Qué cuidado hay que tener con los mediocres. Y con los que se creen su propia verdad. Y con quienes destrozan a los demás en nombre de Dios. Por sus frutos los conoceremos. Desgraciadamente en la comunidad cristiana se da. Hay árboles malos que no dan fruto. Por muy bellos o defendibles que a primera vista parezcan. Incluso abanderando la doctrina. Conviene esperar. Serena pero certeramente. Hacer un ejercicio de discernimiento para prestar nuestra adhesión o no. No obstante, conviene recordar a tiempo y destiempo que en quien debemos poner nuestra mirada es en el Señor. Y solo en Él. Y desde Cristo y su evangelio analizar la vida y nuestras particulares adhesiones.