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«La presencia de los abuelos debe ser sólo como apoyo, nunca hacer recaer sobre ellos las responsabilidades que corresponden a los padres»

Publicado: 29/06/2011: 3391

•   La familia se enfrenta a las vacaciones

Julio y agosto son los meses en que se concentran las vacaciones de la mayor parte de la población activa, en coincidencia con la interrupción del periodo lectivo escolar. El mayor tiempo de convivencia y el cambio en la rutina diaria ofrecen grandes posibilidades, pero también situaciones que exigen de nosotros respuestas rápidas y eficaces.

La conciliación de la vida familiar con las obligaciones laborales alcanza, en esta temporada del año, un punto álgido, ya que no siempre coinciden las vacaciones de los esposos ni logran abarcar la extensa ausencia de clases y actividades organizadas por los centros educativos. Así, las familias se enfrentan, en ocasiones, a la difícil tarea de compaginar descanso, relaciones familiares y compromisos, con la omnipresente sensación de que faltan claves para sacar el mayor partido a este tiempo privilegiado.  Gabriela Domingo está casada, es madre de tres hijos y abogada especializada en temas familiares. A ella acudimos para conocer los retos que el tiempo de descanso plantea a las familias y las claves para una convivencia enriquecedora.

– Uno de cada tres matrimonios que decide separarse lo hace tras las vacaciones... ¿a qué crees que se debe?

– No siempre se da la proporción que se dice en la pregunta. Desgraciadamente estas decisiones se van produciendo en cualquier momento del año. No obstante, cuando coincide tras un periodo vacacional puede ser, bien porque se ha tenido más tiempo para pensar y tomar decisiones que se han tenido aparcadas por falta de concentración, bien porque se ha puesto esa fecha como último intento para salvar la situación. A veces también ocurre que la convivencia continuada en el período vacacional, a la que no se suele estar acostumbrado por el ritmo de vida laboral, puede dar lugar a mayores roces y conflictos.

– Las familias han variado sus roles y costumbres considerablemente. El menor número de hijos por familia, el trabajo generalizado de la mujer fuera del hogar, la incorporación de los abuelos a la crianza de los hijos... ¿qué ventajas y retos plantean?

– Creo que hay que pensar en positivo, y aunque a veces sea a costa de un esfuerzo grande en ambos progenitores, no podemos dejar atrás los avances de nuestra sociedad, como los logros de la mujer, que es capaz de desarrollarse  profesional y laboralmente; y a su vez, atender a la familia. Eso sí, como decimos, con la participación activa e igualitaria (que no sólo con la ayuda) de su cónyuge o pareja en estas tareas. Esta participación conjunta de ambos,  con los hijos y en las tareas del hogar, es seguro muy enriquecedora para todos.  . La presencia de los abuelos favorece el desarrollo emocional y psicológico de los niños.

– ¿Qué problemas son los que más afectan a las relaciones familiares en la actualidad?

– Tal vez el egoísmo que propugna la sociedad de consumo, que hace que las personas se preocupen más de sus intereses que de los de los demás. Esto, en una familia, puede hacer mucho daño. Hay que ponderar los intereses y necesidades en juego, y priorizar lo que de verdad más merece la pena, que debe ser la salvaguarda del bienestar de los hijos.

¿Ha mejorado con el desarrollo tecnológico y el aumento de los ingresos la calidad de la vida familiar?

– La calidad de vida hay que buscarla procurando estar al día en los avances tecnológicos, pero con control del tiempo de su uso en el hogar y sin que ello impida encontrar momentos para compartir  las vivencias del día. Los ingresos económicos, por otra parte, no tienen porqué perjudicar la calidad de vida; todo lo contrario, eso sí, con control y con sentido de la ponderación en el gasto, y sobre todo, con conciencia social.

La crisis ha hecho descender el número de divorcios, ¿es verdad el refrán “contigo pan y cebolla”? ¿Nos unen más los momentos difíciles o perdemos el norte cuando tenemos más de lo que necesitamos?

– La crisis ni quita ni pone cuando hay motivos serios para dar por terminada una relación; eso sí, se dice que “donde no hay harina, todo es mohína”, y qué duda cabe que se pueden enrarecer las situaciones, pero se ven también familias que se unen ante la adversidad y sacan como grupo lo mejor de sí mismas.Hay muchos a los que el dinero, sobre todo cuando se ha obtenido sin sacrificio, les puede hacer perder el norte de su vida y equivocarse en la priorización de las cuestiones.

Reportaje de Ana Mª Medina publicado en la revista "Diócesis"

Autor: diocesismalaga.es

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