DiócesisHomilías

Funeral del Padre del Rvdo. Gustavo Mills Escobar (Parroquia de San Patricio-Málaga)

Publicado: 20/01/2019: 3175

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, en el funeral del Padre del Rvdo. Gustavo Mills Escobar.

FUNERAL DEL PADRE

DEL RVDO. GUSTAVO MILLS ESCOBAR

(Parroquia de San Patricio, 20 enero 2019)

Lecturas: Is 62,1-5; Sal 95,1-3.7-10; 1 Co 12,4-11; Jn 2,1-12.

1.- Dios se desposa con su pueblo Israel

Estamos participando en una celebración festiva, aunque estemos en un funeral; porque las celebraciones son siempre festivas y gozosas. La en la resurrección del Señor no quita el dolor de la separación del ser querido; en este caso de la separación de vuestro esposo, de vuestro padre o de vuestro familiar y amigo. La fe nos ayuda a vivir este acontecimiento con una luz especial. Hemos encendido el Cirio pascual, que representa a Jesucristo resucitado; nos unimos a su resurrección. Esa luz de Cristo, que representa el don de la fe, la esperanza y el amor que recibimos en el Bautismo, nos hace vivir las realidades temporales de otra manera. La liturgia con sus cantos nos anima a dar gracias a Dios por un ser querido, por la vida, por la fe; y nos alienta a pedir a Dios que acoja a nuestro hermano en el reino de la luz y de la paz, en la vida eterna.

Las lecturas de hoy nos ofrecen las imágenes del esposo y del buen vino; imágenes que tienen un significado precioso para nuestra vida. El profeta Isaías emplea la imagen del desposorio para expresar el gran amor que Dios tiene hacia su pueblo Israel: «Como un joven se desposa con una doncella, así te desposan tus constructores. Como se regocija el marido con su esposa, se regocija tu Dios contigo» (Is 62,5).

El Dios de Israel rescata a su esposa, que ha estado como una tierra abandonada y devastada; ahora la desposa y la llena de bienes, la hermosea, poniéndole la corona y la diadema real (cf. Is 62,3).

El Dios y Padre de nuestros Señor Jesucristo también ama a su Iglesia, Esposa de Cristo, y a cada uno de nosotros; y nos colma de sus gracias. Los Santos Padres dicen que lo se dice de la Iglesia, Esposa de Cristo, se aplica a la Virgen María, la Madre del Señor y esposa del Espíritu Santo; y se puede decir también de cada una de las almas, a las que el Espíritu hace templos suyos.

Hoy quiere colmar con sus dones a nuestro hermano Roger, después de haberlo rescatado del pecado original con las aguas bautismales. Hoy termina su peregrinación en este mundo. Durante su vida temporal él perteneció a la iglesia evangélica; pero con un gran respeto hacia los suyos, sobre todos hacia sus hijos para que pudieran vivir libremente la fe católica. Y el Señor incluso ha regalado a la Iglesia un hijo sacerdote, Gustavo. Demos gracias a Dios por todo ello. Hoy el Señor lo desposa definitivamente, ofreciéndole su amor infinito; amor de esposo, amor de donación, amor de oblación hasta dar la vida. Hoy el Señor le otorga el abrazo de amor más grande que nuestro hermano pueda recibir: el abrazo definitivo y eterno para gozar del amor de Dios para siempre. Y ese mismo abrazo de Esposo nos lo tiene reservado el Señor a cada uno de nosotros. Por eso tenemos motivos de alegría, más que de tristeza.

2.- Las bodas de Caná de Galilea

El evangelista Juan nos narra que Jesús fue invitado a unas bodas en Caná de Galilea y le acompañaban su madre y sus discípulos (cf. Jn 2,1-2). El pasaje es muy conocido de todos.

Al faltar el vino, su madre se lo dijo a Jesús; no le pidió nada, simplemente observó la falta de vino. Y aunque éste no parecía hacerle caso, argumentando que todavía no había llegado su “Hora”, la madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga» (Jn 2, 5).

Entonces Jesús convirtió en vino seis tinajas de cien litros de agua (cf. Jn 2,6-9). Como pudo comprobar el mayordomo, que no conocía lo sucedido, aquel vino era el mejor, el bueno (cf. Jn 2,10), respecto al que se había servido antes.

Este fue el primer milagro de Jesús, para manifestar su gloria (cf. Jn 2,11). Y es significativo que esto ocurriera en el contexto de una boda, para significar que él ha venido a desposarse con la humanidad, con la Iglesia que él instituye, con cada uno de nosotros, para llegar al corazón de cada persona en la honda dimensión esponsal, para llenar de sentido y de alegría la vida humana.

El papa Francisco nos invita a realizar el itinerario de Caná: “Las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con cada uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre asentarse en amores duraderos, en amores fecundos, en amores alegres. Demos un lugar a María, «la madre» como lo dice el evangelista. Y hagamos con ella ahora el itinerario de Caná” (Homilía en el parque de los Samanes-Guayaquil, 6.07.2015). ¡Dejémonos amar por el Señor! Pedimos que nuestro hermano Roger se deje amar por el Señor con amor esponsal, con amor verdadero, con amor fecundo, con amor gozoso.

3.- Invitados a las Bodas eternas del Cordero

El vino nuevo es la obra salvífica y escatológica de Jesucristo, definitiva, fecunda, que irrumpe en la historia y en la vida humana, renovándolo todo; transformando en vino bueno lo que sólo era agua. Este vino nuevo ayuda a encontrar la alegría a quien le falta vino, como a los novios. El vino de Jesucristo llena de amor y de gozo a quien participa en su banquete.

Después de una vida temporal sirviéndose de simple agua, o de vinos menos buenos, el Señor quiere renovar ahora a nuestro hermano Roger con el vino de la eterna alegría y del eterno amor. Pedimos para él la alegría de la vida verdadera en Dios por toda la eternidad.

Queridos hermanos, estamos invitados a las Bodas eternas del Cordero. El Señor nos renueva cada vez que participamos de la Eucaristía, memorial de su entrega de amor por la humanidad. Él quiere que dejemos de beber el agua o los malos vinos y bebamos el vino bueno de su banquete. ¡Cuántos vinos malos, agrios y sin sabor estamos bebiendo! Esos vinos no nos dan la felicidad ni el gozo. ¡Cuántos vinos malos bebe mucha gente, buscando la felicidad donde no está, sin disfrutar del amor de Dios, sino de banalidades! Ante los restos mortales de nuestro hermano Roger es un momento de libre decisión y oración al Señor para pedirle que nos dé su vino, su Cuerpo y su Sangre, su gracia, su amor, su perdón para nosotros y para nuestro hermano.

¡Cantemos con el Salmo un cantico nuevo por las maravillas que ha hecho! Porque hemos sido salvados por Cristo y estamos invitados a participar en la fiesta de amor que nunca termina. Nuestro hermano Roger ya está celebrando esa fiesta, y nosotros nos preparamos para celebrarla.

Pidamos a la Santísima Virgen María que nos ayude a vivir la fe y a seguir con fidelidad al único y gran Maestro Jesucristo, participando del vino nuevo que él nos ofrece. Y pedimos por nuestro hermano Roger, para que el Señor lo acoja en las Bodas eternas del Cordero. Amén.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo