NoticiaColaboración El fracaso del aborto Publicado: 25/05/2013: 3179 El aborto es uno de los mayores fracasos de la humanidad. Las sociedades civilizadas se caracterizan por la defensa de sus miembros más vulnerables. Proteger a los más débiles hace grandes a los hombres que empeñan su vida en esta tarea. El tema del aborto es un asunto que no puede dejar nunca de ser de actualidad. En estas últimas semanas, de nuevo, ha adquirido un especial interés por parte de los medios de comunicación y de la sociedad en general. Tanto la sentencia del Tribunal de Justicia de Andalucía, en la que se niega que la objeción de conciencia forme parte del ejercicio de los médicos de Atención Primaria en lo relativo a la información sobre los procedimientos legales sobre el aborto, como la nueva legislación que se prepara desde el Ministerio de Justicia sobre el tema, lo han situado en el centro del debate social. UN DERECHO El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha señalado que la nueva ley del aborto favorecerá el derecho del “no nacido” y modificará la vigente ley de interrupción de plazos del anterior Gobierno de Zapatero y se aprobará una nueva ley basada en un sistema de indicaciones. Sin duda el desarrollo de la futura ley nos situará en un nuevo escenario en el que podremos comprobar si se protegen los derechos del “no nacido” como en diferentes sentencias el Tribunal Constitucional ha defendido. Estos dos hechos noticiables no deben distraernos de lo que significa para cualquier persona la defensa y los derechos del “no nacido”. La vigente ley reconoce “el derecho de todo ser humano, y en particular de las mujeres, al respeto de su integridad física y a la libre disposición de su cuerpo y, en este contexto, a que la decisión última de recurrir o no a un aborto corresponda a la mujer interesada”. Convierte en un derecho de la mujer la decisión sobre la continuidad o no de la vida de su hijo “no nacido”. Este derecho reconocido nos conduce a un planteamiento del todo injusto, ya que convierte el aborto en un asunto privado de la esfera únicamente de la mujer y no de la sociedad que está dispuesta a proteger a sus miembros más indefensos. A LA VIDA Benedicto XVI arrojó luz sobre los derechos de la persona “no nacida”: «El derecho humano fundamental, el presupuesto de todos los demás derechos, es el derecho a la vida misma. Esto vale para la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. En consecuencia, el aborto no puede ser un derecho humano; es exactamente lo opuesto. Es una profunda "herida social"». Si reducimos el aborto a una mera decisión privada podemos fomentar una visión individualista y antisocial de la persona, cuya libertad vendría a coincidir con su capacidad de hacer prevalecer el propio sentir o el propio interés. Pero eso no es libertad. La libertad es, más bien, la capacidad de querer el bien por encima del aparente interés inmediato de quien decide. Porque el bien propio no está desligado del bien del otro y del bien de todos, como nos ha recordado la Conferencia Episcopal Española. Autor: José A. Trujillo, médico de familia