NoticiaColaboración Nuestra esperanza Publicado: 30/10/2015: 15790 Artículo de Francisco Castro, profesor de Escatología. Llamamos “escatología” (del griego éschaton, “último”) a todo lo que sabemos acerca del final de la historia y también de nuestras vidas. En el Credo se resumen las cosas principales que nos han sido reveladas: Jesucristo «ha de venir a juzgar a vivos y muertos… Creo en… la resurrección de la carne y la vida eterna». Son varios los acontecimientos que esperamos al final de la vida y de la historia: venida gloriosa de Cristo como juez (parusía y juicio), resurrección y consumación del mundo (“cielos nuevos y tierra nueva”). Estos acontecimientos finales nos introducen a la plenitud a la que estamos personalmente destinados (vida eterna) o desembocan en la dramática posibilidad del fracaso (“infierno”, muerte eterna). Sobre todo, lo último y definitivo es que el Hijo de Dios se ha hecho hombre para salvarnos, para que encontremos el verdadero camino de la vida. Con Él ha comenzado esta última etapa de la historia en la que nos encontramos. Para convocar a todos los hombres en un solo Pueblo y extender el Reino de Dios, a la espera de la venida última y gloriosa de Cristo, existe la Iglesia. Para esto la fundó Jesús y, ya resucitado, la envió al mundo entero: «Id pues y haced discípulos a todos los pueblos… Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, 18-20). Esta sabiduría, que nos viene de la fe, no nos llena de miedo a los creyentes, sino que implican una llamada a la responsabilidad. Nos llenan, sobre todo, de una esperanza capaz de sostener nuestra vida aun en las situaciones más adversas: «Sólo cuando el futuro es cierto como una realidad positiva, se hace llevadero también el presente, quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva» ( Benedicto XVI, Spesalvi, 2).