DiócesisHomilías

Inicio del Curso de la Escuela de Magisterio (Antequera)

Publicado: 30/11/2010: 1401

INICIO DEL CURSO

DE LA ESCUELA DE MAGISTERIO

(Antequera, 30 noviembre 2010)

Lecturas: Rm 10,9-18; Sal 18; Mt 4,18-22.

Fiesta de San Andrés Apóstol

1. Hemos escuchado dos textos bíblicos: uno de la carta de Pablo a los cristianos que vivían en Roma, y otro del Evangelio de Mateo. En el primer pasaje o texto que hemos escuchado y que se ha proclamado de Pablo a los Romanos, hay un proceso que sería un proceso de crecimiento y de educación. Voy a compararlo con lo que estáis haciendo vosotros.

¿Por qué estáis aquí? ¿Por qué os habéis matriculado en Magisterio? ¿Por qué tenéis fe? ¿Por qué tenéis un tipo de formación? Inicialmente, ¿por qué es? ¿Porque lo habéis elegido vosotros? Dice Pablo: «La fe viene de la predicación» (Rm 10, 17), por el oído. El primer sentido que utilizamos los humanos es el oído. Escuchamos palabras de otros. Os han hablado vuestros padres. ¿Por qué sabéis quiénes sois vosotros? ¿Cuál es vuestra identidad como mujeres, como varones, como personas humanas? ¿Por qué sabéis quiénes sois? ¿Lo habéis descubierto vosotros? ¿Dónde lo habéis aprendido? Lo habéis aprendido porque os lo han dicho; desde vuestra infancia, estáis repetidamente oyendo de quiénes sois hijos, la edad que tenéis, el idioma que utilizáis. Habéis recibido una educación a base de un input, a base de una información que se recibe por parte de otros: padres, educadores, mayores, sociedad, ambiente, etc. Y habéis crecido procesualmente en ese ambiente a base de algo que os llega desde fuera.

2. La fe exactamente tiene el mismo proceso: si no hay nadie que anuncie el Evangelio no se escucha, y si no se escucha, no se conoce. Primera fase: hay que escuchar, pero porque previamente hay uno que habla, sean mis padres, sea un testigo de la fe. Pero esa fe, o esa educación, o ese lenguaje, o esa cultura que vosotros estáis asimilando podríais no asimilarla, podrías rechazarla. Quiere decir que lo que viene de fuera, la información, el anuncio, sea cultural o religioso, yo tengo que hacerlo mío, tengo que interiorizarlo en mi corazón.

Y una vez interiorizado en mi corazón me llega, lo interiorizo y sale de mi testificado. Fijaros lo que dice Pablo: «Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo» (Rm 10, 9). Pero no es suficiente haberlo escuchado sólo y no es suficiente decirlo con la boca, decir “yo soy cristiano, yo soy creyente”. No es suficiente decirlo con la boca, “si lo confiesas con tu boca y lo crees en tu corazón” (Rm 10, 9), si hay una adhesión personal, real a Jesucristo, sino no hay trasformación. Pero este es el mismo proceso que vosotros llevaréis a cabo porque os estáis formando para ser educadores de personas, es un trabajo muy delicado y muy especial.

3. Para formar a personas tenéis que conocer bien cuál es el proceso de formación y tenéis que formaros también vosotros previamente. Lo que no se asimila, oímos muchas cosas: nos llegan, y más en este momento actual de la sociedad y de las tecnologías, nos llegan infinidad de informaciones que no tenemos tiempo ni capacidad para organizarlas y procesarlas. Tenemos que tener, por tanto, una capacidad selectiva de lo que nos llega, pero si lo importante que nos llega y que podemos procesar no penetra dentro, no crecemos.

Lo que os dé el Centro, algunas cosas las recogeréis y otras resbalarán. Esto no es que sea profeta, esto es el porcentaje normal y como decía uno: “Éste pasó por la Universidad, pero la Universidad no pasó por él”. Deseo que paséis por la Universidad y que la Universidad pase por vosotros. También deseo que paséis por este lugar sacro y que la Palabra de Dios pase por vosotros.

Ese es el núcleo de la carta de San Pablo a los Romanos. Escuchemos el mensaje de Jesús, hagámoslo nuestro, que se interiorice, y después seremos ser capaces de ser testigos, si no es así no podremos serlo. Y estáis llamados a ser testigos, no solamente educar en la cultura de tipo general, abstracta o profana, sino que la dimensión religiosa forma parte esencial de la cultura.

La dimensión religiosa forma parte esencial del hombre. Algunos pedagogos, o falsos pedagogos, quieren hacernos creer que lo religioso es una superestructura inventada, pero no es así. Lo religioso es constitutivo del ser del hombre, como el lenguaje es constitutivo del ser del hombre. Otra cosa es el tipo de lenguaje que utiliza este hombre o esta sociedad, pero el lenguaje es necesario en el hombre, incluso el mudo y el ciego tiene un lenguaje, el lenguaje de los signos, de los gestos. Todos tenemos un lenguaje.

4. Y ahora, permitidme un paréntesis, porque me gusta observar. La gran película no es la que está en el celuloide, sino la que está en el mundo, y observando la sociedad uno se lo pasa bomba. Y os he observado al entrar y los gestos hablan por sí mismo. No es lo mismo entrar en el Templo, donde ahora estoy y éste es un lugar sacro, que entrar en el bar para tomar un café, o en la clase, o en la biblioteca, o jugando al fútbol.

Vosotros tenéis una gran capacidad de expresión corporal, y además la promovéis y la trabajáis para el ejercicio posterior. Pues bien, la liturgia, que es lo que estamos celebrando, está llena de gestos que hay que entender porque por sí mismo no se entienden hay que estudiarlos, hay que entrar en ellas para captar lo bonito que tiene ese gesto.

Bien, os invito a que cuando vayáis a una Eucaristía, como hoy, intentéis estar de cuerpo entero, porque de lo contrario a veces da la impresión de que se está solamente con la cabeza y mirando con los ojos, pero se está ausente. El ser no está aquí, se está de cuerpo presente, pero de persona ausente. Os invito a que conozcáis los gestos de la liturgia y que intentéis vivirla. Hacer la señal de la cruz, o estar sentado o de pie, o hincar la rodilla o… todo eso tiene un significado que conviene descubrir y que es importante. Cierro paréntesis.

5. Pasamos al texto del Evangelio de Mateo en el que hay un encuentro entre Jesús y unos discípulos. Jesús camina por la ribera del mar de Galilea y vio a dos hermanos, a Simón Pedro y a Andrés (cf. Mt 4,18) –el de la fiesta de hoy–. Y más adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago y su hermano Juan, los hijos del trueno, los hijos de Zebedeo (Mt 4,21). Ambos dos y dos estaban allí, unos echando las redes en el mar para pescar y otros remedándolas y arreglándolas fuera del agua. Pero los cuatro trabajan en la misma profesión: eran pescadores. Jesús pasa a su lado y les llama por su nombre: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres» (Mt 4,19).

¿Cuál es la reacción de estos cuatro hombres? ¿Siguieron echando las redes en el agua? ¿Siguieron remendando las redes en la orilla? Dice el texto: «Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron» (Mt 4,20). Hay una prontitud ante la invitación del Señor.

6. Ahora quiero proponeros una hipótesis. Está muy bien que hagáis el trabajo de formación que habéis empezado y conviene que aprovechéis muy bien este tiempo de formación y que salgáis con las mejores capacidades pedagógicas. Eso no quiere decir que después todos os vais a dedicar a ser maestros. Hace un par de semanas, estuve en Sevilla hablando con el que es hoy Consejero de Educación de la Junta de Andalucía; él ha sido maestro y estuvo dando clase en una escuela concertada; pero muy pronto pasó al mundo de la política. Este es un ejemplo.

¿Qué es lo importante que sigáis con vuestras redes, las que creéis que habéis elegido? Os he hecho una pregunta antes: ¿Por qué estáis aquí? Y me habéis contestado que porque habéis elegido estar aquí. Os he dicho que tal vez no. Ciertamente que sí habéis elegido, pero lo habéis elegido en un contexto en el que el Señor tiene una gran parte y de la que probablemente aún no conocéis.

Pero el tema de las redes es muy importante, porque a veces nos empeñamos en seguir echando nuestras redes y en seguir atados y liados en nuestras redes, y entonces no desarrollamos la potencialidad que tenemos regalada por Dios. A lo mejor empezáis estudiando Magisterio y acabáis… no se sabe: o profesores de universidad, investigadores, científicos, políticos, empresarios, educadores, monjes de clausura, misioneros en la China.

7. Lo que nos está pidiendo estas lecturas y a lo que os invito es que me parece muy bien que os entusiasméis y que vale la pena lo que estáis haciendo, pero que estéis abiertos a Dios, porque nos sorprende. Y nos invita a cosas que ni se nos podían ocurrir. Pero si yo no quiero renunciar a mi plan de estar enganchado a mis redes no volaré. Si yo no quiero renunciar a mi programa corro el riesgo de quedarme como un ave de corral en vez de un águila para surcar los altos cielos. Abriros a esa Palabra de Dios y a la invitación que el Señor os hace. Cada uno irá descubriéndola día a día, no os preocupéis.

«Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron» (Mt 4,22). Y les invitó: «venid conmigo y os haré pescadores de hombres» (Mt, 4,19b). A lo mejor, estáis estudiando para ser maestros y el Señor os quiere pescadores de hombres. Pero el ser pescadores de hombres cada uno lo irá descubriendo. Abriros al Amor, abriros a la libertad, a la verdad, abriros a Dios que nos sorprenderá y os sorprenderá.

Hace unas semanas hicimos la inauguración del curso en su dimensión académica, oficial. Ahora queremos celebrarlo desde la fe cristiana y pedirle al Señor que nos ilumine. Le pedimos a Andrés, el santo de hoy, el Apóstol, que dio su vida por Jesús, que nos ayude a estar abierto a su Palabra. Y le pedimos a la Virgen que estuvo abierta y al final en su vida no hizo los planes que ella tenía previstos, sino los que le pidió el Señor. Son dos ejemplos preciosos de cómo estar abiertos al Señor. ¡Ánimo!

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo