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Semblanza del sacerdote Félix Urdiales

Publicado: 28/09/2015: 14414

Semblanza del sacerdote Félix Urdiales escrita por el delegado para el Clero, Antonio Collado.

Mientras la comunidad cristiana cantaba en la mañana del domingo: Cristo alegría del mundo, resplandor de la gloria del Padre. ¡Bendita la mañana que anuncia tu esplendor al universo! Nuestro hermano Félix era llamado a la casa del Padre. Allí ha celebrado plenamente la liturgia del Reino, sin velos, sin signos, sin mediaciones. Ha participado definitivamente en las bodas del Cordero a quien hizo presente en este mundo a través de su ministerio sacerdotal.

Félix nació el once de agosto de 1.957 en la Coracha barrio de Málaga ciudad, con una situación geográfica privilegiada pero en aquellos años de la posguerra marcada por la pobreza y la marginalidad. De niño acude a la parroquia de San Gabriel y allí ayuda de monaguillo a D. Miguel, el párroco. Posiblemente recibió la primera llamada al sacerdocio viendo la vida ejemplar de este buen sacerdote, sin duda en él descubrió la preferencia por los pobres y los enfermos que marcó profundamente la vida de nuestro hermano. En la etapa de la juventud donde todos nos planteamos las opciones fundamentales de la vida; Félix descubre a los Misioneros de la Esperanza y en este movimiento, que entonces iniciaba su andadura pastoral y se iba fraguando su carisma eclesial; nuestro hermano descubre otros aspectos importantes del discípulo de Jesús como es la espiritualidad que hay que cuidar con la oración, ese trato personal de amistad a solas con quien sabemos que nos ama. Y también la radicalidad evangélica, dos rasgos que le van a acompañar ya toda la vida. En una de las conversaciones últimas en el hospital, hablando con un amigo de tantos que le habéis acompañado en su calvario personal, Félix decía que la vocación religiosa y sacerdotal no se podía valorar por su dimensión social, ni si quiera de servicio, sino por la entrega personal e incondicional al Señor, vivida en la radicalidad de cada día. Estaba hablando sin duda de su vivencia ministerial.

Un día, creo que inesperadamente, D. Ramón Buxarrais por entonces Obispo de Málaga, le pide que se encargue de atender pastoralmente la comunidad cristiana de Benarrabá, pueblo de la Serranía de Ronda, donde él ya llevaba unos años viviendo en una comunidad de vida de su movimiento. Félix asume esta tarea como un reto importante en su vida y con un corazón agradecido al Señor y a D. Ramón que confía en él. Viviendo este servicio, que descubre como voluntad inequívoca del Señor, y animado por algún sacerdote, decide entrar en el Seminario para su formación teológica y pastoral. Ya mayor, habituado a otro ritmo de vida, las exigencias del Seminario le cuestan; no tanto por tener que vivir en comunidad sino sobre todo por la disciplina de clases, estudio, trabajo intelectual y reflexión. Fueron años duros y difíciles en los que nuestro hermano con gran esfuerzo y apelando siempre a su fuerza de voluntad, va adquiriendo la preparación adecuada y necesaria para servir al pueblo de Dios como presbítero. De aquellos años Félix mantuvo una amistad inquebrantable con todos sus compañeros de curso, que ni el tiempo ni los avatares de la vida han roto. También en el Seminario hace otro descubrimiento y se asombra de la riqueza y originalidad de la vida de la Iglesia. Es la HOAC el movimiento en el que a partir de ahora nuestro hermano va a integrarse como una segunda opción vocacional y ministerial. Creo que podemos hablar de una verdadera conversión.

Es ordenado presbítero el día 10 de junio de 1993 y enviado a las parroquias de Benamargosa, El Salto del Negro y Comares por cuatro años y a Villanueva de la Concepción hasta el 2003. Es en Antequera dónde Félix en el trato personal y cercano, como capellán del Hospital; aliviando el sufrimiento de los enfermos, acompañando la soledad y el desconcierto de las familias, haciéndose solidario de los que sufren y viviendo en carne propia las dolencias de los otros; sabemos todos de su capacidad para ponerse en el lugar de los demás; dónde descubre otra manera de vivir su ministerio sacerdotal, sin tener que estar vinculado a una parroquia. La escucha asidua de la Palabra de Dios siempre le cuestiona y empuja a una mayor autenticidad de vida. Félix quiere ser pobre, vivir como los pobres y ser tratado como uno de ellos, por eso a nadie extraña la decisión de buscar un trabajo manual y de ejercer su ministerio en comunión afectiva y efectiva con la clase obrera, que es la opción preferencial de la Hermandad Obrera de Acción Católica mediación en la que él sustenta su adhesión a Jesucristo y su pertenencia a la Iglesia.

En estos últimos años la Iglesia le pide un nuevo servicio: la de atender como Capellán el Hospital Psiquiátrico de San José. Félix no desentona en este ambiente por su estilo y sus maneras, los enfermos le perciben cercano, tierno, alegre y esperanzado. Se acerca a ellos con la ingenuidad de un niño y con la madurez de un creyente acrisolado en el sufrimiento de la fidelidad evangélica y ya maduro por haber superado tantas crisis en su vida. Ha sido una etapa en lo personal y ministerial donde se sitió realizado. Durante muchos años estuvo también ayudando en Pozos Dulces, donde todos los acogidos le consideraban de la familia. Todos los que le tratamos, hemos percibido en él esa autenticidad de vida que hace que a pesar de no estar de acuerdo con todos los planteamientos y decisiones de su vida, siempre nos ha llenado de admiración y respeto. Sobretodo Félix fue dotado por el Señor con una gran capacidad para la empatía con el prójimo, para crear amigos de todos los ambientes y formas de pensar, porque se acercaba a las personas sin prejuicios ni ideas preconcebidas, descubriendo en todos a un hermanos a quien hay que comprender y acompañar.

Félix ha muerto en la fiesta litúrgica de San Vicente de Paul, Patrono de todas las obras de caridad de la Iglesia, no podía ser de otra manera. S. Vicente que decía: “Los pobres serán nuestros jueces. Sólo podremos entrar en el cielo sobre los hombros de los pobre”. Sin duda Félix encontrará ahora muchos hombros en los que apoyarse para entrar en la casa del Padre, porque él ofreció muchas veces su hombro para que en el descansaran y se aliviaran muchos de los pequeños y sencillo de la tierra. Jesucristo al que tantas veces hizo presente en el altar por su ministerio sacerdotal ahora lo reciba y le haga participar en el banquete eterno de su Reino. Es lo que pedimos en esta Eucaristía.

Málaga, 28 de septiembre de 2015
Antonio Collado Rodríguez
Delegado para el Clero

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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