» (cf. Mc 1, 41-42).

El leproso estaba de rodillas. Los fieles también necesitamos arrodillarnos ante el Señor, en este caso delante de su representante, el sacerdote. Ponerse de rodillas es un auténtico acto de adoración y de fe. Hay que dejar el orgullo aparcado, hay que arrodillarse y decir: “Señor, límpiame”. Y el Señor con un gesto sacramental, equivalente a tocar, a través del ministerio del sacerdote nos dice: “Yo te perdono”. Hemos de hacer ese gesto de ponernos de rodillas para que nos limpie la lepra de nuestros pecados.

María no tuvo que hacer eso, la Virgen de la Paz no tuvo que arrodillarse ante su hijo para pedir perdón. Sí que se arrodilló, probablemente, para adorarlo, para profesar la fe, pero no para pedir perdón. Ella, por tanto, nos acompaña en este gesto de arrodillarnos.

En este Año de la fe y en esta Visita Pastoral invito a todas las comunidades y a todos los feligreses que celebremos el sacramento del perdón. Un gesto que voy a cumplir en todas las parroquias va a ser sentarme en el confesionario antes de celebrar la Eucaristía para que quien desee pueda recibir el perdón. Es un ministerio que me encanta hacer en las Visitas Pastorales, celebrar la Eucaristía y confesar en todas las parroquias que voy visitando poco a poco.

5.- Pregonar las maravillas, que Dios ha hecho en nosotros

El leproso, después de recibir el perdón, es decir, después de quedar limpio, «se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia» (Mc 1, 45). Aunque Jesús le dijo que no se lo dijera a nadie, él empezó a proclamar que Jesús le había curado, que Jesús le había limpiado, le había devuelto a la vida, le había devuelto la salud.

Y nosotros, después de recibir ese don, esa gracia, el don de la fe y el don del perdón, también estamos invitados a pregonarlo, a ser testigos de lo que Dios hace en nosotros, en nuestra vida. No podemos callar un acontecimiento de gracia y de gozo. Hay que pregonarlo con entusiasmo, no “entre dientes y a lo bajini”.

6.- Visita pastoral: Objetivos.

La Visita Pastoral que hoy comenzamos en este arciprestazgo de Ronda y Serranía es un acontecimiento especial de gracia y hemos de pedir al Señor por ello. Con ese motivo se os distribuirán unas estampas con la imagen de la Virgen Santa María de la Victoria, que es la Patrona de toda la diócesis, con una oración detrás para que pidamos por los frutos de la Visita Pastoral.

La Visita tiene unas connotaciones especiales, porque es una visita del Pastor que quiere conocer mejor a su grey y es también la oportunidad que tienen los fieles de poder conocer en directo y en cercanía a su Obispo. Ya hemos programado con los distintos párrocos y sacerdotes los encuentros con los grupos, con niños, con jóvenes, con adultos, con enfermos en sus domicilios y por supuesto la celebración eucarística.

Es una Visita sistemática, organizada, vamos a ir por todos los sitios para encontrarnos con todos los grupos. No será solamente la celebración en el templo, sino que damos la oportunidad para que toda la comunidad cristiana pueda encontrarse con el Pastor.

Esta Visita necesita una preparación. Por eso hay unas catequesis que ya estaréis dando o que se os darán. Son una preparación para entender mejor el sentido. La Visita tiene, por tanto, dos grandes partes o momentos: una preparación larga, que puede empezar desde ahora, si no la habéis empezado ya, hasta el encuentro con la última comunidad que visitaré a final de junio.

Y después, el segundo momento importante es la celebración de la Visita en sí; es decir, encuentros, toma de contacto con las distintas asociaciones, movimientos, grupos, etc. Y cuyo momento culminante será siempre la celebración de la Eucaristía, porque la Eucaristía hace Iglesia, la Eucaristía es donde todo confluye y desde donde todo parte, es el centro de la vida cristiana. Por eso, los actos más importantes los celebramos siempre, como ahora, en una Eucaristía.

7.- Memoria de San Antonio Abad.

Acabamos de rezar la oración de la colecta pidiendo la intercesión del santo que la Iglesia hoy conmemora, que es san Antonio Abad, el cual vivió a mediados del siglo III. Hacia el año 250 más o menos él escuchó la voz de Dios, le abrió su oído y su corazón. Aunque ya era creyente y practicante, e iba a misa todos los domingos, él quiso hacer más, de modo que vendió todas sus posesiones, las dio a los pobres y se consagró a una vida eremítica.

Ya en su vida monacal siguió escuchando la voz de Dios, de tal manera que sus contemporáneos, desde fieles hasta reyes, políticos u obispos, iban a consultarle y escucharle. En la vida consagrada también obtuvo mucho fruto por lo que se le considera el patriarca del primer monaquismo oriental. Y tuvo una larga vida ya que vivió hasta los 105 años. Así que, si queréis tener larga vida, escuchad la voz de Dios.

8.- Virgen de la Paz: Novena.

En esta Novena a la Virgen de la Paz le pedimos el gran fruto que Ella siempre nos ha dado. La Virgen de la Paz es modelo de fe, es modelo de escucha de la Palabra. Gracias a esa vivencia de su fe, de aceptar a Dios en su vida, nos regala el gran fruto de su hijo, que es la Paz, porque Cristo es la Paz. El que ha acercado a Dios a los hombres y a los hombres a Dios. Él es el gran pontífice, el gran puente, el gran sacerdote, el Sumo sacerdote que ha unido, no sólo a los pueblos, no sólo a todos los hombres de distintas razas, religiones, credos, etnias, lenguas, no sólo eso; sino que, a toda la humanidad, ya unida, la vincula al Padre, la une al Padre. Y esa es la verdadera Paz: el perdón de la misericordia ofrecida por Dios Padre a través de Jesucristo.

La Virgen de la Paz eso es lo que nos ofrece: el gran fruto de sus entrañas, Cristo, paz del mundo; Cristo, paz de nuestros corazones, una paz que es perdón, que es misericordia y que es amor.

En esta Novena agradecemos a la Virgen de la Paz que nos ofrezca el gran don, el gran fruto de sus entrañas. Y pedimos su intercesión por los buenos frutos de este año de la Fe y de esta Visita Pastoral que hoy iniciamos en el arciprestazgo de Ronda y Serranía. Que así sea.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo