NoticiaCáritas Cáritas da un paso más en la atención a las personas inmigrantes Publicado: 22/04/2022: 10014 Acogida Una tercera vivienda en la barriada de Barcenillas se suma a los recursos que la institución pone al servicio de las personas que llegan a nuestra ciudad y carecen de medios económicos. Este espacio de transición, considerado como segunda fase del mismo proyecto creado en 2005, se ha concebido como paso previo a la integración social para aquellos participantes que consiguen un empleo estable. Los pisos de integración sociolaboral para inmigrantes, situados en Carrera de Capuchinos y Héroes de Sostoa, llevan 17 años ofreciendo oportunidades a las personas inmigrantes que llegan a nuestra ciudad en condiciones de máxima vulnerabilidad y cuentan con la colaboración del Ayuntamiento de Málaga. Ahora Cáritas Diocesana da un paso más en su apuesta por mejorar la atención prestada a estas personas poniendo a su disposición en Barcenillas un nuevo espacio de transición, una vivienda independiente donde las personas acogidas en los pisos, que logran acceder a un empleo, puedan adaptarse de manera transitoria y progresiva a su nueva situación social y laboral, antes de emprender su propio camino. El tiempo que nos regalan es un don Natural de Venezuela, Carlos Tasende (27) es la primera persona que, tras un periodo de 13 meses en una de las viviendas iniciales, ha podido acceder a esta segunda fase del proyecto en la que se ha instalado recientemente junto a su madre, Nora. Ambos cuentan con estudios superiores. Él es comunicador social y ella es pediatra especializada en endocrinología. El trabajo que desarrolla Carlos como vigilante desde hace más de un año ha posibilitado este decisivo avance en sus vidas, un escalón previo para su plena integración social. «No tengo palabras para elogiar lo importante que ha sido para mí la oportunidad de entrar a formar parte de este proyecto que, además, ha posibilitado mi reunificación familiar. Gracias a Dios y al compromiso de tantísimas personas, mi madre y yo estamos viviendo en un entorno seguro y hogareño», afirma Carlos. La estancia en el piso exige el compromiso de aprovechar los procesos formativos que se ofrecen, para seguir manteniendo y mejorando las condiciones laborales de quienes participan en este proyecto. «Somos muy conscientes de que el tiempo que nos regalan es un don. Por eso, también nosotros, impulsados por un compromiso firme con otras personas necesitadas, deseamos convertirnos en promotores de la solidaridad activa, inclusiva y universal que hemos experimentado en primera persona, con apuestas concretas y personalísimas, nacidas de dos corazones que se saben queridos y amados por Dios», añade Carlos. «Estamos muy agradecidos por todas las privaciones voluntarias, renuncias y oraciones que han posibilitado y mantenido este proyecto; sabemos que detrás de cada una de ellas hay seres anónimos que optaron por compartir amorosamente sus bienes. Que Dios les pague con creces tanta generosidad». Durante más de un año Carlos ha convivido en armonía con otras cuatro personas. «Tanto esta vivienda como la que se encuentra en la zona de Capuchinos, dispone de cinco plazas para hombres de entre 21 y 45 años, y una plaza familiar que puede ser ocupada por mujeres de esta misma edad que estén acompañadas por un hijo menor de 10 años. La familia se unifica en una habitación y las demás son compartidas por los demás residentes», explica María Rosa Gutiérrez, responsable del área de Acción Social de Cáritas en el que se encuadra este proyecto. Según destaca la responsable, «quienes acceden a este recurso son personas que carecen de hogar y cuentan con una serie de dificultades comunes como la falta de documentación legal, el desconocimiento del idioma y la cultura del país de llegada, la falta de vivienda y de medios económicos, la imposibilidad de trabajar, la ausencia de redes de apoyo, diferentes problemas de salud, y situaciones vitales marcadas por procesos traumáticos hasta llegar al destino». De la coordinación y supervisión diaria de este proyecto se encarga la religiosa dominica MSF Petri Peloche. «Cuando las personas llegan a los pisos de acogida, derivadas desde Puerta Única, que es el recurso de primera atención de la Agrupación de Desarrollo para personas sin hogar, el equipo del proyecto valora cada situación y, tras su acogida, se inicia un periodo de prueba de 15 días para valorar su adaptación al recurso y a la convivencia con los demás compañeros. Una vez superada esta etapa, se inicia un proceso de acompañamiento integral en el que se promueve la autonomía como eje transversal. Una parte fundamental del proyecto consiste en ofrecer a los participantes un tiempo para que puedan centrarse en adquirir las competencias necesarias, mediante la formación, para acceder a un empleo. También la orientación y el asesoramiento forman parte del quehacer diario». Posibilidades de salida Generalmente, el último paso se produce cuando se cumplen 18 meses de estancia. Ese es el momento en el que se comienza a trabajar sobre las posibilidades de salida, que suelen concretarse en un plazo de 6 meses. Desde que se pusiera en marcha esta iniciativa en el año 2005, por este proyecto han pasado más de 600 personas. Entre ellos se encuentra Mohamed (22), un marroquí que llegó a España en plena pandemia y que inició su andadura en el centro de acogida nocturna Calor y Café. En este tiempo, fruto de un gran esfuerzo, ha logrado conseguir el título de Secundaria. Actualmente estudia un grado medio de soldadura y calderería. «Desde que llegué a Calor y Café mi experiencia ha sido muy buena. Allí encontré a gente maravillosa y muy especial para mí. Aún estoy en el piso de acogida donde se me han ofrecido muchas cosas, sobre todo, la posibilidad de poder seguir adelante y construir un buen futuro. Ellos nos están apoyando y yo me siento muy agradecido porque con su ayuda puedo seguir estudiando hasta que consiga mis papeles», concluye Mohamed.