Noticia Recibir una alegría Publicado: 24/10/2015: 3808 El hombre y la mujer se empobrecen cuando cierran su corazón al encuentro con Dios. El ser humano se hace pequeño cuando en su vida no hay espacio para la mirada dirigida a Dios. Para una mirada continua, diaria, mistérica. El acceso al misterio de Dios en lo cotidiano y, a diario, facilita el encuentro con Dios vivo. Un encuentro que debemos buscar como busca la cierva corrientes de agua fresca. De este modo, nuestro corazón se alegrará. Y alegraremos la vida a los demás. La alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela solo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta en el misterio de Dios. Los miembros de la comunidad diocesana malacitana seremos anunciadores creíbles de Jesucristo cuando lo encontremos realmente en lo profundo de nuestra existencia. Cuando, a través del encuentro con Él, nos sea donada la gran experiencia de la verdad, del amor y de la alegría. Cuando dirijamos nuestra mirada a Dios en medio del mundo que nos ha tocado vivir. En medio de nuestras circunstancias vitales, de nuestros procesos de maduración, de nuestras vidas.