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Visita pastoral a la parroquia de San José (Vélez Málaga)

Visita Pastoral a San José de Vélez-Málaga
Publicado: 20/02/2021: 11443

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la Visita Pastoral a la parroquia de San José (Vélez-Málaga), el 20 de febrero de 2021.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE SAN JOSÉ

(Vélez Málaga, 20 febrero 2021)

Lecturas: Gn 9, 8-15; Sal 24, 4-9; 1 Pe 3, 18-22; Mc 1, 12-15. (Domingo Cuaresma I-B).

1.- Hemos escuchado en el libro del Génesis que Dios hizo un pacto con Noé, a quien salvó del diluvio (cf. Gn 9, 9.11). Ser salvado de las aguas significa la salvación por el bautismo para nosotros.

El bautismo es el comienzo de una vida nueva, que implica un proceso de conversión y conduce a la salvación. Jesús les dijo a sus discípulos: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará» (Mc 16,15-16).

Esta misma tarea nos la encomienda a los cristianos del siglo XXI. Hoy pide a los cristianos de Vélez-Málaga que proclaméis a los veleños la muerte y resurrección del Señor. El que crea y acepte a Dios en su vida se salvará y vivirá feliz.

2.- Como hemos comentado antes en la Asamblea parroquial, la imagen que se tiene de la Iglesia no es la real: se la critica por ser una estructura humana y por otras razones; pero la Iglesia es otra cosa. La Iglesia es Cristo con todos los que creen en Él y son salvados por Él. Vivir la fe, el amor y la esperanza cristianas en este mundo es ya vida eterna incoada en este mundo; iniciada de alguna manera, que después de la muerte temporal será disfrutada de manera plena.

Los cristianos no deberíamos temer tanto la muerte temporal, porque todos estamos destinados a pasar por la muerte temporal, más pronto o más tarde, sea por la pandemia de la Covid-19 o sea por otra causa. El Señor nos invita a participar de su vida, que va mucho más allá de la temporalidad.

3.- Queridos fieles, hemos sido llamados por el Señor a la vida nueva en el bautismo; hemos sido re-generados; somos hijos adoptivos de Dios; hemos sido purificados y sanados en las aguas bautismales.

El Señor hizo una alianza de amor con nosotros, como hizo una alianza con Noé. Estamos llamados a vivir un proceso de amor esponsal con Dios; y por todo ello damos gracias.

La visita pastoral quiere ayudar a renovar la alianza de amor que el Señor ha hecho con la comunidad parroquial y con cada uno de nosotros. La imagen del amor esponsal es preciosa. ¡Lástima que la palabra “amor” sea tan mal usada en nuestra sociedad! ¡Y que la institución matrimonial sea constantemente atacada y vituperada! Cristo es el “Esposo” de la Iglesia, a quien ama y por quien ha dado la vida; a quien ha purificado y adornado y ha puesto a su lado como esposa amada.

No se puede amar a Cristo despreciando a su Iglesia. Quien diga que ama a Cristo y desprecia a su Iglesia, en realidad no ama ni a Cristo ni a su Iglesia. Porque Cristo es la Cabeza de la Iglesia; si se corta la cabeza de un cuerpo, se mata el cuerpo. A veces nos traiciona nuestro vocabulario y hablamos como si la Iglesia no tuviera nada que ver con Cristo. La Iglesia es obra de Cristo, que la instituyó; no es invento de los apóstoles, ni de los sacerdotes. La Iglesia es de Cristo, de la cual Él es la Cabeza y no se pueden separar ambas realidades.

4.- El evangelista Marcos nos dice que Jesús fue al desierto empujado por el Espíritu; y allí soportó las tentaciones (cf. Mc 1, 12-13); pero no las describe.

Tres palabras nos ayudan a entender el texto evangélico de hoy: desierto, tentación y llamada. El desierto implica apartarse de la vida cotidiana, retirarse de la actividad social, desprenderse de muchas cosas que no son necesarias, vivir con lo esencial renunciando a lo superfluo, entrar en la propia intimidad, hacer silencio, estar a la escucha de la Palabra de Dios.

El desierto fue la experiencia del antiguo pueblo de Israel, al salir de Egipto, donde Dios fue purificando su corazón y su fe, para que poco a poco se fiara de Dios y viviera dependiente solo de Él. Es la experiencia profundamente humana de Jesús, que vive solo del diálogo con su Padre.

El Señor nos invita en esta cuaresma a hacer “desierto” para disponer nuestro corazón a su Palabra, para purificar nuestra alma de las adherencias y del lastre que nos impide caminar y seguir a Jesús.

Hemos de aprovechar la visita pastoral para revisar nuestra vida cristiana y purificarla de todo aquello que nos aparta de Dios y de su Iglesia.

5.- Retirado Jesús en el desierto sufrió las tentaciones del diablo. El poder, la gloria y las necesidades básicas son tentaciones que acechan siempre al hombre. Jesús las sufrió y las venció.

Nosotros somos invitados a vivir nuestro desierto unidos al de Jesucristo y combatir con él las tentaciones, que siempre tienen la misma raíz: buscar el bien propio descartando a los demás, optar por lo fácil y con el menor esfuerzo, desear el goce personal a cualquier precio, huir de lo que nos pesa. La gran tentación de Jesús fue en el huerto de Getsemaní, cuando le pide al Padre que aparte el cáliz de la pasión; pero acepta la voluntad del Padre y vence la tentación (cf. Mt 26, 39).

Unidos al Señor, que venció todas las tentaciones, también nosotros podemos vencer la tentación, sin sucumbir al pecado. En la oración del “Padrenuestro” le pedimos a Dios que “no nos deje caer en la tentación”.

6. Después que Jesús fue tentado «marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios» (Mc 1, 14). Comienza su vida pública anunciando la buena nueva del Reino: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios» (Mc 1, 15).

La misión por la que Jesús ha venido al mundo es anunciar la salvación al hombre e invitarlo a participar del reino del cielo, que se manifiesta en su persona. Cristo es la presencia de Dios entre los hombres, la presencia del reino del amor de Dios, la presencia de lo eterno en lo temporal, la presencia del omnipotente en lo finito y limitado, la presencia del inmortal en lo mortal.

No estamos solos ni abandonados a nuestras limitaciones, ni a nuestro pecado, ni a nuestra debilidad; porque está el Señor, que ha vencido.

7.- Caminando con Jesús en esta cuaresma podemos oír su llamada: «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1, 15). Es como decir: Convertíos y creed en mí, porque yo soy la Buena Nueva. Merece la pena creer en esta gran noticia; vale la pena convertirse a Dios abandonando los ídolos; merece la pena cambiar el modo de pensar, para ser más felices; vale la pena cambiar la manera de vivir, uniéndonos a Jesús que nos llama.

La visita pastoral pretende animarnos a ser valientes testigos del Evangelio en nuestra sociedad, tan alejada de Dios.

Si la gente supiera de verdad lo que es ser cristiano y la riqueza que supone vivir la fe, se pegaría por entrar en los templos y vivir la fe cristiana. Pero mucha gente tiene vendas en los ojos y no descubre la verdad. Es como si alguien quisiera comerse una nuez, sin quitarle las cáscaras; nadie se mete en la boca una nuez, tal como se encuentra en el árbol. Hay gente que piensa que ser cristiano es la cáscara externa que ven sus ojos; pero hay que descubrir lo de dentro, que es lo bueno.

8.- Hoy celebramos el 50 Aniversario del Decreto de erección de esta parroquia (16.07.1971). Es una hermosa ocasión para hacer memoria agradecida. Os invito a que, en este verano, esperando que la pandemia lo permita, podáis hacer alguna actividad parroquial celebrativa y festiva.

Damos gracias a Dios que nos ha permitido vivir estos cincuenta años en comunidad parroquial. Agradecemos a quienes iniciaron la parroquia y la han sostenido durante este largo tiempo con su colaboración; a la generación que construyó el templo parroquial; a los sacerdotes que han regentado la parroquia y al actual párroco, D. Wilfer, que viene de otro país y ha dejado su familia para estar con vosotros.

Felicitamos a todos los feligreses, que formáis esta comunidad parroquial, por vuestra fe y vuestro testimonio cristiano.

Hoy otorgamos la Medalla “Pro Ecclesia Malacitana” a D. Francisco-Luis García Caro por su entrega y colaboración a esta comunidad parroquial. Lo hacemos también en nombre de tantos feligreses, que por su entrega podrían recibir también esta medalla.

Queridos fieles, el Señor nos invita a seguirle y amarle; Él ha iluminado nuestro corazón con su palabra y su presencia. La fe y el amor van unidos; es vivir la presencia de otra persona en la vida propia. Hoy manifestamos nuestra voluntad de seguir a Cristo, como nuestro Dios y Señor.

Pedimos al Señor que nos mantenga unidos a Él; y pedimos la intercesión de la Santísima Virgen María y de san José, titular de esta parroquia, que nos acompañen en este camino cuaresmal y en la renovación de esta comunidad cristiana con motivo de la Visita pastoral. Amén.

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