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Semblanza del sacerdote Francisco Molina Cabrillana

Publicado: 27/10/2018: 11856

El sacerdote Francisco Molina Cabrillana, párroco de La Purísima, ha fallecido el viernes 26 de octubre de 2018 en Málaga.

Semblanza de don Francisco Molina Cabrillana + Málaga, 26 de octubre de 2018

Francisco les nació a sus padres, Emilio y Concepción, casi como un regalo de Reyes, el 4 de enero de 1945, el primero de ocho hermanos. De la piedad familiar sencilla aprendió los primeros pasos en la fe. Para pasos, los que daba su padre, que recorría cada día a pie los siete kilómetros para ir y volver de Cuevas de san Marcos al pantano en el que trabajaba. Pero por la noche, al llegar, siempre una visita a la iglesia. Esos pequeños gestos se quedarían grabados, sin duda, en el corazón de Francisco.

Entra en el Seminario aún chaval, lo normal en aquella época. Francisco recordará gradecido el apoyo de don Antonio López Benítez. Si en casa sembraron en nosotros la semilla de la fe, cuántas veces el ejemplo de nuestros curas ha despertado y mantenido la chispa de la vocación. En el Seminario, el joven Francisco no se olvida de su familia: cada vez que vuelve a casa en aquellos años —cuenta uno de sus hermanos— siempre lleva un detalle, una manualidad, un regalillo.

Años intensos, en los que Francisco crece y la Iglesia bulle. Estudia la teología en Granada y se ordena en su pueblo el 9 de julio de 1971. A partir de ahí, un rosario de lugares en el que ha ido dejando buen hacer, tolerancia, respeto. Testigos sois quienes habéis querido acercaros a despedirlo entre ayer y hoy.

Después de su primer destino, en el Arroyo de las Cañas, vendrán Casarabonela, álora, Gibralgalia, Zalea, Cerralba, Alozaina, Pizarra. Siempre aquella comarca, salvo un par de años en Málaga, en la Palma-Palmilla. Y desde la época de Casarabonela su familia se ampliará a Pepe y Carmen, inseparables de Paco desde entonces.

De 1988 a 2010, veintidós años en Coín. También Monda. Y las clases del instituto. Siempre en buena relación fraterna con los sacerdotes y capaz de colaborar en esa pastoral común que seguimos trabajando hoy. En Coín se le ofrecen los catequistas del camino neocatecumenal y Paco se encuentra bien con ellos. Desde Coín colabora con las comunidades de san Patricio. Y seguirá sirviendo con dedicación al Camino cuando sea trasladado a Málaga, en 2010, a esta parroquia de la Purísima que lo despide. Y que también ha conocido su generosidad: «Nadie se iba de vacío cuando venía a verlo», aseguran.

La enfermedad siempre se lleva demasiado pronto a las personas que queremos. Ayer, Paco recibía la comunión; estaba tranquilo, contento. Le costaba hablar, pero se le entendían las palabras de gratitud y de confianza. Manifestaba su deseo de haber servido a la Iglesia y su disponibilidad al Sr. Obispo, si mejoraba; insistía en su agradecimiento sincero al P. Mayo, de la comunidad de los agustinos. Le recordamos que hoy, dentro de un rato, se ordenan tres diáconos en la catedral: «Paco, ¿qué quieres que les digamos de tu parte a esos chicos que empiezan?» «Qué bien, qué bien… La alegría, la alegría del Señor». La alegría del Señor. El mejor testamento.

José Emilio Cabra Meléndez 27 de octubre de 2018

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