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Beatificación Madre Carmen

Publicado: 08/02/2006: 2377

Carta de felicitación del Sr. Obispo por el anuncio de la beatificación de la M. Carmen, fundadora de la Congregación de las Franciscanas de los Sagrados Corazones

Nos ha llegado la noticia de la decisión de la Sagrada Congregación para las causas de los Santos, de dar el visto bueno para la beatificación de la fundadora de la Congregación de las Franciscanas de los Sagrados Corazones, Madre Carmen del Niño Jesús.

La querida Madre Carmen será beatificada y, como consecuencia, los cristianos podremos venerarla y agradecer su vida que es heroica en virtudes evangélicas.

La Iglesia de Málaga, en la que nació a la fe la M. Carmen y su obra fundacional, ha acogido con alegría la determinación y felicita de corazón a la Congregación, al tiempo que se siente favorecida porque uno de sus miembros será impulso de vida cristiana para muchas personas.

En Antequera, la ciudad en la que vivió la M. Carmen, suenan las campanas de las Iglesias y sube al cielo, en acción de gracias a Dios, que se manifiesta en sus beatos y en sus santos, la oración de las comunidades contemplativas, de las religiosas de vida activa, de los sacerdotes y religiosos y de los seglares.

Con este motivo confirmamos que es posible el seguimiento de Jesús, vivido en radicalidad, en los diversos estados de la vida cristiana. Que todos nos debemos sentir animados a ser fieles a la vida y a la enseñanza de Nuestro Señor, con ese espíritu que caracterizó a la M. Carmen.

Las religiosas de la Congregación, que en la diócesis tienen comunidades y varias obras educativas, saben que a nuestra felicitación se une la gratitud por su trabajo de hoy y por el de ayer, especialmente la colaboración en la obra de las Escuelas Rurales, asumiendo al responsabilidad de la formación de un grupo de jóvenes que, con dimensión realmente vocacional, trabajaron mucho y bien como maestras rurales, ayudadas por el espíritu y la ciencia que las Franciscanas les ofrecieron.

A todos vosotros bendigo y con vosotros rezo: Bendito seas, Señor, que te haces presente en tus santos.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Málaga, 8 de febrero de 2006

Datos biográficos

MADRE CARMEN DEL NIÑO JESÚS.- María del Carmen González Ramos

  • 1834.- Nace en Antequera, Diócesis de Málaga, el 30 de junio . Al día siguiente, es bautizada en la iglesia de Santa María.
  • 1855.- El día 12 de julio fallece su madre, Dña. Juana Ramos.
  • 1857.- El 9 de mayo contrae matrimonio con D. Joaquín Muñoz
  • 1871.- El 8 de marzo fallece su padre, D. Salvador González 1875.- El 9 de octubre es elegida presidenta de la Conferencia de San Vicente, en Antequera.
  • 1878.- El 15 de julio, conversión de su esposo.
  • 1881.- El 3 de octubre, fallece D. Joaquín.
  • El 30 de noviembre es elegida Maestra de Novicias de la Venerable Orden Franciscana Seglar.
  • 1882.- En diciembre, abre colegio en su casa de calle Merecillas, en Antequera.
  • 1884.- El 8 de mayo, asesorada por el Padre Bernabé de Astorga, Capuchino, entra en el Convento Nuestra Señora de La Victoria, de antequera, con las tres primeras compañeras.
  • El 10 de julio, el Sr. Obispo de Málaga, D. Manuel Gómez Salazar, aprueba las Constituciones de las Hermanas Terciarias Franciscanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
  • El 17 de septiembre, viste el santo hábito de la Congregación con las primeras Hermanas.
  • 1885.- El 20 de febrero hace sus votos temporales. Es elegida Superiora General.
  • 1886.- Comienzan las fundaciones de nuevas Casas fuera de Antequera .
  • 1889.- El 20 de febrero emite los votos perpetuos
  • 1897.- El 13 de mayo, primer Capítulo General. Se celebra en Valladolid. Madre Carmen pasa a ser 1ª Consejera del Instituto.
  • 1899.- El 9 de noviembre, fallece en Antequera. Son ya once las Casas fundadas.

