NoticiaOpinión Sobre la fe infatigable Publicado: 24/08/2020: 20157 La fe es un don. Un don que se convierte en tarea. Una fe sin obras es fe vacía. Alimentar la fe exige trabajar la comprensión, la confianza y la lealtad. Una comunidad cristiana, llamada a vivir la fe unida, necesita de una vivencia real de la comunión: no una comunión ideologizada, ni sectorizada, ni diluida. La comunión es un signo patente de la fe que nos gloriamos profesar, una muestra del amor vivo. La fe es aliada en el tiempo, supera egoísmos e ilumina el bien común. El aislamiento, la sospecha, la reclusión son enemigos íntimos de una vivencia sana de la fe. El demonio, que existe, desea debilitar la fe para a su vez debilitar a la comunidad cristiana: divide y vencerás, recordará el adagio. Por el contrario, la unión expresa de manera visible el deseo de Jesucristo de que todos sus seguidores sean uno gracias al don de la fe. La virtud teologal de la fe es fuerza vital de la iglesia universal y de cada comunidad cristiana en particular. La fe reviste de belleza cualquier comunidad, porque está reflejando el ser más íntimo de Dios, Uno y Trino.