En el evangelio de hoy, Jesús proclama la regla de oro de la moral: «tratad a los demás como queréis que ellos os traten». Esta norma está grabada en el corazón de todos los hombres, sea cual sea su fe, sea cual sea su religión. Solo hay un problema: es imposible de cumplir solo en nuestras fuerzas. Por más que nos empeñemos en hacer el bien, en no devolver mal por mal, en no ser egoístas o envidiosos, no conseguimos salir de nuestra debilidad intrínseca. Tendríamos que corregir el rumbo 180 grados, convertirnos (decimos en tiempo de Cuaresma) y esa fuerza solo puede venir de arriba. La solución nos la da Jesús también hoy: pídela, búscala, llama...