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Lectio Divina con el evangelio del Domingo XXII del Tiempo Ordinario

Publicado: 28/08/2015: 1479

Antonio Collado, Vicario para la Promoción de la Fe y párroco de San Miguel de Málaga, nos ofrece la Lectio Divina para el evangelio del Domingo XXII del Tiempo Ordinario.

Lectura (Lectio)
Los fariseos y los letrados han tenido la tentación de añadir o quitar cosas a la palabra liberadora de Dios, convirtiéndola en portadora de esclavitud y muerte. Me acerco a este evangelio sin olvidar que es una Palabra capaz de salvarme.

Meditación (Meditatio)
El pretexto para la discusión con los fariseos y maestros de la ley lo ofrece esta vez el comportamiento de los discípulos. La convivencia cotidiana con Jesús les ha hecho relativizar costumbres y normas que eran muy importantes en la vida judía. Eran preceptos que, lejos de liberar, esclavizaban y excluían a muchos de la vida social y religiosa (Mc 2, 13-17). “El comer sin lavarse las manos” no implicaba solo una simple cuestión de higiene personal, sino que iba contra las normas de pureza ritual. Para los judíos, el contacto con lo puro (santo) y lo impuro (profano) ponía en juego la relación con Dios. Por tanto, si los seguidores de Jesús hacen algo que es considerado impuro, significa que están lejos de Dios y excluidos de Israel. La respuesta de Jesús se desarrolla en tres momentos (Mc 7,1-23). En un primer momento, Jesús se dirige a los fariseos y maestros de la ley y su respuesta no puede ser más dura (Mc 7,6-13). En continuidad con la tradición profética cita un texto de Isaías (Is 29,13), lo cual muestra su habilidad para defenderse con argumentos del Antiguo Testamento que siempre utilizan sus adversarios. En un segundo momento (Mc 7,14-16), Jesús se dirige a la gente en un tono muy diferente. Ya no se trata de una crítica, sino de una exhortación a escuchar y a entender bien. Finalmente, Jesús habla con sus discípulos (Mc 7,17-23). El lugar escogido es la casa, allí con claridad y paciencia, aunque extrañado de su incomprensión, Jesús explica a sus discípulos algo fundamental de la mentalidad bíblica: el corazón es ese centro en el que se forja lo que la persona es; por eso es ahí –y no en las manos o el vientre- donde radica la verdadera fuente de pureza o impureza para el ser humano. En el corazón humano anidan todas esas actitudes que pueden dañarle a él y a los demás

Oración (Oratio)
«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi». Medito estas palabras de Jesús en este momento de trato personal e íntimo con Él.

Contemplación (Contemplatio)
¿Qué valoro más en mi vida de fe: la conversión del corazón o la seguridad de unas normas? Escruto mi corazón ante la presencia amorosa del Padre.

Compromiso (Actio)
«Lo que sale de dentro, eso es lo que contamina al hombre» ¿Cómo cuido mi corazón para que nada de lo que sale de él dañe a los demás?

Diócesis Málaga

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