DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo IV de Cuaresma. Ciclo C

Publicado: 18/03/2007: 1014

1.- El Evangelio de hoy, Domingo, es una de las páginas religiosas más sugerentes y profundas. Nos presenta la figura de Dios Padre bueno en la parábola del Hijo Pródigo, el hijo que reclamó a su Padre la parte que le correspondía de la herencia familiar y marchó a un país lejano, donde gastó su dinero alegremente. Hasta que la soledad y el hambre le impulsaron a regresar a su casa, donde le esperaba el Padre y le acogió sin reproches, con los brazos abiertos y el rostro trasfigurado de alegría.

2.- El hijo pródigo es el hombre de nuestro tiempo. Ese hombre educado en la fe y mimado por Dios que le ha creado, le ha rodeado de personas que le quieren y le ha dado una buena educación en todos los sentidos. Sin embargo, él se ha alejado de Dios. Con el afán de ser libre y actuar por su cuenta, primero marchó de la Iglesia y más tarde abandonó su compromiso por el hombre y los demás Mandamientos. Hasta que un día olvidó completamente a Dios y a la Virgen  y dejó de rezar. No advirtió que la esclavitud consiste en vivir pendiente de sí mismo, de su egoísmo y sus ambiciones. Hoy se debate entre el desengaño y el vacío. Es el drama que atormenta a mucha gente, que busca una respuesta entre el psiquiatra y la droga; el drama de la dignidad de Hijo de Dios perdida, el drama de un humanismo sin origen y sin meta. El hombre del Occidente desarrollado ha malgastado la herencia de la fe y ha perdido el sentido de la vida.

3.- El Padre de la Parábola es una imagen preciosa de Dios que sigue esperando el regreso de sus hijos, pues sólo Él nos hace libres y nos libera para amar. Porque un hijo, por muy hijo pródigo que sea, no deja de ser un Hijo para Dios; y el amor que Él nos tiene no puede ser destruido por los pecados del hombre. Sin embargo respeta la libertad que nos dio. Y espera con su corazón de Padre el día en que cada uno se encuentre consigo mismo y en lo más hondo del alma decida volver a casa. Porque sólo Dios es la plenitud del hombre y quien se aleja de Dios se aleja de su humanidad y su meta. Sólo el que regresa arrepentido y se arroja entre sus brazos de Padre se encuentra consigo mismo.

4.- Muchos, como el hermano mayor de la parábola, ignoran el sentido del amor y del perdón. Son personas cumplidoras y legales, pero que ni tienen corazón ni quieren que Dios perdone. Son los fariseos de siempre, los calculadores que miran la fe como simple negocio. No han experimentado que Dios nos ama y por eso no tienen corazón. Pero Dios les dice en el Evangelio de la Misa: “Deberías alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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