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Lectio Divina para el evangelio del domingo II del Tiempo Ordinario

Publicado: 15/01/2015: 5270

Lectura (Lectio)
En este segundo domingo del tiempo ordinario, se nos proclama un pasaje del evangelio según San Juan. En él, me encuentro con el Bautista no como predicador de conversión; sino indicando y animando a dos de sus discípulos a conocer y seguir al Señor. Hago mía esta invitación para encontrarme con Jesús.

Meditación (Meditatio)
Este pasaje forma parte del llamado “prólogo narrativo” del evangelio de Juan (Jn 1.19-2,11) y en él se describe de forma ejemplar el proceso de fe de los discípulos. Lo primero que salta a la vista es que me encuentro ante un pasaje de vocación en el que los verbos ver y oír se repiten con cierta frecuencia. Con ellos se expresan dos requisitos muy importantes para llegar a ser discípulos de Jesús: escuchar el testimonio de otros y crear espacios para encontrarse personalmente con Él, para que se “deje ver”. Al fijarme en lo que hacen los discípulos y en lo que hace Jesús, descubro que la actitud de Pedro es en todo el relato, pasiva. Está bien lejos de los rasgos de su carácter que ofrecen otros escritos del Nuevo Testamento. En todo caso lo que aquí se destaca es que este discípulo inicia su relación con el maestro a través del testimonio de su hermano Andrés, que ha tenido una experiencia personal y honda de Jesús. Aunque Simón era conocido por Pedro en las comunidades cristianas de la primera generación; en los inicios de su camino vocacional tuvo una experiencia clave: fue llamado por su nombre, Simón, lo que significa en lenguaje bíblico, tener la experiencia de saberse conocido en profundidad por Jesús. Y esto no le dejo indiferente. Aunque el centro del relato lo ocupa la declaración de Juan el Bautista sobre Jesús: “El Cordero de Dios”. Esta imagen recuerda el rito central de la pascua judía y expresa una certeza de fe: Jesús realiza en sí mismo la nueva Pascua y en Él, Dios concede la plenitud del perdón. Este relato me comunica un encuentro de Jesús con los primeros discípulos y me deja ante el Cordero de Dios, el Maestro y el Mesías, para que descubra donde vive y me comprometa a ser de los suyos.

Oración (Oratio)                                                                                                                                             Jesús me hace hoy la misma pregunta que a los discípulos del Bautista: “¿Qué buscáis?”. En la oración busco qué sentimientos y qué convicciones de fe suscitan en mí esta pregunta.

Contemplación (Contemplatio)
Para “ver” a Jesús hay que ir a donde Él vive. Por ello me adentro en mi interior, dónde Dios está y desde el silencio percibo el misterio que me habita.

Compromiso (Actio)
Andrés encontró a su hermano Simón y lo llevo hasta Jesús. ¿Y yo a quien hablo de mi experiencia de Jesús?

Antonio Collado

Sacerdote diocesano

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