NoticiaMedalla Pro-Ecclesia Malacitana Antonio López: «Empecé como monaguillo, con unos 8 años, y aquí sigo» Publicado: 01/07/2024: 4302 Espíritu Santo. Ronda Antonio López Anet es feligrés de la parroquia Espíritu Santo, en Ronda, donde recibió el pasado mes de junio la Medalla Pro Ecclesia Malacitana, junto a otra feligresa, Josefa Hiraldo López. ¿Qué significó para usted recibir la Medalla Pro Ecclesia Malacitana? No sabría ni describirlo. Para mí ha sido una gracia de Dios porque uno presta el servicio sin esperar nada a cambio. Fue una gran sorpresa para mí, aunque todo el mundo lo sabía, y me quedé sin palabras cuando me dio la noticia el párroco, Francisco Sánchez. ¿En qué tareas de la parroquia se ha implicado? En la parroquia llevo toda la vida, nací en el barrio de San Francisco, en el que se encuentra la parroquia, y allí sigo viviendo. En esta parroquia recibí el bautismo, la confirmación, la comunión… y toda mi familia. Era monaguillo desde el año 58, con apenas 8 años y he estado con unos 13 párrocos. La verdad es que me considero un monaguillo que ha estado dispuesto a todo lo que ha hecho falta, sobre todo cuando ha hecho falta pedir para la parroquia y para los hermanos, que es un don que me ha dado Dios. He sido funcionario 40 años en el Ayuntamiento de Ronda y, gracias a mi trabajo, también he podido ayudar a mucha gente. ¿Cómo definiría usted su parroquia? Para mí, la parroquia es la que aúna al barrio del que yo soy parte. La parroquia es un todo para mí y desde ella nos movemos para ayudar a los demás. ¿Por qué le da usted gracias a Dios? Le doy gracias a Dios por todo, para empezar por mi familia, estoy casado y tengo un hijo y una hija y cuatro nietos (3 niños y 1 niña). Me quedé huérfano de padre con dos años y mi madre nos sacó adelante a mi hermano y a mí y siempre doy gracias a Dios por todo, ella así me lo enseñó. Yo he recibido mucho bueno y tengo que devolverlo de alguna manera y eso es lo que me mueve a ayudar a los demás en lo que pueda. Y también le doy gracias al párroco, Francisco Sánchez, por acordarse de mí; a Salvador Guerrero, anterior párroco; al Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, por concederme la Medalla y a todos mis vecinos, porque sin ellos yo no hubiera hecho nada.