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Celíacos y Eucaristía

Publicado: 24/02/2011: 6650

Conoce la documentación elaborada desde la Iglesia Católcia sobre las personas celíacas y su participación en la Eucaristía: 1. NORMAS DE LA DIÓCESIS DE MÁLAGA PARA LA RECEPCIÓN DEL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA POR PARTE DE PERSONAS CELÍACAS. 2. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta sobre los celíacos (Vaticano, 18 Mayo 1995). 3. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Nota de la Comisión Episcopal de Liturgia sobre la comunión de lo celíacos (Madrid, 30 de febrero de 2003). 4. REFLEXIÓN PASTORAL: Los enfermos celíacos, su integración en la iglesia y su participación en la Eucaristía.

NORMAS DE LA DIÓCESIS DE MÁLAGA PARA LA RECEPCIÓN DEL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA POR PARTE DE PERSONAS CELÍACAS

1.- Las formas “sin gluten” no pueden ser consagradas, porque no son harina de trigo.

2.- Las formas con “poco gluten” pueden ser consagradas; pero se debe tener la seguridad de que contienen algo de gluten. Para ello hay que hacer un “Análisis” químico de tales formas; o tener un “Certificado” de que han sido confeccionadas con algo de gluten (1) .

3.- Hay que tener en cuenta que algunos celíacos toleran las formas con poco gluten. En esos casos pueden comulgar con las formas consagradas con poco gluten.

4.- Pero otros celíacos sufren intolerancia total, es decir, no toleran siquiera las formas con poco gluten; estos últimos no pueden comulgar con formas que contengan algo de gluten. En esos casos pueden utilizarse las formas sin gluten como “vehículo” (al igual que una cucharilla), para dar la comunión bajo la especie del vino consagrado.

5.- En los casos de intolerancia total, para mayor tranquilidad de los párrocos, los niños celiacos pueden participar solo del “Sanguis” en un cáliz al uso; o bien bebiendo directamente del cáliz, o bien por intinción mediante las “formas” sin gluten que no están consagradas.

6.- El cáliz para las personas celíacas debe ser distinto del cáliz donde se ha vertido la partícula consagrada del “Cuerpo de Cristo” después de la fracción del pan. Ese cáliz no debe contener ninguna partícula de pan consagrado.

Málaga, 27 de abril de 2010

(1). En la Librería Diocesana pueden adquirirse dichas formas con poco gluten (20-100 mg/kg): Referencia: Franz Hoch GMBH – Desta Industrie S.r.l. – 88040 Settingiano

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1.     CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

Carta sobre los celíacos

Carta de la Congregación para la doctrina de la fe a todos los presidentes de las Conferencias Episcopales sobre el uso del pan con poca cantidad de gluten y del mosto como materia eucarística

 

Eminencia/Excelencia:

Esta Congregación ha seguido atentamente durante los últimos años la evolución del problema relativo al uso del pan con poca cantidad de gluten y del mosto como materia eucarística.

 

Tras un largo estudio, llevado a cabo en colaboración con algunas Conferencias Episcopales particularmente interesadas, la Sesión Ordinaria del Dicasterio del 22 de junio de 1994 ha tomado algunas decisiones sobre la cuestión.

 

Tengo por ello ahora el honor de comunicarle la normativa al respecto:

 

I. Respecto al permiso de usar pan con poca cantidad de gluten

A. La respectiva licencia puede ser concedida por el Ordinario a los sacerdotes y laicos afectados de celiaca, previa presentación del correspondiente certificado médico.

 

Las condiciones para la validez de la materia son:

1) Las hostias especiales «quibus glutinum ablatum est» son materia inválida para el Sacramento.

2) Dichas hostias, en cambio, son materia válida si en ellas permanece la cantidad de gluten suficiente para obtener la panificación, si no se han añadido materias extrañas y si el procedimiento usado para su confección no desnaturaliza la substancia del pan.

 

II. Respecto al permiso de usar mosto

A. La solución preferible sigue siendo la comunión por intinción, o bien, en la concelebración, la comunión bajo la sola especie del pan.

 

B. La licencia para el uso del mosto puede ser concedida por el Ordinario a los sacerdotes afectados de alcoholismo o de otra enfermedad que les impida tomar alcohol incluso en mínima cantidad, previa presentación del correspondiente certificado médico.

