NoticiaOpinión A todas las gentes. A propósito de los cementerios Pedro J. Marín Galiano OFS Publicado: 01/11/2023: 11958 Diácono permanente El diácono permanente Pedro J. Marín Galiano, OFS, que sirve en las parroquias de la Asunción y San Vicente de Paúl, comparte esta reflexión sobre la labor de la Iglesia de Málaga en sus cementerios. “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y estad seguros de que yo estaré con vosotros día tras día, hasta el fin del mundo”. Las últimas palabras que Jesús escoge para sus discípulos en el Evangelio de Mateo contienen un mandato y una promesa. En cuanto al mandato de la misión universal, uno podrá llevarlo a cabo allá donde se encuentre, ya sea en su barrio o en el caserío más minúsculo de la ribera del Ucayali. Pero no hay un lugar donde confluya con mayor contundencia la realidad de “todas las gentes” que en los cementerios. A las parroquias va quien quiere, y en las misiones más lejanas de ultramar nos encontraremos a quienes las habiten y sostengan. Pero son los cementerios el verdadero punto de convergencia en el que brilla con mayor fulgor la oportunidad de consolar y hacer discípulos “a todas las gentes”: los que creen, los que no creen, los que van convencidos, los que asoman por compromiso, los que se sienten incómodos, los que se saben reconfortados, los defraudados, los ricos, los pobres, los que tienen estudios y los que no. Y en este marco, es precisamente con el colofón de las palabras de Cristo con lo que hemos de dar luz y esperanza no sólo a la realidad de la hermana muerte, que diría san Francisco de Asís, sino también a la soledad y al dolor de quienes se quedan sujetando la ausencia: “Yo estaré con vosotros día tras día, hasta el fin del mundo”. A fin de cuentas, uno podrá creer que tiene mucha fe, poca o ninguna. Pero cuando llega el momento, y siempre llega, en el que alguien querido se nos va, la pregunta nos atraviesa sin mesura a todos: ¿y ahora en qué creo yo? Es ese el momento crucial en el que habrá que transmitir, siempre con la mayor calidez y ternura, echando raíces con cada familia, que, frente a la opción de poner nuestra esperanza en las fuerzas propias, en el ocio o en la cuenta corriente..., existe la alternativa de entregarse confiadamente a un Dios que, también en el dolor, nos seguirá recordando de mil y una maneras que si un día nos dio la vida no lo fue para dejarnos atados a la muerte. Esa y no otra es la labor de cuantos tenemos la suerte y la oportunidad de servir de vez en cuando en la capellanía de los cementerios: recordar a “todas las gentes” que, en mitad de la más dolorosa de las pérdidas, en las fragilidades y en el vacío más silencioso, Cristo se sigue haciendo presente, día tras día, para sujetarnos a su resurrección. Pedro J. Marín Galiano, OFS Diácono de las parroquias de la Asunción y San Vicente de Paúl