Herodes tenía ganas de conocer a Jesús. Por curiosidad, por interés o no se sabe muy bien por qué. O todo junto a la vez. Lo cierto es que tenía ganas de ver a Jesús. ¿Se mantiene este interés por Cristo en las gentes? ¿Despertamos el interés del conocimiento de Dios en nuestros contemporáneos? ¿Buscamos el encuentro con el maestro de Nazaret en nuestra vida y en la de los demás? Da igual el camino que nos conduzca al encuentro con Cristo. Pero que éste se dé: que el encuentro con el Señor sea una realidad en nuestra vida y la de quienes nos rodean. El mundo necesita del mensaje revolucionario de Cristo.  De la misericordia de Dios.