Las cosas, siendo fáciles, no siempre son sencillas de vivir. A veces vivimos embotados por nuestras particulares prioridades y pasiones. Olvidamos que solo una cosa es necesaria en la vida. Y olvidamos elegirla: estar con el Señor. Vivir al cobijo de su misericordia. Es una manera sana y limpia de descubrir cada día la novedad del Evangelio y de estar preparados, porque el día que menos pensemos viene el Hijo del Hombre. Se manifestará en poder y gloria. No siempre entendemos la vida así. Vivimos ahogados en nuestros particulares mundos a la espera de que allí se reúnan los buitres, aún sin saberlo.