DiócesisComentario al Evangelio

Comentario al evangelio del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

Publicado: 17/03/2016: 1141

El sacerdote del Opus Dei Ignacio Fornés profundiza en el evangelio de la Procesión de Ramos del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.

Joven y burro

Jesús entra triunfante en Jerusalén, pero -¡alucínate!- lo hace montado en un burro. Lo normal hubiera sido hacerlo a caballo, como los emperadores y conquistadores cuando entraban triunfantes en las ciudades. 

Pues, Jesús ha querido un burro, y, además, un burro joven, uno que nadie ha montado nunca, no en un burro viejo y terco, que va a lo suyo y no hace caso de su amo. Este burro es joven, obediente y dócil, con un trote ligero y, a lo mejor, con andares no muy elegantes, pero alegre y eficaz, humilde, que no reclama honores que no son suyos. Humilde… ¡qué poco se ve esta virtud hoy en día! Basta abrir los ojos y los oídos, y ver y oír.

Hoy, lo suyo es pisar al otro para conseguir ser más. Cuenta el cardenal Herranz que, un día, el papa Juan XXIII, en una visita que le hizo a su despacho, se fijó en la figurita de un burrito que tenía sobre la mesa. El Papa, por curiosidad, le preguntó porqué tenía un burro sobre la mesa. El cardenal le dijo que un borrico fue el que dio calor a Jesús cuando nació, y también que un burro le metió por las callejuelas de Jerusalén el día de los ramos (podríamos añadir que un burro llevó a la Virgen embarazada de Nazaret a Belén, y les llevó también a Egipto, huyendo de Herodes). Los borricos -seguía el cardenal- son animales de carga, humildes, recios, trabajadores, con las orejas tiesas hacia arriba, como antenas para captar las ondas divinas... Cada vez que lo veía sobre su mesa, todo esto le ayudaba.

Juan XXIII tomó la figurilla entre las manos, la miró con cariño, tiró de las orejas hacia arriba, y dijo sonriendo: «Yo también quisiera ser un borriquito de Dios». Buen consejo éste: ser borrico de Dios. Pero borrico joven y humilde, no viejo y terco

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