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Olga Román: «La música debe formar parte de cada uno»

La cantante Olga Román
Publicado: 11/06/2014: 7570

La cantante Olga Román actuará en el Palacio Episcopal el próximo día 21, en un concierto íntimo con un repertorio extraído de sus cuatro discos.

Hay quien conoce a Olga Román por haber prestado su voz a Luis Eduardo Aute en los 80 (participó en el celebérrimo álbum grabado en directo Entre amigos) y a Joaquín Sabina en los 90 (en 19 días y 500 noches y Nos sobran los motivos, entre otros). También fue la última vocalista femenina de Nuestro Pequeño Mundo, cuando en 1982 Juan Alberto Arteche decidió conceder otra oportunidad al grupo. Pero Román, que se marchó a Boston a estudiar jazz y composición en 1985 y se graduó con todos los honores en la Universidad de Berklee, ha grabado cuatro discos de delicadísima factura que todo buen amante de la música debería degustar. En el último de ellos, De agua y laurel, recrea a gusto el repertorio del compositor argentino Gustavo Cuchi Leguizamón. El próximo día 21 prolongará el ciclo de música de Ars Málaga en el Palacio Episcopal con un concierto para compartir de cerca.

-Hace ya muchos años que no actúa en Málaga. ¿Qué repertorio piensa traer el día 21?

-Es verdad que hace mucho tiempo. Hice un concierto cuando acababa de salir el primer disco y no he vuelto desde entonces, así que en realidad lo que voy a hacer en el Palacio Episcopal es presentar los tres discos siguientes. Será casi como volver a debutar.

-¿Y habrá algún anticipo del quinto, en el que ya trabaja?

-Tal vez, pero lo cierto es que el trabajo del quinto disco está siendo muy lento. Me estoy tomando mi tiempo. Tengo muchas ideas por ahí revoloteando pero no sé aún por dónde ir. Digamos que estoy empezando a definirlo.

-Precisamente, ya que Málaga le brinda esta oportunidad, ¿cómo valora su evolución como compositora a través de sus discos?

-El primero fue toda una sorpresa. Empecé a hacerlo con la duda de si sería capaz de terminarlo. Pero en los años 97 y 98 me encerré a componer sin que lo supiera nadie y salí con un puñado de canciones de las que me sentía bastante orgullosa. Luego pasaron algunas cosas. La canción Again, que estaba en aquel primer álbum, fue incluida en la banda sonora de El cielo abierto, la película de Miguel Albaladejo, y me nominaron al Goya. Después emplearon otros temas para algunas sintonías de televisión y digamos que funcionó bastante bien. Para Olga Román 2 conté con las letras que escribió para mí el poeta Juan Uría, y aquello me permitió crecer muchísimo, especialmente a la hora de buscar músicas que tenían que nacer necesariamente de un lugar distinto de las palabras. El tercero, Seguir caminando, lo grabé cuando ya había sido madre, tomándome mi tiempo, sin presiones discográficas de ningún tipo, aunque a la vez, claro, sin muchos apoyos. Y el cuarto, De agua y laurel, ha tenido más distribución en Argentina que en España gracias a Sony, lo que en cierta medida resulta lógico tratándose de canciones de Gustavo Leguizamón. Creo, en resumen, que cada disco responde a lo concreto de cada momento vital. Ahora mismo, por ejemplo, atravieso una etapa más caótica por diversas circunstancias, y eso se nota en lo que estoy haciendo.

-Sus producciones son siempre muy cuidadas, y en cuanto al sonido parece preferir la concreción. ¿Es mejor decir mucho con poco que viceversa?

-Siempre he tendido mucho a la sobriedad. Sí, a menudo tiendo a que haya pocos elementos, por más que haya otros músicos que empleen muchas capas de sonido y me gusten muchísimo. Imagino que tiene que ver con mi personalidad, y con el hecho de que prefiero que en los discos haya espacio y silencio para que se escuche todo mejor. En el directo ocurre un poco lo mismo. En la primera gira que hice íbamos sólo tres músicos, uno con guitarra y bajo, otro con percusión y yo, que además de cantar tocaba el teclado. Y lo disfruté muchísimo. Para el Episcopal llevaré un grupo parecido.

-A la hora de componer, ¿viene la inspiración por el mismo lado que a finales de los 90?

-Es curioso, pero cuando regresé de EEUU, donde había trabajado con músicas y armonías jazzísticas muy complejas, resulta que las canciones que empezaron a salirme eran muy sencillas, las componía con cuatro acordes. Y eso me encantó, porque me sentía como volviendo a la raíz. La composición asociada a una letra es un misterio. Hace poco me envió un poema Pablo Guerrero, al que admiro muchísimo desde Nuestro Pequeño Mundo, para que le pusiera música, y nada más leerlo me di cuenta de que ya traía la música incorporada. Fue sencillísimo. Pero en otras muchas ocasiones he trabajado con poemas maravillosos y he sido incapaz de ponerles música. Pruebas un aire más pop, o más propio de la música brasileña, y nada. No hay manera.

-Pero muchas de sus canciones sí tienen armonías más complejas, sobre todo las que más se acercan al jazz y la bossanova. Aun así, ¿es más redonda una canción con cuatro acordes?

-Sí, son más redondas, sobre todo porque salen solas. No tengo que pensarlas, simplemente ocurren, en un instante. Cuando su alumbramiento cuesta más entonces terminas buscando casi necesariamente armonías más complejas. Si quieres, sí, podemos decir que hacer una buena canción con cuatro acordes es más inmediato, pero también tiene más mérito.

-Y hay cantidad de grandes músicos que han hecho carreras muy importantes con sólo cuatro acordes. Me acuerdo en este sentido de Lou Reed, por ejemplo.

-Por supuesto. Fíjate que, además de las canciones nuevas, estoy trabajando en un posible proyecto de versiones. Y cuando busco canciones de otros siento predilección por las más sencillas.

-¿Le ha valido la pena dedicarse a la música?

-Sí, bueno, a ver. Si me preguntas si estoy contenta por haberme dedicado a la música, pues tengo que decir que sí, por supuesto, porque es mucho lo que la música me ha dado. Pero, al mismo tiempo, mi trabajo no ha tenido una repercusión que pudo haber tenido de haberse dado ciertas circunstancias que, finalmente, no se dieron. Supongo que ha sido una cuestión de suerte, pero todo ha resultado bastante más difícil de lo que yo pensaba. Y no todos los días una tiene claro que siga mereciendo la pena dedicarse a esto. Mi aliciente es que lo que hago, por lo general, gusta a la gente. Y no es poco.

-¿Falta en España más sensibilidad para el reconocimiento de su talento musical?

-En España falta una cultura que se deriva de la exposición continua a la música, de la oportunidad a que la música forme parte de cada uno, de una mayor presencia de la música en la educación de las personas. Precisamente porque falta eso, muchos no se preocupan por la música que pueda haber más allá de lo que sale en televisión. Hace poco estuve mirando el Facebook de gente que en su día estuvo en la industria, y me refiero a jefes y propietarios, y vi que recomendaban músicas muy minoritarias. Cuando encontré aquello me pregunté: ¿Por qué no promocionasteis esto cuando pudisteis hacerlo? Con la cantidad de buenos músicos que hay aquí...

Pablo Bujalance

Pablo Bujalance es periodista y escritor.

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