DiócesisComentario al Evangelio

Comentario al evangelio del Domingo III de Pascua

Publicado: 07/04/2016: 1257

El sacerdote y profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, Rafael Vázquez, ayuda a profundizar en el evangelio del Domingo III de Pascua.

Los infiernos

Con el descenso de Jesús a los infiernos, al lugar de los muertos, donde nos dimos cita el Sábado Santo, la encarnación en cuanto kénosis (abajamiento) llega a su culmen. Allí Jesús tiende su mano salvadora a Adán y Eva y con ellos a toda la humanidad. Nadie queda excluido de la onda expansiva del amor de Dios capaz de vencer la muerte con la Resurrección.

En el Evangelio de este domingo Jesús vuelve a los infiernos de la vida de los discípulos, abatidos por el shock de la muerte de Jesús. Han vuelto a sus tareas cotidianas. Están vivos, pero en su interior ha muerto la esperanza. Y Jesús quiere resucitarlos con él. Será él quien recomponga sus corazones desilusionados con la delicadeza del ama de casa que pega una a una las piezas de aquel jarrón valioso que calló al suelo y quedó destrozado. Con este pasaje en el que Jesús prepara el alimento a los suyos en un clima de silencio misterioso, los discípulos retornan a la vida, la esperanza revive, y ya siempre que se reúnan en nombre de Cristo para compartir la comida, como hacemos al celebrar la Eucaristía, podrán ser partícipes de la resurrección que reanima sus vidas cansadas.

Con Pedro tiene un trato especialmente delicado: cura su pecado de negación con el bálsamo de la misericordia. Por tres veces su frágil cacharro de barro se estrelló contra el suelo. Y por tres veces usará Jesús la medicina del amor para recomponerlo y sacarlo del infierno de la culpa.

En nuestros infiernos también podemos encontrar la mano tendida de Jesús. Él está allí ofreciéndonos de nuevo la Vida, el bálsamo de la inmortalidad. Y en los infiernos del cansancio, de la desesperanza y el abatimiento de los hombres y mujeres de nuestra época ha de estar presente la Iglesia, sacramento de la Misericordia del Padre. Nuestros infiernos también son lugares de salvación donde puede rebrotar la esperanza del Resucitado.

Rafael Vázquez

Sacerdote diocesano, delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso y director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales.

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