“Todos los días enseñaba”. Qué alegría poder contar a diario con las enseñanzas de Jesús en el templo. A diario, siempre que se pudiera, convendría que el cristiano católico participara de la Eucaristía. Vivimos una situación de absoluto privilegio en muchas localidades: diferentes horarios de Misa a diario, distintos templos en un radio pequeño, sacerdotes dispuestos a la atención pastoral… En todo el mundo, desgraciadamente, no siempre es así. Aprovechemos la oportunidad de encontrarnos a diario con el Maestro en el templo y celebrar el centro y raíz de la vida cristiana: la Eucaristía.