Proceso de Beatificación

  • 1945.- El 2 de febrero es incoado en la Curia de Málaga el Proceso Informativo de fama de santidad, virtudes y milagros.
  • 1984.- 7 de abril, Decreto de S. S. Juan Pablo II por el que declara las virtudes heroicas de Madre Carmen, desde entonces Venerable.
  • 2005.- 10 de marzo, aprobación unánime de los Consultores Médicos sobre la curación milagrosa presentada para la Beatificación.
  • 16 de septiembre, los Consultores Teólogos reconocen, por unanimidad, la intercesión de Madre Carmen en el milagro aprobado.
  • 2006.- 7 de febrero, los Sres. Cardenales dan el visto bueno para el Santo Padre firme el Decreto de Beatificación.

Reseña biográfica

María del Carmen González Ramos del Niño Jesús, nació en Antequera, Diócesis de Málaga, el 30 de junio de 1834. Sus padres, Salvador González García y Juana Ramos Prieto, buenos cristianos y de elevada posición social, la llevaron a bautizar al día siguiente de su nacimiento, a la Parroquia de Santa María la Mayor de la ciudad.

Pronto Carmencita, la número seis entre los nueve hermanos que llegaron a adultos, destacaba por su simpatía, inteligencia, bondad de corazón, sensibilidad y entrega a las necesidades ajenas, piedad, amor a la Eucaristía y a la Santísima Virgen. Niña y joven encantadora que se distinguía en hacer felices a cuantos la rodeaban, que sabía poner paz y bien ante las necesidades ajenas.

Así llegó a la juventud con una personalidad tan definida que llamaba la atención a todos los que la conocieron y así entró Carmen por los caminos nada fáciles que la Providencia le iría marcando. Con un profundo deseo de seguir la voluntad de Dios en su vida, la buscó en la oración, reflexión, dirección espiritual.

Carmen tuvo que afrontar serias dificultades a la hora de las grandes opciones de la vida: primero, oposición de sus padres ante un posible matrimonio contrario a las garantías que don Salvador desea para su hija; más tarde, ante el propósito de ingresar en las Carmelitas Descalzas, disgusto, contrariedad, nueva oposición en los suyos. Carmen se mantuvo en pie, puestas su fe y su confianza en Dios. Don Salvador veía que Carmen tenía algo especial, que no era como todas; por ello repetía frecuentemente: “mi hija es una santa”.

Al fin, a impulsos del amor que fuertemente latía en su corazón, pero no a ciegas sino convencida de que Dios lo quería y la llamaba a una misión, a sus 22 años salta todos los obstáculos y contrae matrimonio con Joaquín Muñoz del Caño, once años mayor que Carmen, cuya conducta tanto preocupaba, y con razón, a Don Salvador.

Aquel matrimonio fue la piedra de toque para descubrir el temple espiritual, la fortaleza y la capacidad de amor de doña Carmen. Diariamente comulgaba; de la Eucaristía sacaba fuerza, entereza, caridad y sabiduría para penetrar, con aquella profundidad que lo hacía, el sentido de la vida espiritual.

Cuidó la vida de matrimonio; siguió visitando y socorriendo a los necesitados y enfermos, en sus casas o en el hospital, y llevándoles, junto con el don material, consuelo y luz para el alma, comprensión para sus sufrimientos y alimento para soportar una vida dura llevada en la escasez de lo imprescindible. Socorros que prestaba personalmente y asociada a la Conferencia de san Vicente de Paúl a las que perteneció.

Don Joaquín, el esposo, con sus rarezas, sus celos y sus intemperancias, hizo sufrir mucho a Carmen. Ella, jamás dejó escapar una crítica, una queja o un comentario de reproche en contra de su marido, ni siquiera cuando entregó sus propios bienes para salvarlo de una penosa situación. Las personas más cercanas a la casa, compadecían el sufrimiento de Carmen, pero sobre todo admiraban su virtud.

Después de veinte años de paciente espera, de amor, de oración y de penitencia, vio cumplida su esperanza y compensados los sacrificios con la conversión de su esposo. Más tarde se le oirá repetir: “Todos mis sufrimientos los doy por bien empleados con tal que se salve un alma”.

