En este evangelio de Juan nos encontramos con una escena muy especial. Un grupo de judíos intimida a Jesús y Él les reprocha su falta de fe: “Vosotros no creéis porque no sois mis ovejas.

Jesús les explica el significado de ser sus ovejas, ser de los suyos. Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen. Y desde entonces, tenemos muy claro que, para ser cristianos hacen falta dos cosas fundamentales: Escuchar su voz y seguirle, ser como Él, identificarse con Él.

Y por eso, nuestro trabajo a nivel personal y en nuestra misión evangelizadora es saber escuchar a Jesus. Nuestra tarea es aprender a escuchar, ejercitarnos en la escucha de su voz en el silencio de la oración y poner como prioridad en nuestras comunidades su Palabra.

Pero no basta solo escuchar su voz. Hay que seguirle, que significa identificarse con Él, creer lo que Él creyó, vivir austeros como Él vivió y entregar nuestras vidas por la causa por la que Él la entregó. Acercarnos a los más indefensos y desvalidos, los refugiados, los últimos. Enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con la que Él se enfrentó.

Y como recompensa a ese seguimiento incondicional, Jesús nos promete la vida eterna y que nadie nos arrebatará de su mano. Y con esta seguridad, nosotros sus seguidores, continuamos con confianza proclamando el reino y dando testimonio de su amor y su misericordia ofreciendo al mundo el servicio más noble y más digno que se pueda ofrecer.