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El Papa afirma que renuncia con plena libertad para el bien de la Iglesia

Publicado: 13/02/2013: 1061

Una ovación inmensa, fortísima, que hubiera querido ser más larga, recibió a Benedicto XVI en su penúltima audiencia general. El aula Pablo VI estaba abarrotada de fieles, mientras muchos peregrinos seguían la ceremonia desde la plaza de San Pedro.

Sus primeras palabras fueron muy directas: «Queridos hermanos y hermanas, como sabéis, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me confió el 19 de abril del 2005». El Papa añadió «lo he hecho con plena libertad, para el bien de la Iglesia después de haber rezado largamente, y de examinar delante de Dios mi consciencia, bien consciente de la gravedad de la decisión». Ese examen le llevó a ser «consciente de no estar en condiciones de desempeñar el ministerio de Pedro con la fuerza que requiere» y por lo tanto, a la renuncia, pero inmediatamente añadió una nota de tranquilidad al recordar la ayuda de Cristo a la Iglesia. En tono de despedida, continuó: «Doy las gracias a todos por el amor y la oración con que me habéis acompañado. He sentido casi físicamente en estos días, para mí difíciles, la fuerza de la oración y el amor de la Iglesia. Continuad rezando por mí, por la Iglesia y por el futuro Papa. El Señor nos guiará». El Papa aparecía cansado, como ha sido frecuente en los últimos meses, y quizá más serio de la habitual. Aun así, hizo gestos de saludo y dio una primera bendición. Como siempre, la música de órgano y el comienzo rápido de la ceremonia redujeron la fase de aplausos a un periodo demasiado breve para el deseo de los fieles.

El ambiente era casi tan emotivo como la primera vez que Ratzinger compareció en esa inmensa sala, a los pocos días de su elección, para saludar a la Prensa. Llevaba entonces una sotana demasiado corta y se pensaba que su Pontificado también lo seria. Casi nadie contaba con que superase los siete años. La audiencia comienza con lecturas bíblicas en numerosos idiomas, incluido el árabe, antes de que el Papa tome la palabra en italiano. La espera resultaba esta vez, especialmente larga.

Después de las palabras sobre su renuncia, Benedicto XVI pasó a comentar el significado del miércoles de ceniza, en el que «iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma, cuarenta días que nos preparan a la celebración de la Santa Pascua. Es un tiempo de particular esfuerzo en nuestro camino espiritual. Cuarenta días es el período que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su vida pública, y donde fue tentado por el diablo».

MIÉRCOLES DE CENIZA

Por otra parte, en la Eucaristía del miércoles de ceniza el Papa ha advertido  las "divisiones del cuerpo eclesiástico" que "desfiguran el rostro de la Iglesia" y ponen en peligro "su unidad". El Papa ha hecho un llamamiento a "superar los individualismos y rivalidades".  Así mismo ha señalado que: "Debemos atravesar el corazón y no los vestidos. En efecto, en nuestros días son muchos los que están dispuestos a rajarse las vestiduras ante escándalos e injusticias —naturalmente, las cometidas por otros—, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre su propia conciencia e intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta". "El verdadero discípulo no sirve a sí mismo o al público, sino al Señor", ha señalado Ratzinger durante su homilía, en la que ha insistido varias veces en la importancia de la unidad de la Iglesia.

Autor: abc.es

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