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«Todos comenzamos nuestra existencia siendo un embrión»

Publicado: 23/09/2008: 840

•   El catedrático de Bioquímica Ignacio Núñez de Castro abre el diálogo

La muerte digna, los límites del aborto, el momento en que surge la vida, la objeción de conciencia de los médicos... son temas de actualidad de los que nos hablan todos los días los medios de comunicación y algunos nos adoctrinan.

Nuestra misión es buscar fuentes veraces con las que poder informar. En esta ocasión hemos contado con la colaboración de uno de los mejores expertos que tenemos en la ciudad de Málaga, Ignacio Núñez de Castro, S.I., catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Málaga, quien acaba de publicar un libro titulado “De la dignidad del embrión”.

El próximo jueves, 2 de octubre, se abrirá el nuevo curso del Aula Padre Arrupe con la presentación de dicho libro. Su autor nos adelanta algunos de los argumentos; por ejemplo “todos comenzamos nuestra existencia siendo un embrión”.

–Somos conscientes de que estos temas científicos de actualidad son difíciles de resumir en poco espacio, pero nos gustaría que nos diera usted, a los lectores de DIÓCESIS, unas pinceladas para saber a qué atenernos. Para empezar, ¿qué es la Bioética, qué estudia esta ciencia?

–La Bioética es una disciplina universitaria que estudia todos los problemas relativos a la Ética de la vida: de la vida en general y de la vida humana en particular.

Todos los problemas relativos a la Ecología entran también dentro de la Bioética. La Bioética es un término acuñado en 1971 por un bioquímico norteamericano, el Profesor Van Rensselaer Potter, como la ciencia que debería trazar en el futuro un puente entre los adelantos de las ciencias (Biología y Biomedicina) y la Filosofía moral. En los comienzos del siglo XXI, nos encontramos en plena revolución biotecnológica en la que el ser humano ha pasado de ser sujeto a objeto de manipulación en los confines de la vida. En nuestro país hay cátedras de Bioética en algunas universidades privadas y se organizan másteres dedicados a médicos, biólogos, juristas, filósofos.

En nuestra Universidad se dan clases de Bioética en la Facultad de Medicina. En Roma se puede cursar incluso hasta una Licenciatura de Bioética.

– Titula usted su libro “De la dignidad del embrión. Reflexiones en torno a la vida humana naciente”. ¿Cuándo nace esa vida? ¿Cuándo comienza la vida en el embrión?

–Como bioquímico y biólogo molecular desde hace años me ha interesado la Bioética y he procurado su divulgación en conferencias, charlas y artículos. Una vez jubilado de mi tarea universitaria, creí oportuno dedicarme a estudiar ese momento crucial de la vida humana que es el embrión humano. Si nos acercamos a la historia de la vida de un ser humano desde la Biología actual y desde la reflexión filosófica, no cabe duda de que el momento más importante y a la vez más bello es el momento del comienzo; y ese momento es la fecundación, cuando un espermatozoide funde su membrana con la membrana del óvulo y se constituye una nueva célula, el cigoto, un nuevo organismo humano que tiene una finalidad intrínseca, una nueva vida.

Todos comenzamos nuestra existencia siendo un embrión de una sola célula. Un nuevo programa genético, mitad materno y mitad paterno. ¿Hay algo más hermoso?

–En los medios se habla mucho durante estos días de varios temas relacionados con la bioética, ¿cuáles diría usted que son los temas sobre los que nos deberíamos interesar los cristianos: el aborto, la muerte digna, etc?

–Los medios de comunicación tienen una misión muy importante y es la de llevar al gran público los adelantos de las ciencias, de la técnica, pero también deberían aportar una reflexión humana sobre los mismos adelantos. El cristiano tiene la obligación de dominar la tierra, como dice el libro del Génesis, pero tiene que dominarla, nos dice el libro de la Sabiduría, con justicia y santidad. El cristiano debe dar siempre una luz a estos temas de los que se habla mucho, pero sobre los que, a veces, se reflexiona poco. Todo aborto intencionado supone segar una vida humana; el embrión desde la fecundación es una vida humana distinta de la vida de la madre y, por lo tanto, segar esa vida humana, aunque sea en sus comienzos, es sencillamente un crimen y nunca puede ser un derecho. En el otro confín de la vida, también se puede plantear la tentación de dar fin a una vida humana. Dios es el dueño absoluto de la vida y de la muerte. Debemos, pues, garantizar una muerte digna a todos en el tiempo, en el lugar y en las circunstancias adecuadas. Sin adelantar el tiempo, eso sería la eutanasia; y sin prolongar artificialmente la vida, eso sería el encarnizamiento terapéutico.

– A los que no somos científicos siempre nos ha parecido que la ciencia está a favor de la vida, ¿de qué vida, o de la vida hasta qué momento?

–La tecnología actual nos permite, como decía antes, manipular la vida humana en los confines de la existencia humana. La ciencia, si es ciencia con conciencia, y vale el juego de palabras, debería estar siempre a favor de la vida. Hoy más que nunca puede la ciencia ayudar a esa cultura de la vida frente a la cultura de la muerte. El papa Juan Pablo II trató todos los temas relativos a la Bioética en la magnífica encíclica “El evangelio de la vida” (Evangelium vitae). Yo animaría a los lectores de DIÓCESIS, si no han leído la Encíclica, a leerla; la pueden encontrar fácilmente en español en internet.

Autor: Revista Diócesis

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