 

C. Por mosto se entiende el zumo de uva fresco o conservado, suspendiendo la fermentación mediante congelamiento u otro método que no altere su naturaleza.

 

D. A quienes gocen de licencia para el uso del mosto les está impedido en principio presidir la Santa Misa concelebrada. Sin embargo pueden darse excepciones: En el caso de un Obispo o Superior General, o bien, con el permiso del Ordinario, en el aniversario de la propia ordenación sacerdotal y en otras ocasiones similares. En estos casos el que preside la Eucaristía hará la comunión bajo la especie del mosto, mientras para los concelebrantes se preparará un cáliz con vino normal.

 

E. Para los rarísimos casos de petición de uso de mosto por parte de los laicos se deberá recurrir a la Santa Sede.

 

III.  Normas comunes

A. El Ordinario debe verificar que el producto usado sea conforme a las exigencias intencionadas.

 

B. La licencia será concedida solamente para el tiempo en que dura la situación que ha motivado la solicitud.

 

C. Se debe evitar el escándalo.

 

D. Los aspirantes al Sacerdocio afectados de celiaca, alcoholismo o enfermedades análogas, dada la centralidad de la celebración eucarística en la vida sacerdotal, no pueden ser admitidos a las órdenes sagradas.

 

E. Puesto que ya se han resuelto las cuestiones doctrinales implicadas, la competencia disciplinar sobre la materia pertenece a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

 

F. Las Conferencias Episcopales interesadas informarán cada dos años a la mencionada Congregación acerca de la aplicación de las presentes normas.

 

Aprovecho gustoso la circunstancia para expresarle mis mejores augurios y confirmarme suyo devotisimo en Cristo

 

+ Joseph Card. Ratzinger.

 

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BIBLIOGRAFÍA

 

Congregación para la Doctrina de la Fe, Rescriptum 15.XII.1980, en Leges Ecclesiae, 64819, 8095-8096.

Congregación para la Doctrina de la Fe, De celebrantis communione, 29.X.1982, en Acta Apostolicae Sedis 74 (1982)  

Congregación para la Doctrina de la Fe, Lettera ai Presidenti delle Conferenze Episcopali, 19.VI.1995, en Notitiae 31 (1995) 

 

2.     CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA

Nota de la Comisión Episcopal de Liturgia

sobre la Comunión de lo Celíacos

(Madrid, 30 de febrero de 2003)

 

La Comisión Episcopal de Liturgia, sensible a la situación de aquellos fieles católicos que ven dificultada su participación ordinaria en la  Comunión eucarística sacramental por su condición de enfermos celíacos; en consonancia con las competencias que le otorga la Conferencia  Episcopal Española, hace pública esta Nota dirigida a los párrocos, y demás sacerdotes, a los diáconos y a los ministros extraordinarios de la Comunión.

 

1. LA “ENFERMEDAD CELÍACA” Y SUS CONSECUENCIAS PARA LA PARTICIPACIÓN EUCARÍSTICA.

 

La enfermedad celíaca es una enfermedad crónica consistente en una intolerancia permanente al gluten. Afecta a una de cada doscientas personas en nuestro país. El gluten es una proteína presente en el trigo y en otros cereales. La ingestión de esta proteína, aun en pequeñas cantidades, puede causar trastornos muy importantes e irreparables al celíaco.

 

Es evidente que esta enfermedad, de la que se detectan cada día nuevos casos, afecta a la vida eucarística de los enfermos que la padecen.

 

Tal situación reclama una especial sensibilidad pastoral tanto en la catequesis como en la celebración litúrgica, especialmente en el caso de los niños; para que nada aumente la dificultad, que ya de por sí significa el tener que convivir literalmente con esta enfermedad de por vida.

 

Es pues necesario fomentar en toda la comunidad eclesial una actitud de sincera acogida y de comprensión amorosa, haciendo patente así la sensibilidad maternal de la Iglesia para con estas personas.

 

La presente nota pastoral parte de las competencias catequéticas y singularmente litúrgicas que atañen a los ministros ordenados, de acuerdo con lo que afirmó en su día la autoridad doctrinal de la Iglesia, que excluyó la posibilidad de celebrar la Eucaristía con formas sin nada de gluten, elemento éste considerado esencial para la panificación[1].

 

2. LA ENFERMEDAD CELÍACA EN LA PRÁCTICA LITÚRGICA

 

La Iglesia, interpelada por el llamamiento de nuestro Señor Jesucristo a la participación de todos los miembros al banquete eucarístico «Tomad y comed todos de él», ha de facilitar el acceso a la participación plena en la Eucaristía a los celíacos. Por ello los sacerdotes y ministros de la Eucaristía deben conocer la existencia y peculiaridades de la “enfermedad celíaca”, a fin de facilitar el acceso a la Eucaristía de las personas que padecen esta enfermedad.

 

El Ordinario puede conceder a los celíacos poder comulgar con pan de trigo con la mínima y necesaria cantidad de gluten para la panificación.

 

En este sentido, bastará, que antes de la celebración la propia persona que padece la enfermedad, o los padres o familiares del niño que la tiene, informen del deseo de comulgar al ministro de la Eucaristía para que éste, acogiendo la petición con la mayor delicadeza y sin reclamar mayores explicaciones, facilite al celíaco la Comunión bajo la sola especie del vino (cf. Codex Iuris Canonici [CIC] cán. 925).

 

En muchos casos, los celíacos por su gran sensibilidad al gluten, requieren que se ponga a su disposición un segundo Cáliz en el cual la única materia que haya sido consagrada sea el vino y por ende sobre el cual no se haya llevado a cabo ni la partición ni la intinción del Pan eucarístico.

 

Asimismo se debe disponer de un purificador cuyo uso fuera exclusivo del celíaco. Cuando se trate de la Primera Comunión de los niños o en las Misas celebradas con éstos, se procurará que el niño o niña que padece la enfermedad se sienta respetado y apreciado por los demás niños, de manera que todos vean como algo natural y normal la solución que se adopte.

 

3. CONCLUSIÓN

 

Nuestro deseo y esperanza es que la Santísima Eucaristía, celebración y sacramento de fe y de comunión sea el verdadero motor de comunidades católicas y profundamente fraternas.

Deseamos vivamente que las comunidades sean capaces de acoger e integrar, con afecto fraterno, a todos los fieles en una celebración plena y gozosa.

Al igual que en otras circunstancias pastorales nuevas, la atención a las personas que padecen la “enfermedad celíaca” reclama la fidelidad a la fe católica y al mismo tiempo capacidad de adaptación y cambio en los elementos no esenciales.

 

Mons. Julián López, Obispo de León y Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia

Mons. Carmelo Borobia, Obispo de Tarazona,

Mons. Carlos López, Obispo de Salamanca,

Mons. Pere Tena, Obispo Auxiliar de Barcelona,

Mons. José Cerviño, Obispo emérito de Tui-Vigo,

Mons. Rosendo Álvarez, Obispo emérito de Almería.

 

 

3.    REFLEXIÓN PASTORAL

LOS ENFERMOS CELIACOS,

SU INTEGRACIÓN EN LA IGLESIA

Y SU PARTICIPACIÓN EN LA EUCARISTÍA

 

I. Presentación

 

    En la Plegaria Eucarística V/b, “Jesús nuestro camino”, al invocar al Espíritu Santo sobre la comunidad, pedimos: “que tu Iglesia. Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo paraseguir esperando”.

 

Esta actitud eucarística y católica quiere inspirar la presente nota pastoral, dirigida a los ministros del Sacramento del Altar, desde el corazón maternal de la Iglesia, ante la situación de aquellos fieles católicos que ven dificultada su participación ordinaria en la comunión Eucarística por su condición de enfermos celiacos.

 

¿Qué es la enfermedad celiaca?.

Es una intolerancia permanente al gluten. Se trata de la enfermedad crónica intestinal más frecuente en España. Afecta a una de cada trescientas personas nacidas vivas.

 

¿Qué es el gluten?

El gluten esla proteína que se encuentra en el trigo, la cebada, el centeno, la avena y el triticale.

 

¿Cuál es el tratamiento de la enfermedad celiaca?.

Su tratamiento consiste en una dieta estricta sin gluten durante toda la vida. La ingestión de pequeñas cantidades de gluten, de una manera continuada, puede causar trastornos importantes y no deseables al enfermo.

 

El católico celíaco y la Eucaristía.

Es evidente que esta enfermedad, de la que se detectan cada día nuevos casos, afecta a la vida eucarística de los enfermos que la padecen.

 

Tal situación reclama una particular sensibilidad pastoral tanto en la catequesis como en la celebración litúrgica, especialmente en el caso de los niños. Que nada aumente la dificultad, que ya de por sí significa, el tener que convivir con esta enfermedad de por vida.

