DiócesisMigraciones y Gitanos

La Iglesia de Málaga junto al emigrante

Publicado: 10/01/2011: 540

Vigilia de oración este sábado a las 20.15 en María, Madre de Dios

El próximo 16 de enero celebramos en la Iglesia la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. Este momento nos brinda la oportunidad de reflexionar y orar la situación con los emigrantes en el actual contexto de crisis global y de diversidad social, así como la de seguir potenciando en nuestra Iglesia diocesana una pastoral que asume el reto de construir comunidades acogedoras.

Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI, todos, tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuyo destino es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia. “En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras” (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 7).

En nuestra Iglesia malagueña son numerosas las actuaciones que integran e intentan dar respuesta a las necesidades, tanto sociales como pastorales, de las diversas comunidades de extranjeros que ya forman parte de nuestros barrios y parroquias. La Delegación Diocesana de Migraciones acompaña este caminar, ofreciendo diversos instrumentos y acciones para fortalecer una pastoral migratoria inclusiva, transformadora y servidora del Reino de Dios.

En el actual contexto de crisis social y económica, las comunidades eclesiales tenemos el reto de seguir siendo referente para la acogida, para la escucha y para la celebración esperanzada del Dios de la Vida. Atentos a los signos de los tiempos, hemos celebrado recientemente las XIV Jornadas Diocesanas de Migraciones. Con el lema “Inmigración y crisis: retos para una sociedad abierta”, nos han servido para mirar la realidad actual con los ojos del Evangelio. Las ponencias compartidas han puesto de manifiesto cómo la situación de crisis se está cebando con los colectivos más débiles. El último informe Foessa nos explica que en tiempos de bonanza económica los beneficios no repercutieron en la disminución de la pobreza en nuestro país. Ahora, con el aumento del desempleo y el fin de las ayudas sociales, se va a agudizar la situación de vulnerabilidad y sufrimiento de muchas familias. Este hecho afecta a numerosos inmigrantes.

Además, corremos el riesgo de un aumento de la xenofobia y del racismo, buscando en el inmigrante, a pesar de ser víctima, el causante de nuestros males, y de considerar la emigración problema en vez de oportunidad para construir una sociedad abierta. En estas Jornadas tuvimos ocasión de desmontar los falsos tópicos que están apareciendo en los medios de comunicación: “son avalancha, nos quitan el trabajo, sólo traen gastos, copan el sistema sanitario....”. Por el contrario, pudimos acercarnos a la complejidad del hecho migratorio, recordar nuestro pasado emigrante y tener una visión mucho más ajustada de la realidad: la llegada de mano de obra extranjera ha sido vital para el crecimiento económico, los emigrantes sostienen la economía sumergida, han hecho aumentar los ingresos de la seguridad social y son factor clave para el rejuvenecimiento de la población. Queríamos trabajadores baratos y sumisos, pero vinieron personas. Ellos y sus familias son parte ya de una sociedad que hemos de cohesionar entre todos.

Todo esto nos habla de la responsabilidad que tenemos en el momento presente, como comunidad de los seguidores de Jesús de Nazaret, para hacer realidad la fraternidad, con hechos y no sólo con palabras. Sólo desde la generosidad, la entrega y una visión cuyo referente primero sea el bien común, podremos ir construyendo una sociedad con futuro. El lema de esta Jornada Mundial, “Una sola familia humana”, viene a insistir precisamente en el imperativo para que, como Iglesia, apostemos por construir una comunidad eclesial y una sociedad donde todos tengamos cabida, y donde los empobrecidos sean el centro de nuestras acciones y pensamientos, independientemente de su situación legal, cultura, creencias u origen.

Precisamente esta es la motivación que viene impulsando la celebración en nuestra diócesis de la ya tradicional Vigilia con motivo del Día del Emigrante y del Refugiado. El año pasado poníamos en las manos del Señor Jesús nuestro trabajo para construir comunidades hospitalarias y fraternas. También fue momento para manifestar públicamente este compromiso acogiendo las palabras de nuestros Obispos, que pedíanun trato humano y solidario con los emigrantes, ante la restricción de derechos de la última Ley de Extranjería, que afectaban y siguen afectando decisivamente a su dignidad como personas.

Dando continuidad a estas acciones, y teniendo en cuenta la necesidad de seguir potenciando y cualificando la atención y la acogida de las personas extranjeras, y la denuncia de situaciones que atentan contra la dignidad de la persona, invitamos a toda la comunidad cristiana a participar en la Vigilia de Oración que se celebrará el próximo 15 de enero a las 20.15 horas en la Parroquia María Madre de Dios (sector carretera de Cádiz, Avda Virgen de Belén, nº 12). Esta celebración quiere ser momento de encuentro con el Dios de la Vida y con los hermanos. Deseamos también que nos aliente, por la fuerza del Espíritu, a mantener viva la esperanza, y nos ayude a ser capaces de construir relaciones fraternas y una sociedad inclusiva. ¡En tiempos de crisis, acojamos para construir la fraternidad, miembros de la única familia humana! ¡Nos apremia el amor de Cristo!

Autor: diocesismalaga.es

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