NoticiaMigraciones Tender puentes Publicado: 22/11/2017: 11948 CARTA ABIERTA. José Luis Pinilla. Director del Secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. Hay personas que saben construir puentes donde otros construyen muros. Como la Iglesia quiere. Sobre todo desde que un hombre, desnudo y con los brazos abiertos, hace de su vida un puente indestructible –incluso para la misma muerte– entre el Cielo y la Tierra. Por eso, un extranjero , ¡sí un extranjero!, al verlo morir así hace la gran confesión : «¡Verdaderamente este hombre es el Hijo de Dios!». “Tender puentes” (acercarse físicamente a la sala de espera que es el norte de Marruecos) fue precisamente una de las propuestas concretas que se ofrecieron en el Encuentro de Frontera Sur en Málaga, recientemente. Más de 60 personas de Iglesia, de la Red “Migrantes con derechos”, del sur de España y del norte de Marruecos se esforzaron por acercar hercúleamente las dos orillas. Se trata de un espacio periódico de intercambio, coordinación, y reflexión compartida entre las distintas organizaciones eclesiales que trabajan con emigrantes (Cáritas, CEM, Justicia y Paz, y Confer). Para mantener la imprescindible tarea de la sagrada ley de hospitalidad. Esta hace que donde todos los demás ven a un emigrante, los cristianos veamos a un hermano. Al fin y al cabo, el cielo, la luz, la primavera, la tierra… Todo nos nutre en la Casa Común para quien sabe vivir agradecido sin poner exclusiones ni fronteras. Nos reuníamos en unas fechas en las que seguían aumentando la llegada de pateras, al sur y al este de España. El año 2017, 13.544 personas han sido rescatadas frente a las 5.384 del mismo periodo en 2016. Cartagena por ejemplo, ha ofrecido recientemente hasta sus polideportivos para acoger a cerca de 500 inmigrantes llegados en 47 pateras. Otras 152 personas han llegado a Motril, Tarifa, Almería, Torrevieja y Lanzarote… La Iglesia no quiere que se conviertan en noticia invisible y reclama rutas seguras y acogida fraterna. Lo trágico son los niños, las mujeres embarazadas, los más débiles y heridos que nos llegan y que se agarran como lapas a los primeros brazos humanitarios que encuentran. Aunque por desgracia otros son abrazados por la muerte. Como los tres últimos en las costas de Ceuta –uno de ellos de un joven casi adolescente–. Esta última tragedia sucedió en la noche. Mientras dormíamos. Murieron como sombras. Mientras también, quizás, nuestra conciencia duerme. Pero al alba... ¡Resucitarán! Y quizás, lo podremos ver... si despertamos. Porque sus hijos y hermanos seguirán llamando. Y aprenderemos, como quiere el Papa, a conjugar mejor con los hechos, cuatro verbos imprescindibles: acoger, proteger, integrar y promover.