NoticiaPalacio Episcopal

Herrera Oria y una maestra rural

Publicado: 09/02/2016: 7772

Con la mirada fija en el busto del cardenal, y una perenne sonrisa al recodar las vivencias como maestra rural, Silveria González recorre la exposición sobre Herrera Oria en el Palacio Episcopal.

Comenzó como maestra rural a los 21 años en Villalba, después de haber pasado tres años con las Hijas de Jesús en la barriada de Gamarra. Con lágrimas en los ojos recuerda <<con el dinero que gané como maestra interina en Guaro pude pagar el primer año en Gamarra con las Hijas de Jesús. Al segundo año se me acabo todo el dinero y no podía seguir allí, se lo comenté a la madre Manuela, responsable que Don Ángel nos puso en el convento. La pensión completa eran 600 pesetas, de las que nosotras pagábamos la mitad y el obispado el resto. La madre Manuela se lo comentó a Don Ángel y él dijo que si quería estudiar y valía, que no lo dejase por culpa del dinero. Don Ángel me puso la beca entera, y así pude seguir estudiando el segundo y tercer año. No todo el mundo era maestra para Don Ángel, teníamos que ser personas preparadas por él, con espíritu, fe y religiosidad>>.

De la figura del cardenal recuerda que <<defendía los intereses del pueblo y por ello era llamado el obispo rojo. Don Ángel recorrió los campos junto a seminaristas, párrocos y agentes de la Guardia Civil, contando los niños para hacer un censo y conocer cuántos había, y de este modo crear las escuelas en el lugar donde más niños pudiesen acudir. Tras esto se presentó ante Franco para decirle que en los campos de Málaga había más de 30.000 niños analfabetos. Con el dinero que dio el Estado se hicieron 250 escuelas, a escuela por semana, gracias a la ayuda de los vecinos. Yo fui a los campos en la tercera promoción, antes de entrar nos llevaban a los campos para ver la labor que nuestras compañeras ya desempeñaban, allí nos encontrábamos mucha población, mucha pobreza, mucha necesidad y ningún tipo de medio (ni agua, ni luz, ni teléfono, ni carretera), solo contábamos con el rio y la caballería>>.


<<Don Ángel se preocupo mucho por los niños y los campesinos, pero a sus maestras también las cuidaba mucho. Nosotras teníamos la previsión medica, la seguridad social de aquel entonces, y además creó la Casa de la Maestra, para que tuviésemos alojamiento a nuestra llegada a Málaga>>.

Silveria tuvo la ocasión de coincidir con Herrera Oria en una de las visitas que el obispo realizó a la Escuela Rural de Colmenarejo. Sonriendo recuerda que <<no esperaba tal visita de Don Ángel, ya que vino porque por aquel entonces se creó la antigua fábrica de tejidos, Interorce, cerca de Colmenarejo y era mucha la gente que diariamente acudía desde el interior de Málaga para trabajar. Don Ángel fue a ver una realenga que por allí había para pedirle la cesión de esos terrenos al Estado, con el fin de construir una barriada de casas, para que esas personas estuviesen cerca de su trabajo.  El terreno finalmente fue concedido y los propios trabajadores comenzaron a fabricar sus pequeñas casas. Aún conservo dos cartas de Don Ángel en las que le pido luz para Colmenarejo, el me contesta que hablaría con el gobernador civil y el alcalde para que nos ayudasen. Gracias a él conseguimos poner la luz en Colmenarejo>>.
A parte de la creación de las Escuelas Rurales destaca de Don Ángel la labor que desempeño enviando a los campos a asistentas sociales, para que pudiesen recoger documentación sobre la gente que allí vivía, de este modo se consiguió que varias personas cobrasen la pensión de vejez o viudedad.

De su paso por las escuelas destaca <<teníamos muchos niños en las clases. La escuela se construyó en el centro de las cortijadas, y hasta ella llegaban infinidad de caminitos que iban haciendo ellos con su paso diario. Por la mañana venían los niños más grandes, por la tarde los más pequeños y las muchachas que venían a coser en su ajuar los dibujos que yo les hacía los sábados, y por la noche venían los chicos que trabajaban y  que pensaban en salir del campo en busca de un puesto en la policía o la guardia civil>>. A la hora de evaluar a los niños recuerda <<teníamos un cuaderno de clase en el que cada día un niño de la escuela hacia las tareas, eso era lo que presentábamos cuando venia un inspección. Luego teníamos otro cuaderno que era “historia de la Escuela”, en él escribíamos los acontecimientos que celebrábamos (las fiestas, el día de la Sta. Infancia, las misiones, el día del seminario, las fiestas locales, etc.). Esos eran los dos únicos cuadernos que teníamos, lo demás era trabajar y enseñar a los niños y niñas. A los chicos que venían por la noche los veía al día siguiente por las ventanas del colegio estudiar cuando los animales descansaban. Estaban muy necesitados, no habían sido escolarizados y no nos podíamos negar a darles clase. Fue una labor preciosa, ante unas necesidades increíbles>>.
Además de dar clase, las maestras rurales crearon las Asociaciones de Padres y Madres, y las Asociaciones de Vecinos en la escuela, para organizar mejoras del entorno como preparar caminos, buscar agua o buscar medico para los enfermos, entre muchas otras cosas, <<quien mejor que los vecinos para realizar todo eso. Don Ángel nos decía que teníamos que ser las maestras mejor preparadas, porque estaríamos en los sitios más necesitados, allí donde no hay nada>>.

De los campesinos recuerda con anhelo que <<eran personas muy agradecidas, muy trabajadoras y muy honradas. Semana Santa y Navidad la pasábamos con ellos con la liturgia propia de esos días, incluso Don Ángel los primeros años pasaba estos días junto a los campesinos>>.
<<Tuve la suerte de tener a mis padres conmigo. Mi madre me ayudó mucho, si yo no estaba presente porque me encontrase en Málaga con algún vecino, ella se encargaba de tocar la campana, rezar el rosario o poner inyecciones. Al jubilarnos nos daban una medalla de la Diócesis y la Virgen de la Victoria en recuerdo y gratitud por nuestra tarea, mi madre recibió otra medalla pese a no ser profesora>>.

<<Destacaría la figura de Don Ángel como un hombre adelantado a su tiempo. Fue un precursor, una persona que tenía una visión de futuro única>>. Con indignación relata que <<Málaga ha estado muy callada y muy falta de memoria en torno a la figura de su obispo. Las obras realizadas por el cardenal quedaran en el recuerdo, afecto y gratitud hacia la Iglesia y hacia esa gran persona que fue Don Ángel>>.

A día de hoy sus nietos continúan estudiando en el Colegio Cardenal Herrera Oria, perteneciente a la Fundación Victoria, colectivo con el que aún sigue colaborando. Silveria dejó su puesto como profesora y se jubiló a los 64 años para que una madre de familia, que se quedaba en el paro, pudiese ocupar su puesto.


Alberto García @albertogr_85

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más noticias de: Palacio Episcopal