Vida DiocesanaHojas de hierba

Buenos políticos

Publicado: 13/05/2015: 7078

Estamos en plena campaña electoral. En el caso de Málaga y su provincia para conseguir votos y así gobernar el Ayuntamiento. Hay que valorar positivamente el arrojo de quien aspira a gobernar nuestra ciudad. Y es necesario exigir que sea muy buena persona. Quien es buena persona legislará bien.

En el ejercicio de su responsabilidad sabrá rodearse de buenos técnicos.  Y gobernará sin resentimiento. En beneficio del bien común.  Es muy peligroso que alguien accediera a la alcaldía con resentimiento. Con ansia de poder.  Con búsqueda compulsiva de control económico.  Solo con la bondad no se gestiona.  Pero es condición indispensable para un ejercicio ético de la gestión de la res pública.  El político que aspira a gobernar en la alcaldía de una ciudad debe tener un enfoque ético valiente para el ejercicio de sus responsabilidades.  Y si es creyente, pedirle a Dios que le conceda sabiduría. No es fácil mantenerse íntegro entre las corrientes de opinión e intereses particulares.

Es fácil adoptar el tono del moralista o del experto que impone sus conclusiones y propone cómo debe ser la gestión política. Pero intentando salvando esta tentación, hay que exigir que quien gobierne busque mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.  Que busque que todos, tanto mayorías como minorías, se sientan integrados en su acción política. Desgraciadamente no siempre es así. De hecho hay quien legisla solo para unos cuantos. La mala imagen que la clase política tiene se debe en parte a que la corrupción o el aprovechamiento indebido de una posición privilegiada corrompieron la noble tarea política.

Es preferible un político auténtico que un hacedor de promesas y sueños.  En este sentido, la doctrina social de la Iglesia Católica es clara: el ejercicio de la política debe estar guiado por el bien común.  El malagueño reivindica un gobierno local limpio que no confunda el interés privado con el interés general.  Que quienes configuren el pleno de los ayuntamientos sean buenas personas. En estos momentos hay demasiados escándalos e injusticias en el panorama político nacional. Éstos no deberían salpicar la política municipal.  Toda población desea entender y aprobar las decisiones que se tomarán en su nombre. Estamos ante una reivindicación legítima que afecta a todos.   Hay unas reglas éticas que son anteriores y superiores a la vida política. La democracia se debilita cuando se ignoran. La dimensión ética de la política tiene consecuencias de tal alcance que ningún gobierno local puede ignorar. Y eso lo entienden los políticos buenos.


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