 

Por lo tanto, se ha de favorecer una comprensión del Sacramento en su totalidad: como lugar de encuentro con Dios y como signo, al que se accede o en el que participa de formas diversas. Igualmente se ha de ofrecer la posibilidad de un acceso a la participación plena en la Eucaristía a los enfermos del modo más sencillo posible. Hemos de procurar que el enfermo no se sienta “raro” entre los demás fieles con los que integra una misma comunidad eclesial.

 

La presente nota pastoral parte de las competencias catequéticas y singularmente litúrgicas que atañen a los ministros ordenados, acatando lo que sobre esta materia ya afirmó en su día la autoridad doctrinal de la Iglesia (Congregación de la Doctrina de la Fe, 19 de junio de 1995, Prot. N. 89/78). que excluyó la posibilidad de celebrar la Eucaristía con Hostias sin nada de gluten, elemento éste considerado esencial para la panificación.

 

II. Algunas insistencias doctrinales y pastorales en la catequesis

 

Eucaristía; comunión, presencia y sacrificio.

La catequesis se ve obligada a insistir en que la Eucaristía siendo Banquete es también Sacrificio y Permanencia. Si esto siempre es necesario, lo es más de cara a quienes pueden verse dificultados o imposibilitados para participar plenamente en el Banquete Eucarístico.

 

La Eucaristía, como Sacramento que se recibe, expresa un modo ordinario de unión con Cristo. Pero la gracia sacramental, en lo que es necesario para la Salvación y el crecimiento espiritual, puede actuar más allá de los Sacramentos aunque sin perder la relación con Cristo, con su Iglesia y con sus Sacramentos.

 

Diversas formas de participación Eucarística.

La Eucaristía se instituyó para la edificación del Cuerpo de Cristo y su permanente consolidación y fortalecimiento. El primer modo de participar en ella es la, Comunión, sea bajo las dos Especies, sea bajo la sola de Pan o la sola de Vino. Más ésta no es la única forma de participación y de obtención de los fines del Sacramento. La Adoración, con la contemplación de la Sagrada Hostia (sea en la Custodia, el Copón o el Tabernáculo) y la Comunión de deseo, o Comunión Espiritual, son también auténticas y fructuosas formas de participación en el Sacramento. Lo mismo ocurre con la participación activa en la celebración de la Santa Misa, con la presentación de los dones y signos de caridad, con tal de cuidar las actitudes con las que uno se acerca al Sacramento de la Fe.

 

Eucaristía e Iglesia.

Igualmente se ha de insistir en el vinculo entre Eucaristía e Iglesia, de tal modo que la celebración y la participación se vean como expresión y modo de unión con toda la Iglesia inseparable del compartir su fe y su norma de vida.

 

Esto tiene que llevar a todos, enfermos o no, a amar la verdad confesada por la Iglesia sobre este Sacramento. Verdad vivida en su secular tradición litúrgica, que siempre, tanto en Oriente como en Occidente, consideró que se apartaría de la voluntad institucional de Cristo si no usase pan de trigo y vino de uvas para celebrar la Eucaristía o no confesase una misma y completa presencia de Cristo bajo las dos especies.

 

Al mismo tiempo esto tiene que hacer que los fieles que gozan de salud abracen y acojan en la Eucaristía a sus hermanos enfermos sin paternalismo pero con un gran respecto y aprecio y que los enfermos se sientan uno más mientras se unen a sus hermanos en la fe y en la vida así como al participar, según el modo que a cada uno le es posible, en la común celebración sacramental.

 

III. Recomendaciones desde la pastoral litúrgica

Conocimiento del problema.

Es urgente que todos los sacerdotes y ministros de la Eucaristía conozcan la existencia y peculiaridades de la enfermedad celiaca y sepan acoger con afecto y solicitud la situación de estos enfermos, facilitarles su acceso a la Eucaristía, así como la adecuada comprensión de la doctrina católica sobre la participación en este Sacramento, y la institución y materia del mismo, especialmente a los niños que se preparan para su Primera Comunión.

 

No menos importante es presentar en todas la comunidades cristianas la existencia deesta enfermedad y sus condicionantes, de modo que se conozca la razón por la que estos enfermos no pueden participar en la Eucaristía del modo habitual entre nosotros, hoy por hoy, es decir bajo la especia de pan de trigo sin levadura. De este modo no causará extrañeza si en algún momento un enfermo celiaco ha de participar con dicha comunidad en la Eucaristía de un modo diverso a los demás.

