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#COVID-19. «Gracias por llevar la comunión a mi madre»

Capellanes voluntarios en hospitales
Publicado: 05/05/2020: 19913

Los capellanes de hospitales contemplan el testimonio de fe de los afectados por el Covid-19.

El coronavirus está dejando numerosos ejemplos de fortaleza en la fragilidad. La fe de los pacientes ingresados en los centros sanitarios, así como del personal que los atiende, es uno de los mensajes más hermosos de esperanza que está recibiendo la sociedad española. La confianza en Dios, alentada por los sacerdotes, sostiene a quienes luchan contra el virus en su propia carne.

LUISA

Uno de ellos es Luisa, que ingresó en el Hospital Clínico Universitario el Jueves Santo y recibió el alta veinte días después. Su hijo Rafael no tiene palabras para agradecer cómo ha sido cuidada allí por todo el personal. «Ha estado atendida perfectamente desde un punto de vista sanitario, pero también se ha sentido querida y acompañada por vosotros», expresa en un mensaje que les ha hecho llegar. «Todos los que formamos parte de la familia estamos profundamente agradecidos por esta labor que lleváis a cabo. No encontramos medios para haceros llegar suficientemente nuestra gratitud. Detrás de las mascarillas y gafas, hay caras anónimas, de personas desinteresadas, a las que me encantaría poner rostro, poder dar un abrazo y mostrarle todo mi afecto». Luisa es una mujer muy creyente, que vive su fe con alegría. Para este hijo, el acompañamiento desde la fe llevado a cabo por los capellanes ha sido fundamental. «Gracias por llevarle la comunión a mi madre, porque sin Él, sin Jesús, nada es posible. Que el Señor os bendiga a todos», termina diciendo.

PAQUITA

Paquita es ejemplo de quienes mueren abrazados a la cruz de Cristo. Era natural de Alhaurín, y antes de fallecer el pasado 1 de mayo, tras dos meses aislada, el sacerdote que ha estado visitándola cuenta que le confesaba sus deseos de que el Señor se la llevara ya. «“¿Eso es malo, padre?”, me preguntaba. Yo le dije que se pusiera en manos de Dios. Ha comulgado todos estos últimos días. Ayer era yo quien le daba la mano, y hoy es Dios el que le ha dado su beso eterno», cuenta emocionado este sacerdote.

Ana María Medina

Periodista de la diócesis de Málaga

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