NoticiaActualidad Miles de malagueños ponen a sus hijos al amparo de María Publicado: 29/01/2006: 390 • El día dos de febrero se celebra la fiesta de la Presentación del Señor “Cuando llegó el tiempo de la purificación...”, dice san Lucas que María y José, cumpliendo la ley de Moisés, fueron a consagrar a su hijo al Templo. Este hecho es el que celebramos el día 2 de febrero. “Cuando llegó el tiempo de la purificación...”, dice san Lucas que María y José, cumpliendo la ley de Moisés, fueron a consagrar a su hijo al Templo. Este hecho es el que celebramos el día 2 de febrero, fecha en que miramos también cariñosamente a la figura de María en su advocación de Virgen de la Candelaria. En nuestra diócesis, los seguidores de aquel niño que es verdadero Dios y verdadero hombre, también tenemos una cita con una tradición que sobrepasa la “ley” de nuestras costumbres y se convierte en una ocasión de encuentro con el Señor: la presentación de los niños a la Virgen María. Muchas comunidades celebran, mediante una sencilla ceremonia, la bendición y presentación de los pequeños nacidos en el último año. Éstos son presentados a la Madre de Dios, que veneramos bajo distintas advocaciones. Desde hace treinta años, la Virgen de la Fuensanta, patrona de la localidad malagueña de Coín, es la protagonista de esta fiesta. Es ya tradición que los niños nacidos en el último año, aunque no estén todavía bautizados, sean acercados a la Parroquia de San Juan por sus padres y abuelos para ser presentados ante la imagen de María. En esta ceremonia se bendice a las madres y luego éstas van acercando a sus hijos a la imagen de María. El párroco de San Juan y San Andrés, Gonzalo Martín, nos cuenta que la media de niños que acuden a esta celebración es de unos doscientos, ya que no sólo participan los que nacen en Coín sino también aquellos que han nacido en el seno de familias que son de allí y viven fuera. Pero la fiesta de la presentación no sólo es cosa de niños. Los adultos son parte esencial de esta fiesta, especialmente los ancianos, ya que “es raro el niño que viene sin su abuela”, dice Gonzalo. Por eso, a través de esta ceremonia, se intenta no sólo dar cumplimiento a una tradición de años, sino ayudar a la gente a tomar conciencia de nuestra realidad de hijos de Dios. “La celebración prácticamente es una catequesis de nuestra filiación divina y del compromiso cristiano con los demás”, añade el párroco. Loli y Mari, dos feligresas que presentaron a sus hijos el año pasado, contaban a la redacción de DIÓCESIS que el momento de acercarse con sus pequeños al camarín de la Virgen, tras la liturgia de la Palabra, es algo que les costará olvidar. “A la Virgen la siento como madre -nos dice una de ellas. María, haciendo lo mejor por su hijo, lo llevó al Templo para consagrarlo. Nosotros se los presentamos para que Ella nos ayude en su educación humana y cristiana. Además, nos gustaría que les ayudara a ellos a vivir como cristianos, que a día de hoy es muy complicado”. Gonzalo Martín nos cuenta que, después de este acercamiento de los padres, sería ideal seguir trabajando con ellos para que continúen acompañando a sus hijos en su camino de fe, pero que todavía queda mucho trabajo por hacer en ese sentido, aunque se intenta. Mari y Loli sí tienen claro que van a caminar junto a sus niños en su formación cristiana. “Primero en la familia, intentando ser un ejemplo para ellos con nuestro matrimonio, con los otros hijos mayores, preocupándonos de su educación y de su formación cristiana. Después, acercándolos a la otra gran familia que es la Iglesia. Tenemos que enseñarles desde chicos quién es Jesús, quién es la Virgen, cómo tienen que hablar con ellos a través de la oración y, sobre todo, que aprendan en nuestra familia a vivir como cristianos, esforzándonos nosotros, los padres, en serlo también”. Para Gonzalo, el párroco, es una oportunidad inigualable de trasmitir el amor de Dios el hecho de que, a los cuarenta días del nacimiento de Jesús, cuando fue presentado en el Templo, nosotros acudamos también a la iglesia al encuentro de Cristo, presente en la Eucaristía, en su Palabra y en los brazos de María, que hoy nos acoge también a cada uno de nosotros. Autor: Revista Diócesis