 

Soluciones prácticas.

De ordinario se facilitará a estos fieles la Comunión en un Cáliz en el que no se haya realizado la “conmixtio” (arrojar una partícula de Pan consagrado en el Vino consagrado), sea al inicio o al final de la comunión de los demás fieles.

 

En toda Misa se ha de poder atender a esta razonable petición de los fieles celiacos sin reclamar más explicaciones y con la simple indicación del enfermo antes de la Celebración Eucarística en la que desea comulgar, debidamente preparado.

 

En el caso de las celebraciones de Primeras Comuniones o en las Misas con niños, se pondrá sumo empeño para que el niño celiaco, que desea comulgar, no se vea por ello señalado como distinto por los demás niños. Para ello se insistirá en la catequesis sobre los puntos expuestos en este documento y se procurará dar la Comunión con una Patena que lleve incorporado el cáliz, de modo que el niño o niña celiaco, no tenga que situarse para comulgar en un punto o momento distinto, sino que baste su identificación en el momento en el que libremente se acerque a comulgar entre sus compañeros.

 

Esta forma de distribuir la Comunión, con un cáliz incorporado en un patena, facilita el acceso del enfermo a la Comunión por medio de un simple aviso previo y situándose entre las filas de los comulgantes lo cual garantiza una mayor discreción a la hora de acceder al Sacramento.

 

Alguna cautela.

El uso, por parte de los enfermos celiacos de una Hostia confeccionada con harina de maíz utilizada para comulgar con ella por inmixtión (mojando en el Cáliz), tiene el inconveniente de poder entenderse como una simulación,cosa que a toda costa ha de evitarse particularmente en el caso de los niños. Tal forma no puede ser presentada ni recibida como Cuerpo de Cristo según la Fe Católica, sino que servirá meramente de instrumento para dar la Comunión bajo la sola especie de Vino, imitando la forma en que se da la comunión bajo las dos especies a los otros fieles.

 

Mirando hacia el futuro.

No obstante, creo que la presencia cada vez más numerosa de enfermos celiacos en neutras comunidades, así como las facilidades que ofrece la nueva Ordenación General del Misal Romano,para que el Obispo diocesano, tras la oportuna catequesis, conceda la comuniónbajo las dos especies de modo más amplio en las iglesias de su Diócesis, aconsejan se generalice un modo de distribuir la comunión a los fieles con la patena y con el cáliz que permita a cada uno comulgar sea bajo la sola especie de Pan, sea bajo la sola especie de Vino, o bajo ambas especies, según su prudente criterio y devoción.

 

Somos conscientes de la dificultad que esto supone para las grandes comunidades (por cl número de cálices y la dificultad para calcular tas cantidades de vino a consagrar). Pero tales dificultades pueden vencerse rogando que, de algún modo discreto, antes de la Misa cada uno indique si va a comulgar del cáliz o no. En las pequeñas omedianas comunidades tal problema no se plantearía.

 

De este modo el enfermo celiaco podría acceder al sacramento fácilmente y sin necesidad de llamar de algún modo la atención, lo cual sabemos es más agradable y positivo, especialmente para los enfermos de menor edad.

 

IV. Conclusión

 

Esperamos que la Eucaristía, Sacramento, de Comunión, ayude a realizar comunidades católicas unidas y fraternas, con clara conciencia de su identidad y fe, pero capaces de acoger e integrar a todos sus miembros, tanto sanos como enfermos, en una misma celebración de modo que nunca se den en ella elementos o causas de discriminación o de rechazo.

 

Como en otras situaciones pastorales novedosas la atención a los enfermos celiacos exige al mismo tiempo fidelidad en la fe y capacidad de adaptación y cambio en tos elementos no esenciales.

 

Por otra parte la Iglesia espera de sus fieles aquejados por la enfermedad celiaca, aceptación desde la espiritualidad cristiana de las dificultades que conlleva la misma y respeto por la tradición así como de la enseñanza del Magisterio de la Iglesia, como es propio de todos los que queremos ser seguidores de Jesucristo.

 



[1] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta circular “Questo Dicastero”, publicada en Notitiae (31, 1995, 608-610).

 

Autor: diocesismalaga.es

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