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Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud (Hermanas Hospitalarias-Málaga)

El Complejo Asistencial de las Hermanas Hospitalarias acogió la Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud · Autor: S. FENOSA
Publicado: 06/02/2016: 7118

Homilía pronunciada por Don Jesús Catalá, Obispo de Málaga, en la Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud, celebrada el 6 de febrero de 2016, en el Complejo Asistencial de las Hermanas Hospitalarias, en Málaga.

JORNADA DIOCESANA DE PASTORAL DE LA SALUD
(Hermanas Hospitalarias-Málaga, 6 febrero 2016)

Lecturas: Dt 30,15-20; Sal 1; Lc 9, 22-25.

1.- Los dos caminos: uno lleva a la vida y otro a la muerte

1. Hemos escuchado las lecturas que propone la Jornada del Enfermo y nos ofrecen lo que el libro de los Salmos empieza presentando a la consideración del fiel creyente. En el Salmo 1 nos dice Dios que tenemos delante dos caminos: uno es de vida y otro es de muerte; uno es de bien y otro es de mal; hay que elegir. Para tener vida es necesario andar los caminos que Dios propone y observar los preceptos que ordena.

Hay que caminar, dirigirse hacia Dios y actuar. Cuando queremos ir a un lugar, lo primero que hacemos es ponernos en marcha en la dirección adecuada. Si cogemos otra dirección no sabemos a dónde vamos.

2. El Señor nos dice en el libro del Deuteronomio: «Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás. Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio» (Dt 30, 15-18).

En nuestra sociedad unos queremos servir al Señor, al Dios de Jesucristo y otros sirven a otros dioses. Unos caminamos por una senda, Jesús, que es Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14, 6); y otros optan por otras sendas. ¿Cuál es la consecuencia final? Unos pueden llegar a la meta que desean y los otros se pierden por el camino.

2.- La vida del justo es fecunda; la del impío es vacía

3. El mismo Salmo nos dice: «El hombre cuyo gozo es la ley del Señor y medita día y noche, será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin» (Sal 1, 1-3). Éste es el hombre que confía en el Señor. Pero el hombre impío, el que adora a otros dioses, es «paja que arrebata el viento» (Sal 1, 4).
¿Qué preferís ser: ¿árbol junto a la orilla con buenas hojas y buen fruto, o paja que arrebata el viento? La elección es clara.

Y, todo esto, ¿qué tiene que ver con la Jornada del Enfermo? La Palabra de Dios es toda muy coherente. Jesús nos invita en este Año de la Misericordia, que estamos celebrando, a vivir su misericordia, a ser receptores de la misericordia de Dios, que nos capacita para ser también nosotros “rostro de la misericordia” como lo es el Padre.

Si no optamos por el camino, por las directrices, por los preceptos que el Señor nos dice para tener vida, no podremos ser receptores de misericordia y, menos aún, ofrecer el rostro de la misericordia de Dios; resulta imposible.

4. De cara a las obras de misericordia, ya conocéis la referente al enfermo: “visitar a los enfermos”. Creo que se queda corta en la formulación, porque el visitar implica muchas cosas. Hay visitas que duran un minuto. El visitar implica atenderlo, cuidarlo, curarlo, escucharlo… muchas cosas. Pensad en todo lo que hacéis vosotros con los enfermos.

Todo lo que le hacemos al enfermo se lo estamos haciendo al que es el rostro de la misericordia, a Cristo. Cuando visitamos a un enfermo estamos acercándonos a Cristo llagado, a Cristo sufriente, a Cristo camino del Calvario, a Cristo en la cruz. Como dice el profeta Isaías en los cantos del Siervo de Yahvé referido a Jesús: “tan desfigurado que no parecía un hombre, un rostro humano” (cf. Is 52, 14). Cristo magullado, flagelado por nuestros pecados, pero Cristo. Es a Cristo a quien visitamos.

Ese es el camino de la vida. Hay cosas que tendríamos que decir muy claro a nuestros contemporáneos, porque a veces no se enteran. La gente cree que vive, que goza, que disfruta, que es feliz yendo detrás de otros dioses. Y esos dioses y los que lo siguen son como paja que se lleva el viento.

5. Me contaba la superiora de esta Casa que aquí atienden a jóvenes enfermos, deteriorados, porque han ingerido alcohol o drogas; su vida se ha marchitado; es como paja. ¡Qué lástima que la sociedad y los gobiernos no adviertan que ese camino lleva a la muerte! Un joven con 25 o 30 años, que tenga que ser cuidado, porque ni razona ni puede atender sus necesidades vitales, está muerto en vida. Sin embargo, podría estar formando una familia, cuidando él a otras personas, trabajando en favor de otro.

Esto no es teoría. La Palabra de Dios es muy clara. Creo que tenemos la obligación de decirlo claramente. ¡Cuidado que ese camino lleva a la muerte, aunque parezca que lleva a la felicidad momentánea!

Quiero agradecer vuestras obras, vuestra tarea, vuestra misión en la Iglesia. El Señor os ha permitido tener esa sensibilidad con los enfermos: los visitáis, los cuidáis, rezáis por ellos, les escucháis. Ese es el camino que lleva a la vida.

6. El Señor también tiene muchas caricias. En las Visitas Pastorales que voy haciendo por todas las parroquias de la Diócesis una de mis tareas es visitar a los enfermos de la parroquia en sus domicilios.

Recuerdo que fuimos a ver a una señora de cierta edad, que estaba impedida. Me acompañaban el párroco y unos voluntarios como vosotros. Me avisaron que la señora que íbamos a visitar había sido durante treinta años visitadora de enfermos; pero que ahora estaba impedida en cama. Cuando entré, la saludé y le dije que el Señor le agradecía las muchas visitas que ella había hecho a los enfermos; ahora el Señor en persona –pues llevaba al Santísimo Sacramento–, era el que la visitaba; el Obispo era un mero mensajero. Era el Señor el que iba a verla, acompañado de otras personas, con las que había compartido esa preocupación por los enfermos. La señora al oír aquello se le saltaron las lágrimas y empezó a llorar. Ahora hacían con ella lo que ella misma había realizado durante muchos años. Ese fue un momento de intensa alegría, de un gran gozo espiritual. Le dimos la comunión y se despidió diciéndome: “Sr. Obispo esto ha sido un ratito de cielo”. De allí salimos todos llorando.
¡Ojalá encontréis ratitos de cielo, que el Señor quiere regalaros!

3. Tema de la Campaña de la Jornada de Pastoral de la Salud 2016

7. El tema central de la Campaña pastoral de la Jornada Mundial del Enfermo de este año “María, icono de la confianza y del acompañamiento”.

El tema elegido se inscribe en el marco del Jubileo extraordinario de la Misericordia. Se nos invita a todos a vivir en el espíritu de María, Madre de la Misericordia: «La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, a fin de que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios» (cf. Misericordiae vultus, 24) y llevarla impregnada en nuestros corazones y en nuestros gestos.

La enfermedad puede ser el camino para llegar a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado, cargando la cruz. El enfermo está cargando con su cruz. Cuando Jesús dice en el Evangelio de hoy: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga» (Lc 9, 23), no se refiere a que acepte sin más el dolor y la enfermedad. Cargar la cruz en este contexto significa seguir a Jesús. ¡Sigue a Jesús y haz como Él! No se trata solamente de aguantar las circunstancias de la vida. Ese no es el sentido de llevar la cruz de cada día. El sentido es seguir a Jesús, camino de la cruz.

Y esta clave nos la proporciona su Madre, la Virgen María, experta de este camino.

5. La Virgen en las Bodas de Caná

8. El tema de este año “María, icono de la confianza” se enmarca en el pasaje bíblico de las Bodas de Caná. El sentido filológico de la palabra confianza es “con-fiar” (con-fiat). ¿Quién dijo “fiat”? ¿Quién dijo “hágase”? La Virgen María.

Ella es el icono de la confianza. Ella es modelo del que se fía y del que dice sí a Dios. María es el modelo del fiarse de Dios, de ponerse en sus manos, de renunciar a sus propios planes y de dejarse llenar por Dios. Eso es lo que nos pide el Señor: que con-fiemos en Dios, que nos pongamos en sus manos, que le sigamos, que seamos fieles discípulos del Señor. María fue la primera discípula.

9. El banquete de bodas de Caná es un icono de la Iglesia donde aparece diversos personajes: Jesús, María, los discípulos, los sirvientes y la gente.

En las bodas de Caná, María es la mujer atenta que se da cuenta de un problema muy importante para los esposos: se ha acabado el vino, símbolo del gozo de la fiesta. María se dirige a Jesús y le presenta el problema tal cual es: «No tienen vino» (Jn 2,3). María en seguida se dirige a los sirvientes y les dice: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2, 5).

Contemplando a María descubrimos la ternura de Dios: ella “es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1,39). Esta dinámica de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización». (Evangelii gaudium, 288).

10. Nosotros podemos ser los novios de la boda, o los discípulos de Jesús que le acompañan, mirando lo que sucede. Cuando se realizó el milagro los discípulos creyeron más en Él; se fiaron más de Jesús; y se robustecieron las relaciones entre ellos (cf. Jn 2, 11).

Podemos ser también los sirvientes. María nos dice hoy a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2, 5). Y nosotros le respondemos: “Señor, aquí estamos, a tu servicio. Vamos a hacer lo que tú nos pidas”. Supongo que estáis dispuestos, ¿verdad?

Vamos a darle gracias a Dios, porque nos ha encontrado; se ha hecho el encontradizo en nuestra vida; se ha acercado a nosotros; nos ha invitado a seguirle y nos ha dado la vida. Ha hecho que aceptemos el camino de la vida y ahora nos dice: “Seguidme y haced como yo hago”.
Le pedimos a la Virgen María, icono de la confianza y del acompañamiento, que nos ayude a responder con alegría y fidelidad a la llamada del Señor. Que así sea.

 

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