¿Qué ha supuesto para ti cerrar esta etapa?

Ha supuesto muchísimo porque, he de reconocer que estos estudios no son como otros, hacen que te impliques en ellos existencialmente. Cuando uno se para y mira su historia de estos cinco años de estudios, ve muchas ilusiones, ganas, esfuerzo, también muchas dificultades, porque coincidió con el COVID, tiempo en el que tuvimos que suspender las clases… han sido muchas vivencias pero con mucha alegría lo acabo, muy contento, y sabiendo que han transformado mi manera de vivir la fe y que seguro me van a aportar unos recursos maravillosos para mi tarea apostólica.

No son los únicos estudios que estás realizando, ¿no es así?

Así es, también estoy cursando el Grado en Filosofía, del que me queda muy poco, así que, después me lanzaré al mundo laboral. 

Eres muy joven, ¿cómo se te ocurrió comenzar a estudiar Teología? 

Resulta que yo siempre había tenido esa inquietud. Tengo la gran suerte de haber nacido en una familia cristiana y la fe era algo muy cotidiano en casa. Siempre he tenido muchas preguntas e inquietudes, que hablaba con mis padres, mis catequistas y mis amigos. Cuando descubrí que, el año en que yo comenzaba los estudios universitarios nacía en Málaga el Bachiller en Teología, me lancé, sin lugar a dudas, y la verdad es que estoy muy contento de haberlo hecho. 

¿Lo recomiendas, entonces? 

Por supuesto que sí. Y además lo hago por muchas razones. En primer lugar porque, la Teología es una necesidad de la fe, como diría san Anselmo, es la fe que busca comprender. Es por ello que, a los que tenemos esa vivencia de la fe, cada uno desde sus condiciones de vida, nos surgen preguntas e inquietudes que la Teología es capaz de responder. En segundo lugar, porque el Centro Teológico que tenemos en Nuestra Diócesis de Málaga es maravilloso. En él estudiamos religiosos y laicos, donde hay jóvenes y quienes tienen “juventud acumulada” y es un lugar maravilloso de comunión.