Cuatro años de “vida nueva” confirmaron la autenticidad de la conversión y preparación de Don Joaquín para su salida de este mundo. Con su muerte terminó la misión de esposa de Dña. Carmen, pero, hecha para cosas grandes, tiene que iluminar otra faceta de la vida. Ya viuda, sedienta de “Absoluto”, se dio más plenamente a Dios. Influida por el espíritu franciscano, profundizaba cada vez más el sentido de la fraternidad universal, de la pobreza y de amor a la humanidad de Cristo. La Tercera Orden Franciscana Seglar, a la que pertenecía, admirada por su virtud, piedad y dedicación a los necesitados, la eligió Maestra de Novicias.

No tuvo hijos; pero ello no le impidió tener un corazón de Madre siempre a punto para los que la necesitaban. Una y otra vez se preguntaba: ¿Puedo hacer algo por ellos? Con realismo empezó por donde le era posible. Hizo un ensayo de colegio en su casa y prosiguió sus visitas a los pobres y enfermos.

Incansable, tiene valor para decir otra vez al Señor, como en sus años jóvenes, ¿Qué quieres que haga?. Consultó, reflexionó, oró. Ayudada por su Director espiritual, el Capuchino Fray Bernabé de Astorga, el 8 de mayo de 1884, fundó el Instituto religioso hoy llamado de Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones.

Atrás quedaba como estela luminosa la ejemplaridad de su vida seglar como joven, esposa y viuda. Con un gran peso de madurez y de virtud probada, se enfrenta como Fundadora con los inicios de una Obra en la Iglesia y se nos revela como un modelo de religiosa la que desde ahora llamaremos Madre Carmen.

La Congregación, dentro de la Familia Franciscana, tiene unas notas peculiares y una espiritualidad propia, basada en el Misterio del amor del Corazón de Cristo y en la Fidelidad al Corazón de María. De estas fuentes sacará Madre Carmen inspiración para acercarse a quienes la necesiten, y para impulsar y orientar la fuerza apostólica de la Congregación hacia la educación de la infancia y juventud, el cuidado y asistencia de los enfermos, ancianos y necesitados, con un estilo que recuerda al de Francisco de Asís: “sin apagar el espíritu”.

Madre Carmen vio aumentar la Congregación en número de Hermanas y de Casas, que se extiendían por la geografía española en Andalucía, Castilla y Cataluña. Como obra de Dios, tenía que ser probada y lo fue en la persona de su Fundadora. Dificultades, humillaciones, incomprensiones tanto más dolorosas cuanto de procedencia más cercana, recayeron sobre Madre Carmen sin arredrarla. Quien la conoció a fondo, pudo decir: “esta mujer tiene más fe que Abrahám”•.

Cada golpe de la tribulación la fue adentrando en el Misterio de Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo. Por eso dirá a las Hermanas: “La vida del Calvario es la más segura y provechosa para el alma”. En esta actitud serena de abandono en las manos de Dios, se ocupaba de los asuntos de la Congregación. Llegó a abrir hasta once Casas; fue constante su interés por todas y cada una de las Hermanas.

Si toda su vida estuvo orientada a Dios, en la recta final aceleró el paso, vivía como lanzada, hablaba mucho del cielo. Así, desprendida de todo, mirando la imagen de la Virgen del Socorro, murió en el convento Nuestra Señor de la Victoria, de Antequera, la primera Casa de la Congregación, el 9 de noviembre de 1899.

Superó con una altura espiritual extraordinaria todas las situaciones que la vida puede ofrecer a una mujer: niña y joven piadosa, alegre y caritativa; esposa entregada a Dios y fiel a su marido, sin escatimar esfuerzo en los largos años de su difícil matrimonio; viuda magnánima y de profunda espiritualidad; y ejemplar religiosa consagrada al Señor.

Todas las etapas de su vida parecen tener un denominador común: profunda raíz en el amor de Dios, y firme voluntad de crear comunión en cuantos la rodean. Su Congregación de Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, traduce la fraternidad franciscana en sencilla y abnegada vida de familia, confiada siempre en la Providencia del Padre y atenta al Espíritu que la mantiene en verdadera unión.

Autor: Sec. Particular

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