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La ética en la plenitud de las profesiones

Publicado: 18/11/2013: 8145

Los profesores de la UMA, Juan Antonio Mora y Dolores Tous, en colaboración con la Pastoral Universitaria y la Fundación Fernando Rielo han organizado un curso sobre la ética de las profesiones que tendrá lugar los próximos días 16, 17 y 18 de diciembre. La matrícula está abierta.

¿Por qué la ética es el tema marco para examinar la complejidad del mundo profesional? Simple y llanamente porque el ser humano se realiza en la ética tanto en el ámbito personal como en el social. La ética impregna el devenir de todos con independencia de creencias y culturas. Hay acciones buenas, y otras que no lo son tanto. Existen las justas y las injustas, las que benefician y las que perjudican, las que están permitidas y las prohibidas, etc. Y en este compendio de actos se inscribe un comportamiento moral que es objeto de diversas ciencias, aunque cada una de ellas tenga su peculiar perspectiva y una determinada intencionalidad. No se puede confundir la ética con la moral, pero aquélla no puede prescindir de ésta.

El conjunto de normas que una persona ha escogido adoptándolo según su particular mentalidad surge de su interioridad, es resultado de su propia reflexión y elección, entre otros factores. Influyen en su conducta y naturalmente repercuten en los demás. Dado que desde el punto de vista ético, el fundamento de una norma es el valor que no ha sido impuesto desde el exterior, sino descubierto y adoptado libremente, ni qué decir tiene que irá cargado, por así decirlo, de la visión que ofrezca cada uno de los sistemas éticos que se elijan. Y todo ello, por supuesto, va a tener una influencia capital en el ámbito de la sociedad. Su incidencia en el campo de las profesiones es importantísima, ya que la labor quedará impregnada por los valores éticos que animen a quienes las ejercen.

En este curso organizado por la UMA, un elenco de especialistas abordarán en amplio espectro los problemas éticos actuales que se presentan en medicina, bioética, economía, trabajo y relaciones laborales, psicología y educación, derecho, turismo, ingenierías, informática, arquitectura y construcción. Y no se trata únicamente de identificar y analizar las dificultades que una ética concreta puede generar en cualquiera de los ámbitos señalados. El objetivo primordial es subrayar el cariz antropológico que subyace en este importante tema. Porque es el ser humano, en primera y última instancia, el agente y receptor de los aciertos o errores que una determinada conducta lleva aneja. Ya Platón señalaba que no se puede separar la actuación en el ámbito privado del público.

Cuando se tiene una convicción rigurosa perfectamente asentada en principios generales objetivos, que tienen como centro neurálgico el mayor bien, y se actúa en consonancia con ella, habrá transparencia, claridad, verdad, etc. Si, por el contrario, lo que guía el quehacer es el afán de lucro, la búsqueda del éxito y del prestigio, aún cuando ello suponga tener que arrasar con cualquiera que lo impida, si no se contempla al otro como un ser con dignidad, sino como un objeto, si se deifica la ciencia o se hace de ella la verdad última, si ésta se manipula y se eleva a criterio, si se imponen ideologías tendenciosas cercenando el derecho a la crítica constructiva, ensombreciendo la educación, impidiendo que se adquiera un criterio recto, etc. etc., los resultados de tales conductas serán indiscutiblemente destructivos.

La ética es la que lleva a la plenitud de las profesiones. En cada una de ellas se detecta el haz y el envés de una moneda que tendrá alto valor cuando el «deber ser», y no lo que hacemos, esté en el punto de mira. El ser humano se realiza en un proyecto porque es un ser que, como afirma el pensador Rielo, tiende hacia la perfección, hacia el más: el bien, la bondad, la hermosura... Aunque tengamos condicionantes, tenemos la potestad de vencerlos.

Autor: Isabel Orellana, Doctora en Filosofía y Profesora

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