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Una tradición familiar unida a la corona del Cristo de Mena

Publicado: 31/03/2025: 1474

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Ramón Gómez Ravassa (Málaga, 1942) es congregante de Mena desde los nueve años. Nos comparte una devoción familiar que se forja en la intrahistoria de la hermandad. Junto a sus nietos Marta Gómez de Lara y Nono Gómez Rodríguez, es el encargado de hacer cada Cuaresma la corona que lleva el Cristo de la Buena Muerte

 

¿Cómo empezó, Ramón?
Era el año 1987. Le había contado al hermano mayor que antiguamente se le hacía al Cristo una corona con espinos que, después de Semana Santa, se le daba como recuerdo a algún benefactor. Hablamos de la posguerra, así que cualquier ayuda era muy valiosa. A él le pareció bien recuperarlo y me dijo: «hazla tú». Y desde entonces, todos los años se ha hecho una corona, además de para el centenario y para el Via Crucis presidido por el Papa en Madrid por la JMJ de 2011.

En casa cortan, trenzan y ensamblan los espinos hasta formar la corona para su posterior secado. ¿Quiénes le ayudan?
Desde hace 10 o 12 años se unió mi nieta mayor, Marta, y ahora se ha unido un segundo, Nono. Lo siento como un honor que tiene mi familia, y que gracias a Dios seguimos manteniendo. Ha habido años en que han venido hasta mis siete nietos a cortar espinitas. Eso me llena de satisfacción. Se termina todo cuando el Cristo ya está en el túmulo, en la semana de Pasión, de forma que se ajuste perfectamente y que respete al máximo la policromía, que no le haga daño a la imagen. La colocación definitiva es por parte de las autoridades, el Viernes de Dolores.

¿Qué significa interiormente?
Vivirlo en familia, con mis tres hijos, siete nietos y dos bisnietos, es un honor para mí. El proceso de elaboración es un momento de encuentro especial, como una fiesta familiar, digamos. Nos pinchamos, nos reímos… Pero el ponerle la corona al Cristo, tienes que hacer un esfuerzo para superar la resistencia humana de darte cuenta de que tú estás poniendo la corona de espinas al Señor. Eso es duro, emociona. Lo haces porque sabes que es para bien, que estás contribuyendo a esa catequesis que son nuestras procesiones.

Marta y Nono, ¿y vosotros? ¿Cómo lo vivís?
M: A mí me sigue poniendo los pelos de punta. No sé describirlo con palabras. Es más que un sentimiento, es amor, compañerismo… y el momento de la primera prueba, siempre me tiemblan las piernas.
N: De pequeño lo veía y disfrutaba, ahora que he crecido, me he unido al equipo y aprecio cada vez más lo que hacemos. Cuando empezamos la corona, siento que ya queda nada para el Jueves Santo, y poder acompañarlo en la calle.

 

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